Señalización a la entrada del municipio.

Castrillo Matajudíos ya se llama Castrillo Mota de Judíos

La Junta de Castilla y León aprueba el cambio de nombre de esta localidad burgalesa tras acordarlo mayoritariamente sus vecinos

a. corbillón / efe

Lunes, 22 de junio 2015, 13:09

A iniciativa del Ayuntamiento local, y tras acordarlo sus vecinos mayoritariamente, la Junta de Castilla y León ha aprobado el cambio de nombre de la localidad burgalesa de Castrillo Matajudíos, que pasará a denominarse Castrillo Mota de Judíos.

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El Boletín Oficial de Castilla y León publica hoy el acuerdo de la Junta de Castilla y León que constata ese cambio de nombre, en la línea del sentir del municipio, en el que la mayoría de sus 56 habitantes acordó esa nueva denominación, en una consulta que coincidió con las elecciones europeas del 2014.

La Junta considera que el expediente remitido por el municipio "acredita que el cambio de denominación tiene justificación histórica y que la misma no coincide ni produce confusión con otras denominaciones ya existentes", según el acuerdo recogido hoy por Efe.

Desde el municipio se ha argumentado que el nombre de Castrillo Matajudíos no hacía justicia a un pueblo que desciende de una antigua judería fundada en el siglo XI.

El pequeño Castrillo Matajudíos ya merecía estar en los mapas por su larga historia. Fue protagonista, junto al cercano Castrojeriz, de la primera Carta Puebla, ejemplo de legislación medieval de equiparación de derechos entre cristianos y judíos en el año 974. Además, allí nació Antonio de Cabezón, el músico renacentista ciego que puso sonido al imperio de Felipe II. De hecho, en 1968 ya hubo un intento de cambiar el nombre por el de Castrillo de Cabezón.

En el pueblo siempre supieron que en una mota (colina) cercana había restos de una importante aljama o colonia sefardí. Restos de la comunidad que se trasladó allí en 1037 huyendo de Castrojeriz tras una revuelta contra ellos por temas impositivos que acabó con la matanza de 60 personas. En su nuevo asentamiento, y gracias al cercano Camino de Santiago, alcanzaron gran notoriedad. Tras la expulsión de los judíos en 1492, el villorrio languidece hasta que, casi siglo y medio después, en 1623, aparece por primera vez la referencia a la zona como Castrillo Matajudíos. «No significa que mataran judíos sino todo lo contrario. Este nombre no respeta la memoria histórica de lo que allí ocurrió», resume el arqueólogo Ángel Palomino, que ha estado tres meses estudiando el terreno por encargo del Ayuntamiento para argumentar en defensa del cambio de nombre. Palomino, que el pasado Sábado Santo dio una charla a los vecinos en la iglesia parroquial, coincide con las teorías que relacionan el origen del patronímico con "Mota de judíos". Según este experto, el cambio a Matajudíos pudo deberse a «la necesidad de los conversos de mostrarse más cristianos que nadie en un contexto de Inquisición y Contrarreforma que les miraba con lupa». Hay incluso otras teorías históricas previas que, siempre desde la negación del genocidio judío en la zona, relacionan ese "Mata" con la fisonomía de «pobres matorrales y frías parameras» de la zona. Sea como fuere, ese rincón de Burgos se ha convertido con los años en uno de los que más estudios históricos ha generado en Castilla.

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Oculto en el DNI

Desde que en 2007 recuperara el bastón de mando, el regionalista Lorenzo Rodríguez tuvo entre sus prioridades revitalizar la historia del pueblo. «El origen de todo esto empezó por recuperar el yacimiento y ofrecer algo que visitar», recuerda Palomino. «Nosotros no queremos que todo se acabe con el cambio de nombre», completa Rodríguez. Es solo el primer paso. «Sabemos que hemos empezado un camino que ignoramos a dónde conducirá. Serán las administraciones provincial y regional las que decidan», reconoce el alcalde quien, hasta ayer, no había recibido ninguna llamada de la Diputación de Burgos o la Junta de Castilla y León. «Imagino que con la prensa internacional algo nos harán saber».

A pesar de que el escudo local está marcado por el inevitable castillo, el piano de Antonio de Cabezón y una estrella de David hebraica, muchos lugareños suelen evitar usar la segunda parte del nombre de su pueblo. «Cuando viajas por ahí no te gusta que aparezca eso en tu DNI. He llegado a escuchar que tiene connotaciones nazis», se lamenta Lorenzo Rodríguez.

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La peripecia de los castrillenses también ha despertado comentarios en la comunidad judía (hay unos 50.000 sefardíes en España). «En ningún pueblo de Europa existen expresiones de este tipo aunque agradecemos que haya salido el cambio del propio pueblo», reflexiona María Royo, de la Federación de Comunidades Judías.

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