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Los suizos más insolidarios

Los suizos más insolidarios

En Oberwil-Lieli, un pueblo con 300 millonarios entre sus vecinos, prefieren pagar una sanción de 262.000 euros antes que acoger a 10 refugiados. «No caben», dicen. El viernes toman la decisión definitiva

julia fernández

Martes, 14 de junio 2016, 22:34

En Oberwil-Lieli, andan estos días que no saben si ponerse o quitarse la chaqueta. Ayer se achicharraban a 25 grados y hoy las nubes y las tormentas no dejarán subir el termómetro por encima de los 19, pero no es el sol el que los quema. En este pueblo suizo de poco más de 2.000 habitantes, las conversaciones solo versan de un tema, los refugiados. No los quieren. Prefieren pagar un multa antes de hacerles un hueco en su paraíso de tejados a dos aguas y praderas verdes a 20 kilómetros de Zúrich.

El cantón de Argovia, al que pertenece el municipio, les obliga a dar cobijo a diez desplazados, una cifra insignificante cuando hay más de un millón de sirios que ha tenido que huir de sus casas por la guerra. Pero el pueblo no lo ve claro. «No estamos preparados, no caben», escribió uno de sus vecinos al diario The Telegraph hace unos días. Y no es un sentimiento aislado. Hasta el alcalde, Andreas Glarner, lo defiende. Bien es verdad que este hombre milita en el Partido del Pueblo Suizo (SVP, en sus siglas en alemán), la derecha conservadora y populista.

Esta formación se ha convertido en pocos años en la primera fuerza política del país al «granjearse el apoyo de un pueblo preocupado por no perder sus conquistas», escribe Pierre Ruetschi, redactor jefe de Tribune de Genève. Se refiere a que la crisis económica que ha sacudido a toda Europa también ha hecho tambalear a los suizos, no tanto por la recesión de su economía, que no ha sido tal, sino por el miedo. Mucha gente temía que el país fuera invadido por gente de fuera y cualificada, lo que les restaría a ellos posibilidades en el mercado laboral. Con esta última idea, el SVP ha conseguido «levantar muros que separan a los vecinos».

La historia de Oberwil-Lieli empezó a escribirse el pasado noviembre, cuando la corporación municipal tenía que aprobar los presupuestos para este año. En el orden del día de la asamblea se incluyó una pregunta sobre el asunto. «¿Quiere gastar cierta cantidad de dinero (262.000 euros) en pagar una multa y no acoger a refugiados? ¿O quiere no gastar ese dinero y aceptar el número de refugiados que el cantón nos asigne?». Los presentes eran quienes decidirían sobre la política de acogida del pueblo. Y curiosamente, la mayoría optó por abrir la puerta de su casa.

Sin embargo, cuando la decisión se hizo pública, comenzó el revuelo. Lo que era un sentimiento mayoritario en el órgano local no lo era en la calle. A los dos meses, cuatro residentes convocaron un referéndum para discutir el asunto. En Suiza, cualquier ciudadano con derecho a voto puede hacerlo. Lograron 492 firmas a favor, cinco más de las necesarias. La consulta se celebró hace un mes, después de semanas de debate público en los corrillos. Y el resultado ha dejado sin palabras a media Europa. Los habitantes de Oberwil-Lieli prefieren rascarse el bolsillo antes de admitir a los nuevos vecinos.... Bueno, en realidad eso es lo que ha votado el 52% de los que se acercaron a las urnas el 1 de mayo, que fueron 1.105 personas, la mitad del pueblo.

El resultado, aunque ajustado, ha hecho saltar las alarmas en los organismos internacionales encargados de lidiar con la crisis de los refugiados. En España, CEAR no da crédito a la situación. «Este tipo de gestos no responde a la Europa que defiende los derechos humanos, sino a una conducta racista y xenófoba. En este tema no hay sitio para el mercadeo ni el comercio», describe con dureza Nuria Díaz, coordinadora de incidencia y participación social de este organismo.

También hay vecinos de Oberwil-Lieli que se «avergüenzan» del resultado de la consulta. Lo explica Dominique Lang, integrante de IG Solidaritaet, una plataforma que nació en septiembre, cuando se empezó a hablar de los refugiados. Su objetivo es combatir el mensaje negativo sobre ellos y empujar a quienes les apoyan a que asistan a una nueva asamblea donde se tomará la decisión definitiva. No les queda mucho tiempo.

8.000 euros por cabeza

En 48 horas, el órgano de gobierno local se reúne de nuevo para aprobar los presupuestos de este año, todavía pendientes de un hilo a causa del pago de la multa. Si apuestan por el sí, darán luz verde al abono de los 262.000 euros al cantón, que los dedicará a ayudar a otros desplazados que sí sean aceptados en el resto del territorio. Ese dinero saldrá del bolsillo de todos los residentes, que lo pagarán a través de sus impuestos, aunque no parece que esto sea un problema en un lugar en el que la renta per cápita supera los 8.000 euros y el 15% de sus vecinos son millonarios. Algunos incluso se han ofrecido voluntarios a pagar el montante total de su bolsillo.

Resulte lo que resulte en la asamblea del viernes, lo que queda claro es que Suiza ya no es la que era con los inmigrantes. Antes recibía con los brazos abiertos a quienes iban en busca de un futuro mejor y hoy escruta por la mirilla quién llama a su puerta antes de abrir sin retirar la cadena. De hecho, Oberwil-Lieli no es el primer sitio donde los vecinos protestan por la llegada de refugiados. En Grolley, en el cantón de Friburgo, 750 se manifestaron en septiembre porque una fundación religiosa decidió convertir un palacete decimonónico en un centro para sirios y eritreos. Y en Schaffhausen, una aldea de 125 habitantes al norte de la capital, les costó aceptar que las antiguas escuelas servirían de hogar a 150 desplazados. Hoy siguen despertando el recelo de algunos, aunque otros los contratan por 4,5 euros la hora para recoger la hojarasca.

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