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Virginia está casada y tiene dos hijos, Paula de 15 años y José Luis de 8.
«De niña cocinaba porque mi abuela estaba enferma»

«De niña cocinaba porque mi abuela estaba enferma»

Virginia, el ama de casa de Jérez de la Frontera, conquista los estómagos de ‘MasterChef’. «Con el premio montaré una empresa de catering»

NURIA ROZAS

Domingo, 3 de julio 2016, 19:07

En Jerez de la Frontera (Cádiz) el triunfo de Virginia lo han celebrado como si ganara la Roja. «¡Me ha felicitado hasta la alcaldesa! Dice que mi hermana y yo somos muy graciosas, que lo hemos hecho genial», se emociona la nueva ganadora de MasterChef. Hasta el estómago de Juan María Arzak, uno de los cocineros más famosos del mundo, cayó rendido a sus pies. «Échame un poquito más de esa carne», pedía con una media sonrisilla, después de probar las delicatessen de la gaditana.

A Virginia le enseñó su abuela, y eso que apenas se podía mover del sofá del salón. «Nosotras Raquel, su inseparable gemela, y ella empezamos a cocinar por necesidad. Como mis padres trabajaban, y no podían atendernos, vivíamos con nuestra yaya, que estaba enferma. Por eso nos encargábamos de preparar la comida. Ella nos iba guiando desde su sillón como si fuera un juego: Una que corte los pimientos y la otra la cebolla, cuando esté marroncito es que está doradito... Y así aprendimos, un poco por obligación, pero había que ayudar en casa».

El premio se lo dedica a las amas de casa como ella y a su hermana. «Porque somos las que más estamos entre los fogones: en los desayunos, las comidas, las meriendas y la cenas. Se habla mucho de la gastronomía de vanguardia, pero los grandes chefs se acuerdan de las recetas de su madre», defiende. «El verdadero chuchu (lo esencial) es la cocina de toda la vida».

Con esa elaboraciones tradicionales se metió al jurado en el bolsillo. Preparó unas anchoas marinadas con cítricos de las que come ella cuando va de tapitas por el pueblo, un plato principal de presa con salsa de cerezas y kumquat (naranjitas chinas) y de postre unos tocinillos de cielo con crema mascarpone. ¡Una delicia! «Son los sabores típicos del sur: la naranja, la lima, el pepino... Todo muy fresquito. Me inspiré en mi tierra y en sus vinos, que son maravillosos».

Virginia derrocha arte andaluz por los cuatro costados. Con gracia cuenta cómo la apuntó su hija Paula, de 15 años, al concurso: «¡Lo primero que le dije es que inscribiera a su tía también! Porque sin ella yo no iba. ¡Y ahí que fuimos a la aventura! Decíamos: ¡Si nos echan en el primer casting nos vamos de tapas por Sevilla y si no de compras!», confiesa resuelta. Esta vez, en esta nueva aventura que comienza como chef, su gemela no estará a su lado. «Yo le quería pagar otro máster en el Basque Culinary Centre, pero no está por la labor. Dice que ella se encarga de cuidarme a los niños, ¡que vaya yo!». Aún así, confía en que la visite: «¡Hombre! Seguro que viene a verme y comemos unos pinchos por San Sebastián».

¿Tiene más hermanos?

¡Qué va! Somos solo nosotras dos. Porque a mi madre le dijeron que en cada embarazo era probable que tuviera dos. ¡Y cuatro niños de repente era un poco fuerte! Ja, ja, ja. ¡Y encima éramos muy trastos!

¿Se han cambiado alguna vez los novios?

No, nunca. ¡Los novios no se cambian! Pero en algún examen, sí. Mi hermana iba por mí a unos y yo a otros. ¡Ten cuidado al ponerlo a ver si me van a quitar los títulos! (Risas).

Rumbo a Nueva York

«Con el dinerito del premio (100.000 euros) montaré un catering. Quiero estar en los momentos más felices de la vida de la gente: en su boda, en las comuniones, los cumpleaños... Que se acuerden de mí por lo bien que han comido». Pero antes se pegará un viaje romántico por la Gran Manzana con su marido. «Mis vacaciones siempre han sido gastronómicas y estas también lo serán. Me gustaría ir a Nueva York para probar comidas de todo el mundo. No soy de grandes lujos, pero ir a restaurantes y luego imitar sus platos es mi hobby», confiesa.

Y de tal palo, tal astilla. Su hijo José Luis, con 8 años, ya quiere seguir sus pasos. «Me dice que le tengo que preparar para entrar en MasterChef Junior. Y si él quiere, yo para adelante. ¡Porque mi experiencia ha sido maravillosa y quiero que él la viva también».

Ha heredado su gracia.

¡Es un clon mío! No paraba de hablar en la final. Ya le he dicho: ¿Por qué no callabas la boca? (carcajadas). Y mi marido me ha contestado que porque no me la callaba yo (más risas). ¡Soy una terremoto y mi niño es igual!

Menos suerte va a tener el pequeño de la casa con su sueño de tener un caballo. Y eso que lo pidió a los cuatros vientos, delante de media España. Porque éramos muchos: casi 4 millones de espectadores aguantaron hasta la una y media de la madrugada. La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles ya ha recogido 25.000 firmas, a través de Change.org, para que TVE dé ejemplo y la próxima edición termine «a una hora más temprana».

El relevo en los fogones en casa de Virginia lo cogerá su marido. «Aunque se defiende muy mal, ya me ha dicho que va a comprar los tuppers más grandes del mundo», se ríe. «Pero encontraremos la solución: o pedirá una reducción de jornada o una excedencia. Es mi momento, quiero hacerlo y me va a apoyar en todo. ¡Qué apechugue un poquito!». Sí, chef.

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