«¡Insecto!» o «eres un bicho» son insultos de uso común. No se puede decir que las moscas, las hormigas o los escarabajos tengan buena prensa. Los insectos, la mayor masa de individuos del planeta, son, para la mayoría, seres despreciados, infravalorados. Prescindibles. No digamos ... ya si quien aparece en escena es la cucaracha. Solo Kafka, a través de su inolvidable Gregorio Samsa, rompió una lanza en su favor y nos mostró que también tienen su corazoncito.
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Probablemente haya quien al saber que son especies amenazadas, muchas de ellas al borde de la extinción, esboce una sonrisa o, en el mejor de los casos, ni se altere. Pero si eso ocurre es porque probablemente ignora que el hecho de que decenas de clases de abejas estén a punto de desaparecer, que las mariposas hayan experimentado descensos del 30% desde los años noventa en Europa o que los pastos y bosques hayan pasado de tener un centenar de tipos de insectos diferentes a una treintena en solo una década es un drama para la biodiversidad, una condena para los espacios naturales que amamos y que nos dan la vida, pero también una amenaza para nuestra salud y nuestro bolsillo.
Los insectos, ese millón de especies, presentes en tierra, mar y aire de polo a polo, juegan valiosos papeles en la cadena biológica, pero también en el crecimiento económico. Son clave en la polinización de flores y cultivos, en la descomposición de residuos y en el rejuvenecimiento del suelo y sus nutrientes. Pero no solo eso. Mantiene en pie múltiples cadenas de la vida, tanto como apetitosa presa como depredador, son el único insecticida sostenible contra plagas y aportan biocombustibles y fibras. Son el test natural para saber que ríos o lagos tienen aguas sanas y la ONU calcula que regalan cada año trabajo por valor de unos 2.400 millones de euros a los agricultores y a los españoles que disfrutan de sus productos. Abejas, mariposas, moscas y algunos escarabajos son imprescindibles para el buen término de las cosechas de frutas o verduras o para poder endulzar la cuajada con su miel.
Ecologistas en Acción y la Asociación Española de Entomología han publicado un análisis en el que concluyen que, simplemente, estos bichos son irremplazables. El trabajo quiere ser la voz de alerta contra el urbanismo salvaje, el abuso de herbicidas e insecticidas, la deforestación y la desaparición de praderas o el calentamiento global, algunos de los usos de un desarrollo humano descontrolado e irresponsable que los está matando.
El mensaje es para todos. Cualquiera puede poner su granito de arena. Los ayuntamientos, favoreciendo la polinización con la restauración de solares, pastizales, jardines o calles con flores autóctonas; los agricultores, minimizando el uso de biocidas y cumpliendo la prohibición de las fumigaciones aéreas; y los poderes públicos con leyes que protejan a estas especies y con la proscripción, por ejemplo, de las trampas masivas. La escuela y los medios de comunicación, divulgando sus muchos beneficios. Nadie que se haya criado con Maya, Willi y Flip despreciará a los bichos.
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