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M. E. García
Miércoles, 22 de febrero 2017, 21:04
El aceite de palma cobró un gran protagonismo en 2014 cuando la UE obligó a la industria alimentaria a etiquetarla como 'aceite de palma' y no como 'grasas vegetales' o términos similares. En concreto la norma dice que se debe especificar la grasa o el aceite utilizado de manera concreta y no de manera genérica. La OCU, ante la avalancha de informaciones a favor o en contra de sus usos, ha publicado algunas nociones que ayudan a entender el por qué de la polémica surgida a su alrededor.
El aceite de palma es el más utilizado del mundo por delante del de soja y el de colza. Desplaza a la utilización de las grasas hidrogenadas nocivas para la salud (está demostrado) pero el tipo de grasas que contiene el aceite de palma son saturadas, por lo que su consumo en el plano nutricial no es el idóneo y es mejor no abusar de su consumo. El problema es la cantidad de productos que la utilizan. Un paseo por el súper leyendo etiquetas es un buen ejercicio para darse cuenta de la magnitud que alcanza y no solo en la industria alimentaria. La OCU especifica los siguientes usos:
Cremas y coberturas: Se derrite a mayor temperatura que el chocolate, por eso es idóneo para mantener y almacenar las coberturas, pero en la boca funde peor.
Productos para untar: Por la cantidad de grasas saturadas que contiene y que facilitan el untado, hace que se utilice en cremas de cacao y en margarinas.
Snacks y pasteles: En galletas, tostadas o bollería industrial, como sustituto de las grasas hidrogenadas, poco cardiosaludables, y de la mantequilla, que es más cara.
Precocinados: Se enrancia menos y su precio es bajo, por eso se usa para elaborar muchos platos de comida preparada.
Chips y aperitivos: Porque aguanta más frituras que otras grasas. Aunque en España se usa en su lugar aceite de girasol o de oliva.
Productos de limpieza: Es parte clave de la fórmula de jabones y detergentes por estar presente en sus tensioactivos.
Cosméticos: Por su untuosidad, es una base óptima para muchos productos de belleza y cremas corporales.
Velas: Alternativa a la cera o la parafina.
El problema medioambiental
Dejando de lado que sea mejor o peor para la salud (existen estudios que la relacionan con la aceleración de la metástasis o con problemas cardiacos) el mayor problema que supone es el medioambiental. El clima en el que se cultiva es el tropical. Indonesia y Malasia concentran el 85% de la producción mundial. Otros países exportadores de aceite de palma son Papúa Nueva Guinea, Colombia, Tailandia, Camboya, Brasil, México y África occidental.
La expansión de este monocultivo (como otros) supone la deforestación de estos países así como la apropiación de tierra que pertenecen a comunidades indígenas con el consiguiente abuso de derechos humanos. La fauna también se ve afectada. La muerte de ejemplares de diferentes especies animales, como elefantes, orangutanes y tigres de Sumatra es un gran problema.
Según la UNEP (Progama medioambiental de Naciones unidas), las plantaciones de aceite de palma son la principal causa de la deforestación en Malasia e Indonesia. Aproximadamente el 70% de las plantaciones de palma en Indonesia y el 50% en Malasia, están situadas en zonas que previamente eran bosque tropical.
Pero, si causa tanto perjuicio, ¿por qué se utiliza tanto?
En alimentación, su condición sólida a temperatura ambiente y su textura untuosa permite sustituir la mantequilla o las grasas hidrogenadas de muchos productos procesados. En el caso de aceites como el de girasol o el de soja debido a su estado líquido hace que cambie la textura del producto.
Es un ingrediente difícil de sustituir en otros sectores industriales, como el de la cosmética o los productos de limpieza. Además, su cultivo es más rentable (barato) que el de sus hipotéticos sustitutos, como el aceite de soja o el de coco.
¿Producción sostenible?
Es muy difícil, como pasa con cualquier monocultivo, una explotación sostenible. Además, en este caso su producción se encuentra atado a países de clima tropical con la consiguiente pérdida de biodiversidad, deforestación y contaminación.
En los últimos años han surgido varias iniciativas para promover una producción sostenible del aceite de palma. La Mesa Redonda para el aceite de palma Sostenible (RSPO por sus siglas en inglés), que tiene la ventaja de agrupar a todos los actores de esta industria: productores, distribuidores, fabricantes y ONG. Esta mesa ha creado un sistema de control para verificar si una plantación es sostenible con una política laboral justa, el mejor perjuicio posible para el medio ambiente y prácticas agrícolas limpias.
La organización está cumpliendo algunos objetivos, aunque con peros:
Válido para las nuevas plantaciones, pero no soluciona los problemas creados en el pasado por empresas que ahora son miembros de la RSPO.
Hay aspectos como el cambio climático o la prohibición de pesticidas especialmente peligrosos, como el paraquat, que no se han abordado.
No se existen estudios de impacto que avalen que realmente suponen una mejora en el terreno.
Debido a esto no todo el aceite clasificado como sostenible tiene el mismo nivel de sostenibilidad.
Otro de los sitemas es el certificado Book&Claim. Y aquí el truco radica en que se paga a un productor de aceite sostenible por las certificaciones, aunque el aceite que realmente se utilice pueda provenir de cualquier fuente. Con el dinero recaudado se apoya la sostenibilidad de la producción pero se sigue adquiriendo aceite de palma no certificado como sostenible con el consiguiente engaño al consumidor, según apunta la OCU.
De hecho, existen empresas que aunque pertenezcan a la RSPO prefieren abandonarla antes que poner en práctica los compromisos adquiridos como miembro.
En la OCU consideran que los fabricantes de productos de consumo deberían vetar el aceite de palma producido de manera no sostenible y garantizar al consumidor el respeto de unos mínimos medioambientales y sociales.
Los consejos de la OCU
- Limitar todo lo posible el consumo de alimentos precocinados, la bollería industrial y otros productos agroalimentarios procesados.
- Lo mejor es mejor preparar la comida en casa con aceites más saludables, como el de oliva o el de girasol.
- Lee las etiquetas y elige productos en los que se evite la palma y se haya sustituido por aceite de girasol, por ejemplo.
- Busca la etiqueta de certificación de la RSPO. Aunque todavía está poco implantada en nuestro mercado, distingue a productos de empresas que han dado un paso adelante para conseguir una producción más sostenible.
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