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julia fernández
Martes, 10 de mayo 2016, 19:05
Si te duele la garganta, toma caramelos de propóleo. Aunque si lo que te produce la irritación es una tos tremenda, lo mejor es la miel con limón. Para no llegar a esto, lo ideal es tomar una cucharada de polen de abeja todos los días en el desayuno, que refuerza el sistema inmunológico. Y si te sientes cansado, actívate con jalea real. ¿Quién no ha escuchado estos consejos alguna vez? Todos los productos mencionados salen del mismo sitio: una colmena. La abeja está de moda. En algunas farmacias incluso dispensan pastillas de propóleo y jarabes a base de miel a quien acude raudo y veloz al menor síntoma de que se avecina catarro.
Pero es que hasta las celebrities se han rendido a las patas de este insecto. Y no se trata solo de que la cantante Kylie Minogue endulce el kéfir con su néctar, sino de que ella y otras más han encomendado su eterna juventud al elixir que expele por su aguijón. La última ha sido la actriz Gwyneth Paltrow, que lo ha contado en una entrevista con The New York Times. Y antes, Kate Middleton. A dos meses de su boda, en abril de 2011, aceptó el consejo de su futura suegra, Camila Parker Bowles, de que llamara a Deborah Mitchell, su esteticista, para lucir radiante en el gran día. La duquesa de Cornualles estaba más que contenta con los efectos de los tratamientos que le aplicaba, que tenían al veneno de abeja como principal ingrediente.
Kate lució ese día espectacular: su rostro se vio terso y luminoso, y la prensa no lo pasó por alto. Hoy, Mitchell sigue atendiendo a Camila y a Kate incluso a domicilio, pero a su lista de clientas se han añadido otras famosas como las actrices Kate Hudson y Michelle Pfeiffer, la diseñadora Victoria Beckham, la cantante Danii Minogue (hermana de Kylie)... Y hombres, como el directivo de Sony Simon Cowell o el actor Robert Downey Jr. Sus cremas con apitoxina (que es como se llama el veneno de estos insectos) tienen adeptos en todo el mundo.
Ahora bien, no hace falta ir a Londres para ponerse en manos de un profesional. En la consulta barcelonesa de Alberto Moreno los clientes también son tratados con abejas. Y no de forma tópica, sino a base de chutes. Este apiterapeuta formado en Chile administra el veneno en dosis muy medidas a través de picotazos para que la piel recupere lozanía, como en el caso de Paltrow. Su clínica es una de las pocas que lo hace en España: «Cada vez hay más interés». Eso sí, antes de nada, el cliente debe pasar unas pruebas de alergia y tolerancia. «Si no hay reacción, empieza el tratamiento». El bono de diez sesiones de una hora cuesta 490 euros.
¿Es el veneno de abeja el santo grial de las arrugas, el botox natural? «Las disminuye, aunque no desaparecen. Ni es botox, ni te va a dejar la cara como la de un bebé. Milagros, ni en Lourdes», advierte realista el terapeuta. El dermatólogo Ramón Grimalt, profesor también en la Universitat Internacional de Catalunya, aporta otro dato. «Ninguna de las cremas con apitoxina tiene detrás un trabajo científico que demuestre los resultados, algo para lo que habría que aplicar el producto solo en media cara y comprobar qué ocurre a los seis meses, por ejemplo».
Pues hay quien dice que sí se ve más joven...
También hay quien se echa un antiestrías durante el embarazo en ambos pechos y como no le sale ninguna dice que funciona. Para saberlo tendría que haberlo aplicado solo en uno.
Moreno también subraya que la apitoxina aplicada por vía tópica es menos efectiva porque «cuando le da la luz directa pierde propiedades muy rápido». Por eso, defiende que la picadura funciona mejor. Y en parte tiene razón. Según Grimalt, «los pinchazos en el rostro, inocules o no una sustancia, tienen cierto efecto porque provocan una reacción para reparar el daño y eso puede lograr un mejor aspecto de manera transitoria. Es como aplicarse una ampolla flash con alfahidroxiácidos y retinol, al ser irritante, la piel se hincha un poco y se ve distinta por el efecto edema. Pero es momentáneo».
Más de 500 dolencias
Ahora bien, el veneno de abeja no solo tiene aplicaciones estéticas. «Sirve para tratar más de 500 dolencias. En general, la colmena es una farmacia natural», defiende Adela Pérez, que lleva 18 años haciendo terapia con estos insectos. Los problemas más comunes a los que se enfrenta son «ciáticas, dolores cervicales, artritis, artrosis, tendinitis...». Aunque este principio también se utiliza en ciertas «afecciones respiratorias, coronarias y neurológicas». ¿Cómo? «Es una sustancia muy técnica que está compuesta de muchas cosas». Entre las que se citan siempre:melitina, fosfolipasa, histamina, dopamina, adolapina...
¿Qué conseguimos al introducir la apitoxina en nuestro cuerpo?
Se resume en calidad de vida. Cuando tienes dolores, no tiras para adelante. Si algo te los quita o los apacigua, empiezas a rendir.
¿Algunos apiterapeutas hablan de curar?
Es una palabra peligrosa. Es verdad que hay algunos casos. Yo misma lo he experimento. Lo que hace el veneno es estimular unos procesos internos, es un refuerzo.
Pérez conoció la técnica por su hija. «Llevaba un año y medio con una lesión en el tobillo sin mejorías. Los médicos se planteaban operarla. Estábamos desesperados y fuimos a un apiterapeuta». No hizo falta pasar por el quirófano. Ahora es su padre el que recibe la picadura de las abejas. «Es una terapia relativamente suave, pero debe ser administrada por un profesional con experiencia y mucho cariño». Además, no todo el mundo puede probarla, como reconoce esta profesional formada en campos médicos que considera indispensable «conocer especialidades como Anatomía, Fisiología, Química...». Entre los que no son aptos: embarazadas, casos de diabetes severa, afectados de enfermedades de las glándulas suprarrenales...
El no de los reumatólogos
Una de las cosas que tampoco aconseja Pérez que cobra 40 euros por consulta es ocultarle al médico el tratamiento. «Debe estar informado y es a él a quien debemos preguntar si dejar o no la medicación. Nosotros estamos aquí para colaborar», dice para tender un puente. En cambio, desde la Medicina, se mira a la apiterapia con escepticismo. «Se usaba en tiempos antiguos para ciertas dolencias cuando no había otro tipo de tratamiento, pero ahora sí que lo hay», explica Montserrat Romera, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología. Precisamente, las afecciones de las que se ocupan estos especialistas son una de las principales causas que llevan a la gente a la consulta de Pérez y su colegas. «Los reumatólogos ni la practicamos ni la recomendamos», añade.
En 2014, el British Medical Journal, una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo, hizo una revisión de las investigaciones publicadas sobre este tratamiento.«De todos los trabajos, se quedaron solo con uno que cumplía los mínimos criterios de calidad. Y es de 2005», apunta Romera. Aunque es cierto que se han hecho muchos estudios sobre el tema, la revista concluye que la mayoría son incompletos o la muestra estudiada no tiene suficiente epresentatividad como para poder extraer de sus conclusiones evidencia científica alguna. No obstante, en algunos países, sobre todo de América del Sur, la apiterapia se receta en las consultas del médico de cabecera. «En pacientes inmunodeprimidos (y algunos afectados por enfermedades reumatoides lo son) hay que tener cuidado», se reafirma la portavoz de los reumatólogos españoles.
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