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#Felizvida

#Felizvida

La etiqueta tuitera que da título al artículo del cantinero Gellida ya permite vislumbrar y atisbar a quién está dedicado. Al tabernero de la Red le soprendió que llegara al garito con un libro bajo el brazo, porque la gente del balompié no acostumbra a tales cosas. Fue un detalle. El primero de muchos

césar pérez gellida

Lunes, 13 de junio 2016, 21:07

Entraba cabizbajo, como si hubiera perdido la final de la Champions tras errar una pena máxima en el último minuto de la prórroga. Sin embargo, Lionel Messi ni vestía de corto ni iba a perderse por el túnel de vestuarios. Leo se dirigía al juzgado para declarar como imputado por un presunto delito de fraude fiscal acompañado de vítores timoratos entre los presentes y algún que otro denuesto. La deuda del mejor jugador del planeta con la Hacienda española asciende a 4,1 millones de euros. Solo el ejercicio anterior, el astro argentino ingresó sesenta y cinco. Un bochornoso gol por la escuadra del pillaje aprovechando el despiste del arquero en materia fiscal. Y el respetable chupándose el dedo.

Decía Jorge Valdano que los futbolistas tienen como impulso la vanidad. Yo conozco uno que no. Uno que recientemente se pasó por la cantina y, a base de agua, se le engrasó la lengua. Le riego sus revelaciones con un buen Ribera.

Lo reconocí según entró por la puerta de la cantina pero he de admitir que lo que me llamó la atención fue que llevara un libro en la mano, un complemento que nos resulta extraño en el atuendo de los futbolistas, acostumbrados como estamos a verles disfrutar de su tiempo de ocio en otro tipo de actividades. Borja Fernández es un «rara avis» dentro de la fauna que habita la jungla balompédica.

Llegó a Madrid desde su Orense natal con quince años y habiendo vestido la camiseta de la selección española en categorías inferiores. Ocupando el centro de la defensa destacaba por su despliegue físico en el campo, por su casta y por la clase con la que trataba el balón. Así y todo, el camino no fue fácil. Debía competir con decenas de jóvenes talentos por alcanzar un mismo sueño: vestir la camiseta del primer equipo del Real Madrid. Vicente del Bosque le dio la oportunidad como medio centro en un vestuario en el que estaban Hierro, Raúl, Zidane, Guti, Figo o Roberto Carlos, entre otras estrellas. Aquel equipo levanto la novena en Glasgow y con solo veinte años a Borja se le abrían las puertas del paraíso futbolístico de par en par. Lo que no podía imaginar era que una lesión en el quinto metatarsiano del pie derecho le iba a llevar hasta el noveno círculo del infierno y que, en el purgatorio esférico del balompié, hay muy pocos 'Virgilios' dispuestos a guiar a nadie. Mallorca, Valladolid, Getafe, La Coruña, Calcuta, Eibar y de nuevo a la que siempre fue su casa: Valladolid. Catorce años como profesional, un viaje por las entrañas de un mundo revestido de oro y diamantes pero con alma de trapo; un mundo en el que los valores se confunden con los ceros que preceden al símbolo del euro y que envidiamos tanto como desconocemos.

Todas esas vivencias, las buenas y las malas, han conformado una forma de pensar que, sin duda, le ha servido de combustible en lo personal y lo profesional. Un decálogo en dos palabras precedidas por una etiqueta: #FelizVida. Parece una obviedad, y de tan simple que es, tan tangible, se nos escapa. #FelizVida es su marca, un recordatorio; un deseo dirigido a los demás que, además, comparte por escrito. Empezó haciéndolo en la web del Real Valladolid y continuó tras crear su propio site en el dominio felizvida.eu. Tras su paso por el Atlético Kolkata convirtiéndose en el primer español que juega en la la Superliga India aquella idea se convirtió en un mantra, un instrumento de pensamiento que dio sentido a la novela que llevaba tres años tecleando. En la India se conjuró para terminarla, y en ello sigue, porque el gallego es casi tan testarudo como valiente y generoso. Por eso está empeñado en compartirlo con los demás sin importarle el tiempo que tenga que invertir en conseguirlo.

Ser felices es un derecho y una obligación que no tenemos presente estando sumidos en esas artificiales aspiraciones que, algún día confiamos, desemboquen en lo que nos perdemos diariamente: lo extraordinario de disfrutar de la vida. La que sea que nos toque vivir. Me pareció una reflexión brillante por abrumadora y precisamente por ello es de vital importancia recordarlo tantas veces como sea necesario. Repetirlo hasta la saciedad.

#FelizVida

#FelizVida

#FelizVida

Es un hachazo en la coraza de perendengue y oropel con la que nos vestimos cada mañana para afrontar la jornada, como si eso fuera lo que da sentido a nuestra existencia. Como si lo demás, lo que contiene la felicidad, fuera un privilegio que no nos corresponde. Borja Fernández sabe de lo que habla. Su vida se ha desarrollado en una comunidad de privilegiados en la que el dinero no está incluido en el apartado de las preocupaciones, lo cual, no es sinónimo de felicidad. Messi, el futbolista con más ingresos del planeta, es un claro ejemplo.

Porque la felicidad va mucho más allá de los límites que abarcan la fama y el dinero, pero para entenderlo, hay que explorar el terreno. Ser decididos y luchar por ello. Hay muchos caminos, pero el que nos propone Borja Fernández a no ser que sea mejor actor de futbolista, funciona.

¡Brindemos por ello!

#FelizVida.

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