IRMA CUESTA
Viernes, 27 de noviembre 2015, 20:45
Es más que probable que el gallego Francisco Estévez Martínez (Parderrubias, 1898-Ohio, 1974) dejara su tierra sin imaginar que un día sus descendientes inscribirían su nombre con letras de oro en la historia del cine. Paquiño, que con 16 años hizo el petate y embarcó rumbo a Cuba en busca de fortuna, decidió probar suerte en los Estados Unidos cuando se dio cuenta de que recolectar caña de azúcar a cambio de unos pocos pesos no le sacaría de la pobreza. Allí, el chaval se enamoraría de Mary Anne Phelan una refugiada que consiguió escapar de la guerra civil de Irlanda gracias a sus conexiones con el IRA y juntos criarían diez hijos. Ramón Antonio Gerardo Estévez, rebautizado con el paso de los años como Martin Sheen, fue uno de ellos. Aquel nombre, sin duda más apropiado para alguien empeñado en ganarse la vida interpretando la de otros, ha contado que a su padre no le hizo ninguna gracia que su hijo se inclinara por una profesión tan incierta como apasionante y que, como el patriarca no quiso apoyarle, tuvo que pedir dinero prestado a un cura amigo de la familia cuando hizo las maletas decidido a probar suerte en Nueva York.
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En la ciudad de los rascacielos Martin estudió, trabajó y se hizo un hueco entre los actores destacados del momento con el mismo tesón con el que fue tejiendo la profunda conciencia social que le ha acompañado hasta ahora. Poco a poco, el nieto de Manuel y Dolores, que dice haber dormido en el metro y pasado mucha hambre en el intento, terminó por conseguirlo: tenía 24 años cuando logró su primera nominación para los Tony de teatro, y el dinero y el prestigio comenzaron a correr de la mano.
Unos años después, Martin fue el elegido por Francis Ford Coppola para interpretar al protagonista de su laureada Apocalypse now (1979). El capitán Benjamin Willard se convertiría en uno de los mejores papeles de su carrera a pesar de que aquellos meses de rodaje en Camboya le sentaran realmente mal. Sheen, que para entonces tenía 36 años, sufrió un infarto pocos días después de diagnosticarle un pico de estrés que el actor se había encargado previamente de regar con una buena dosis de alcohol. El trabajo no podía detenerse, los productores entraron en pánico y, sin ninguna certeza sobre su recuperación llegaron a darle la extremaunción, se arreglaron sin él como pudieron durante un mes. En aquellos días, discutiendo con varios representantes del estudio, Coppola llegó a gritarles: «Martin Sheen no se muere hasta que yo lo digo». Y así fue: unas semanas después volvió al trabajo, terminó la película... y jamás volvió a beber.
Cultiva pimientos de Padrón
Por más que la suya haya sido una carrera sembrada de éxito aunque en su filmografía no falta algún que otro bodrio, Martin siempre ha mantenido que su mejor trabajo ha sido su familia, la que creó junto a la también actriz Janet Templeton sin saber que con ellos estaba naciendo una saga. Emilio, Ramón, Charlie y Renée, sus cuatro hijos, se han dedicado al cine.
Sin duda, de entre todos, Charlie es el más conocido. No solo porque su filmografía incluya títulos como Amanecer rojo (1984), Platoon (1986) o Wall Street (1987), y haya sido protagonista de series de televisión como Dos hombres y medio, convirtiéndose en el actor mejor pagado de la televisión 1,8 millones de dólares por cada capítulo de la última temporada, sino porque su afición a las drogas, el sexo y el alcohol, lo mantienen desde hace décadas en el punto de mira.
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Ahora, cuando además todo el mundo sabe que el más pequeño de los hijos varones del protagonista de El ala oeste de la Casa Blanca es seropositivo, los Sheen cierran filas en torno al más díscolo de la estirpe. «Cuando lo veía solo, revelando su secreto más oscuro y profundo, no podía creer el nivel de valentía del que estaba siendo testigo y que fuera mi hijo. Le dejé un mensaje y le dije que si yo tuviera tanta valentía, cambiaría el mundo», ha dicho hace solo unas horas el patriarca refiriéndose al momento en el que hizo pública su enfermedad en televisión.
La vida de Charlie, que en su última película, Machete kills (2013), ha recuperado su nombre de pila y aparece en los créditos como Carlos Estévez, incluye sexo con cerca de cinco mil mujeres y una fortuna (10 millones de dólares) dilapidada tratando de evitar que contaran su secreto; desde luego, nada que ver con la del resto de sus hermanos.
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Emilio, el otro Estévez que ha cosechado éxito y dinero como actor, director y productor, hizo sus primeros pinitos cuando, con solo once años, su padre le regaló una cámara portátil. Luego llegarían los cortos rodados con su hermano Charlie y amigos de la secundaria como Sean y Chris Penn y Chad y Rob Lowe.
El último trabajo como director de quien es el más tímido y discreto de la casa, se convirtió en todo un homenaje a la tierra de su abuelo. The way (2010), la película en la que su padre interpreta el papel protagonista, es la historia de un hombre que recorre el Camino de Santiago honrando la memoria de su hijo y la oportunidad de los Sheen para rendir tributo a sus antepasados y declararse ante el mundo «gallegos de corazón». Y algo de eso debe de ser cierto, porque Emilio tiene en casa una huerta en donde cultiva sus propios pimientos de Padrón.
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