«Tengo la sensación de que llevo toda la vida pensando qué diré en el Sermón de las Siete Palabras»

El padre Herrero es un hombre inquieto, activo, que constantemente está de viaje por sus múltiples obligaciones y responsabilidades que le llevan fuera de Valladolid y de su parroquia, la iglesia de La Paz en la plaza España de Valladolid.

Aunque aún no se ha hecho oficial, parece seguro que el Sermón de las Siete Palabras se celebrará en la Plaza Mayor a mediodía del Viernes Santo, día 2 de abril, de forma estática, sin pasos, ni cofrades en movimiento, y con el padre Herrero proclamando su sermón desde el púlpito frente al público dispuesto en sillas debidamente separadas para guardar las distancias precisas.

El salmantino hermano capuchino Víctor Herrero de Miguel es doctor en Sagrada Escritura por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, además de tener una amplia formación y dedicación al estudio de las Escrituras. Este joven fraile capuchino es deportista, amante de las escapadas a la naturaleza buscando la inspiración y la reflexión, una persona cercana a la oración, activo, comprometido con diversos movimientos parroquiales, profesor universitario y destacado orador por el uso que hace de la palabra y el mensaje profundo que transmite en sus alocuciones.

–¿Quién es el predicador del sermón de este año?

–Es un fraile capuchino que nació en Salamanca hace 40 años y trata de vivir como nos enseñó San Francisco, como hermano de todos.

–¿Cuál es su dedicación actual?

–Acompañar a las personas, a las que vienen a nuestra iglesia de La Paz, a los chicos a los que doy clase en la Universidad, a mis hermanos religiosos, a quienes encuentro en charlas, conferencias, peregrinaciones, a mi madre. Además de esto, rezo, leo, escribo, salgo a correr, voy a la montaña o estoy con los amigos.

–Además de sus responsabilidades en Valladolid hemos comprobado que viaja constantemente, ¿por qué?

–Porque como franciscano que soy, mi convento es el mundo. Y, más en concreto, porque algunas de las cosas que hago –dar clases o acompañar grupos– me exigen viajar con frecuencia no solo por España sino a otros lugares, como Roma, Jerusalén, Cuba u otros países donde me llaman.

–¿Tenía alguna vinculación con la cofradía de las Siete Palabras?

–Aparte de una relación de amistad con don José Heras, el párroco de Santiago y consiliario de la cofradía, fui invitado hace un par de años a predicar el quinario en honor del Cristo de las Mercedes.

–¿Cuál es su conocimiento de la Semana Santa de Valladolid?

–El de alguien que, viniendo de fuera, queda maravillado por la belleza de las imágenes, la hondura de las tradiciones y el sentimiento religioso de muchas personas que la viven con auténtica fe.

–¿Cómo ha vivido este último año de pandemia y confinamientos?

–Sorprendido, preocupado, algunos días muy triste, centrado en mis quehaceres, leyendo mucho, ahondando la experiencia del silencio, confiando.

–¿Ha tenido tiempo de pensar qué dirá desde su púlpito?

–De manera inmediata, no demasiado. Pero tengo la sensación de que llevo toda la vida pensando en esto.

¿En qué se inspirará?

–En la escucha atenta de las palabras de Jesús.

–¿Qué importancia tendrá en su sermón la situación sanitaria actual y la pérdida de feligreses afines a La Paz que seguro habrá sufrido?

–No es posible hablar sin contemplar lo que sucede, porque todo –hasta un pájaro que encontramos en un parque– nos está diciendo algo. Cuánto más las vidas de las personas que sufren.

–¿Le genera alguna atracción alguna de las Siete Palabras?

–Todas me atraen, pues en las últimas palabras de Jesús están concentradas todas las palabras que los seres humanos, en todos los idiomas y en toda la historia, hemos dicho y podemos decir. La que más me impresiona es esta: Tengo sed.

–¿Prefiere que el Sermón sea en la Plaza Mayor o en la Catedral?

–Prefiero que sea donde quienes tienen la responsabilidad de decidir, decidan.

–¿Cómo suele vivir la Semana Santa de Valladolid?

–Centrado en las celebraciones y tratando de vivir por dentro todo lo que estos días nos invita a expresar por fuera. Me gusta en especial el Sábado Santo coger el coche e irme a la montaña a pasear. Y el Domingo de Resurrección. levantarme pronto, salir a correr y abrir bien los ojos para ver la vida.

–¿Cómo es la de su ciudad, Salamanca?

–Hace más de veinte años que no paso una Semana Santa allí, pero recuerdo la sobriedad de las procesiones, el silencio, el frío sobre las piedras. Amo Salamanca y cada vez que voy es una fiesta.

–¿Una reflexión a propósito de la Cuaresma en la que ya estamos inmersos?

–Diría algo muy sencillo, que la llave de la vida es la generosidad, que vivir consiste en dar gratis lo que gratis hemos recibido y que el mayor error consiste en apropiarnos, en sentirnos dueños y señores. Como dijo el poeta Eliot: 'Solo es tuyo lo que nunca es tuyo'.