EL NORTE
Viernes, 30 de octubre 2015, 21:08
Con el paso de los años la fiesta de Halloween se ha ido convirtiendo en uno de los días más esperados por los españoles. Parece ser que las costumbres de esta celebración han echado raíces entre las nuevas generaciones, aunque todavía se escuche por ahí aquello de «no sé ni que estamos celebrando, esta fiesta es de yanquis». Nada más lejos de la realidad ,ya que el origen de este festejo es muy distinto al que normalmente se le otorga.
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Es cierto que Halloween se instaura entre nuestras costumbres gracias a la fuerza del cine o la televisión norteamericana. Sin embargo habría que destacar algunas de las celebraciones que tenían lugar en España y otros países europeos muchos siglos antes de su llegada.
La fiesta de Halloween es una fiesta de origen pagano que se celebra la noche del 31 de octubre, y sus raíces están vinculadas con la conmemoración celta del Samhain y la festividad cristiana del Día de Todos los Santos. Samhain, significa fin del verano y se festejaba el fin de la temporada de cosechas en Irlanda para dar comienzo al año nuevo celta, coincidiendo con el solsticio de otoño.
Halloween también es conocido como la Noche de las Brujas y es una fiesta con mucha historia en los países anglosajones como Irlanda, Reino Unido, Cánada o Estados Unidos y en menor medida en Latinoamérica y España. Durante la noche del 31 se creía que los espíritus de los difuntos caminaban entre los vivos, y se realizaban fiestas y ritos sagrados que solían incluir intentos de comunicación con los muertos. Además, era habitual colocar una vela encendida en las ventanas para que los muertos «hallasen su camino».
De las velas a las calabazas iluminadas
Lo más habitual es que este día casas, calles y ropajes se inunden de los colores naranja, morado y negro, siempre intentando tirar de disfraces terroríficos. Además de disfrazarse, la idea principal es pasar una noche entre risas y sustos. Se hacen bromas, se cuentan historias de terror o se ven películas de miedo.
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En los inicios de esta fiesta se creía que los espíritus visitaban las casas de sus familiares. Para evitar ser molestados por los espíritus, los aldeanos ponían una vela en la ventana de su casa por cada difunto que hubiese en la familia. Si había una vela en recuerdo de cada difunto los espíritus no molestaban a sus familiares, si no era así los espíritus les hacían pasar una noche horrible entre terribles pesadillas.
¿Por qué los disfraces? Se tiene entendido que los aldeanos se vestían con ropas harapientas y máscaras para intentar pasar desapercibidos entre los espíritus. De las velas que ayudaban a los muertos a encontrar su camino, se pasó a poner calabazas con agujeros que simulaban caras horribles para evitar al espíritu de Jack OLantern que según cuentan las leyendas había hecho un pacto con el demonio. Este espíritu formulaba peticiones de tratos a los aldeanos y los que no los cumplían o aceptaban corrían el riesgo de quedar malditos o de que Jack mandara sobre ellos infortunios como la peste, la muerte de su ganado o el incendio de su vivienda. De aquí sale la costumbre del ¿truco o trato?
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Halloween en España
En España, debido a su origen celta, hay un número considerable de tradiciones relacionadas con espíritus. No hay duda de que los más famosos son las meigas gallegas pero en Asturias, ya en el siglo XIII, los niños llevaban lámparas y pedían comida en las casas durante esa noche. Nos suena ¿no? Es lo que actualmente sería el pasacalles que se celebra con los niños disfrazados llamando de puerta en puerta pidiendo golosinas.
En la actual comunidad de Madrid se tienen registros de numerosos municipios en los que se decoraban las casas con calabazas, a las que le hacían agujeros en su interior para simular una cara con ojos, nariz y boca y se introducía una vela o luz dentro de la calabaza, con el objetivo de invocar espíritus protectores y asustar a la gente generando una atmósfera de terror. También era algo habitual llevar luces a los cementerios para que hicieran de guía con los muertos y se limpiaban las tumbas.
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Al fin y al cabo parece que la fiesta de Halloween debe estar más arraigada a nuestra costumbre de lo que podemos llegar a imaginar y sería conveniente empezar ya a despegarnos de esa idea de la fiesta estadounidense.
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