Secciones
Servicios
Destacamos
Imaginemos una película de la Marvel, un festival de efectos especiales protagonizado por el Capitán América o Spiderman. «Son muchas las películas que, de manera fantasiosa, describen el drama que se desarrolla en la vida humana sobre la tierra», dice Jesús Fernández Lubiano, vicario general ... de la diócesis, con cientos de miradas hacia su rostro, con todos los oídos de la catedral atentos a sus palabras. Es Viernes Santo por la mañana en Valladolid y no deja de llover.
Este mediodía, la Plaza Mayor debería haber sido un escenario donde el arte se cita con la religión para escuchar el Sermón de las Siete Palabras. Pero la lluvia ha impedido la celebración al aire libre y el mensaje de esperanza se ha traslado al interior de la catedral, en un acto presidido por el nuncio del Papa en España, Bernardito Auza, y el arzobispo, Luis Argüello.
Y aquí, en este templo iluminado de rojo, Fernández Lubiano también habla de películas de acción, de esos filmes en los que, «de manera fantasiosa, siempre aparecerá un personaje psicodélico que con sus superpoderes puede destruir el mal». Destrozar al villano. Aniquilarlo para aspirar a un mundo en paz. Pero esa no es la solución. «El Reino de Dios no consiste en quitar a los malos para que solo pervivan los buenos, sino en arrancar el mal del corazón del hombre».
Y el vicario general de la diócesis vallisoletana hurga en esa llaga, en esa «herida del corazón» que tiene todo ser humano. «Hasta el niño tiende a ser rebelde y desobediente, por muy bien que le hayan educado sus padres». Por eso, la solución «no consiste en cumplir unas normas, unas leyes, sino en transformar al hombre por dentro para que pueda hacer el bien. No consiste en obrar por obligación, sino por seducción. No consiste en imponer unas ideas, sino en ser atraídos y transformados por la fuerza de su amor. Jesús sana los corazones destrozados y pone en nosotros el inicio de la vida nueva, de la vida eterna».
Precisamente el amor (el amor fraternal, el amor al prójimo) es situado en el centro del sermón de las Siete Palabras de este año. Un texto que ha jugado con imágenes de la cultura popular (los superhéroes, el esfuerzo extenuante de los deportistas) para ahondar en el misterio de la fe. «En el Crucificado están todas las respuestas a nuestros interrogantes más profundos sobre el sentido de la vida, de nosotros mismos y de Dios», asegura Fernández Lubiano, quien insiste en que la solución a tanto interrogante es el amor. «Este amor. Esta forma de amar y no otra. El amor más grande, que es dar la vida por los amigos. Solo este amor redime el mundo», añade el orador desde su tribuna en la catedral. A su lado no estaba el Cristo de las Mercedes, la talla que, por seguridad, ante la lluvia, no se trasladó hasta la Catedral.
En este Viernes Santo, en el que los creyentes miran y comparten el sufrimiento de Jesús en la cruz, no se conmemora «una derrota», sino que «se celebra una victoria. El odio se ha convertido en amor, la violencia en paz, la tristeza en alegría», asegura el orador, quien tiene palabras de recuerdo para el escritor Ángel María de Pablos, fallecido este año, ya que el poeta era también cofrade de las Siete Palabras, la hermandad que cada año organiza este sermón. En esta ocasión, la espera de una seo abarrotada estuvo amenizada por la Banda Sinfónica de Arroyo.
Noticias relacionadas
«El mal crece tanto en el mundo que a veces clamamos a Dios para que haga justicia, para que intervenga. Incluso a veces pensamos que debería dar un puñetazo en la mesa y acabar con el mal. Que fulmine a los malos, a los corruptos. Que castigue a los que destruyen la vida», apunta Fernández Lubiano. Y, a continuación, explica que frente a la destrucción, «Dios tiene otro modo y otros medios para poner freno a la difusión del mal». Esa respuesta es «el perdón».
«El perdón interrumpe la espiral del pecado, es un muro donde se estrella el mal. Esta es la justicia de Dios, que no se limita, como la justicia humana a castigar a los culpables, sino que busca el bien y lo crea a través del perdón que transforma al pecador». «Este es el amor de verdad, el que perdona y disculpa, para mover al arrepentimiento», indica el vicario general, para recordar que «ese perdón de Jesús tiene que ser querido, pedido y recibido por nosotros. Sin nuestro consentimiento, Dios no nos puede salvar».
Y en este punto, Fernández Lubiano, alerta de cómo «poco a poco hemos ido echando a Dios de los ámbitos de la vida social, de la cultura, de las creaciones artísticas, de la política, de la economía de la educación, de las relaciones humanas. Parece que Dios tiene que desaparecer». Y advierte: «También en la Iglesia pervive solapadamente esta tentación: decimos creer en Dios, pero tantas veces le dejamos a un lado». «También en la Iglesia en ocasiones hemos caído en la tentación de la autosuficiencia».
El Sermón de las Siete Palabras comenzó a mediodía en la catedral, después de que el mal tiempo obligara a suspender el recorrido a caballo del pregonero. El anuncio del sermón sí que hizo su primera lectura, a las 8:30 horas, en el Palacio Episcopal. El pregonero, Álvaro Gimeno, leyó de nuevo las palabras de Pablo Hernanz Sánchez, anunciado por la trompeta de Pablo Nicolás, en el zaguán de la catedral y ya en el interior del templo, antes del inicio del sermón.
«Tal vez sea providencial que hoy estemos aquí», subraya Fernández Lubiano en alusión a este traslado del acto desde la Plaza Mayor a la catedral, ya que la diócesis celebra un año jubilar para conmemorar los cien años (24 de junio de 1923) de la colocación y bendición de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, en la torre de la catedral.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.