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Guerra a los tampones y a las compresas

Los miembros de la CUP de Manresa han sido los últimos pero no los primeros en criticar estos productos de higiene femenina y recomendar otras alternativas pero... ¿tienen razón?

Rebeca Alonso

Viernes, 22 de abril 2016, 19:19

Las compresas fueron, en su día, todo un avance para las mujeres que tenían que utilizar paños durante su menstruación. Más tarde llegaron los tampones con esos míticos anuncios en los que se prodigaba que las féminas podían hacer de todo con ellos: nadar, montar a caballo, vestir un ajustado pantalón blanco acciones que las compresas limitaban considerablemente. Pero estos productos que en su día fueron una revolución hoy están envueltos en polémica. Las razones que alegan sus detractores son varias: salud, ecología, economía y comodidad, a rasgos generales. Pero, ¿están en lo cierto?

Algunas personas aseguran que los ingredientes químicos que se utilizan en la fabricación de compresas y tampones son perjudiciales para la salud, incluso se ha llegado a decir que pueden provocar cáncer, pero los ginecólogos coinciden en transmitir un mensaje de tranquilidad y señalar que son productos que pasan unos controles de calidad y que no son dañinos. No hay pruebas científicas al respecto pero lo que sí es cierto es que los materiales de las compresas y tampones pueden producir alergias e irritaciones a algunas mujeres e incluso aumentar las posibilidades de contraer infecciones. «Cuando he tenido pacientes con esas afecciones y se han pasado a la copa vaginal han notado mejoría», explica la ginecóloga Cristina Álvarez, del Hospital Clínico de Valladolid, aunque reconoce que no son problemas demasiado frecuentes. «También pueden provocar alergias los 'salva slips' que utilizan desodorantes y perfumes para aportar buen olor. Es cierto que las copas están hechas de silicona y tienen la ventaja de generar cero residuos, ser baratas y no provocar ni alergias ni irritaciones», añade.

En el caso de los tampones, algunas mujeres aseguran sufrir sequedad vaginal como consecuencia de su utilización prolongada. «En algunos casos concretos puede aparecer este problema», admite el ginecólogo Francisco Ramos del centro médico Recoletas de Valladolid, aunque señala que «el principal inconveniente radica en que una mujer se olvide del tampón y se lo deje mucho tiempo, incluso varios días, lo que puede provocar el síndrome del shock tóxico», indica. «Las compresas y las esponjas naturales pueden favorecer ligeramente el aumento de la candidiasis vaginal por la humedad» señala, pero asegura que todos los productos que están a la venta son seguros y que la clave es una buena utilización de los mismos. En cuanto al síndrome del shock tóxico, la doctora Cristina Álvarez certifica que existe un caso documentado por uso de copa en agosto de 2015 en Canadá, por lo que no sería exclusivo de los tampones. «Es algo muy poco común», tranquiliza.

Un inconveniente que sí está probado es el dinero, ya que ni las compresas ni los tampones son reutilizables y las alternativas disponibles hoy en el mercado sí lo son, por lo que el ahorro es considerable (hay que recordar que a estos productos se les aplica un IVA del 10%, lejos del 4% de los productos de primera necesidad). Por el mismo planteamiento son menos ecológicos, ya que se arrojan a la basura tras un único uso y no son biodegradables. Por último, es cierto que algunas de las alternativas son más cómodas y permiten más libertad a las mujeres pero no todas.

Estas son las tres principales opciones a las compresas y tampones:

1. La copa menstrual.

Es la estrella de los nuevos métodos para la menstruación. Las ventajas son numerosas: El precio (cuesta entre 15 y 30 euros dependiendo de la marca y dura años), la comodidad (aguanta más tiempo que un tampón, incluso toda la noche sin problema en caso de reglas de flujo medio, y permite realizar cualquier actividad sin que moleste, incluido bañarse), higiene (no causa pérdidas ni olores) y la seguridad que ofrece su material: látex o, en su gran mayoría, silicona quirúrgica o médica. La única pega que tiene es que hay que practicar un poco para aprender a ponerla (se introduce doblada y se despliega sola en el interior de la vagina) y quitarla (hace una especie de vacío y hay que romperlo apretando un poco la base con los dedos) pero una vez superada esa fase no provoca ninguna molestia ni incomodidad.

2. Esponjas marinas.

Se trata de esponjas naturales que se introducen en la vagina para absorber el flujo menstrual a diferencia de la copa, que solo lo recoge y al sacarla se vacía. Al retirar la esponja hay que lavarla y para volver a introducirla debe estar húmeda pero bien escurrida. La desventaja frente a la copa es que sí puede causar pérdidas sobre todo si se deja más tiempo de la cuenta. Sin embargo, esto no ocurre con la copa, ya que sus bordes de silicona se adaptan a las paredes de la vagina e impiden que el flujo se escape. Además, las esponjas se deben reemplazar al cabo de unos seis meses mientras que las copas duran años. Sin embargo, hay que destacar que las esponjas permiten las relaciones sexuales y que son 100% naturales. Al acabar el ciclo, las esponjas se limpian con una solución específica o un jabón suave mientras que las copas se hierven.

Es cierto que ambos métodos tienen un inconveniente común: necesitan un baño con bidé o lavabo para cambiarse y no siempre es posible en caso de salir fuera de casa. En este ejemplo, la copa sería más adecuada, ya que en último caso se podría prescindir del agua tras el vaciado aunque no sea lo ideal.

3. Compresas de tela

El otro método recomendado por la CUP es el uso de compresas de ropa, que se diferencian de las normales al ser de tela y lavables. Evidentemente este método es más ecológico aunque no especialmente cómodo ni más higiénico para la mujer que las compresas convencionales y los tampones.

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