![Kevin Catalán posa junto sus recreaciones de Semana Santa en miniatura.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/03/22/1479050238-kqsB-U2101898438314eJB-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Mamá, quiero ser imaginero. Este es el sueño de Kevin Catalán, un joven de 26 años estudiante de la Escuela de Arte de Valladolid que desde la infancia descubrió su afición por la Semana Santa. A la pasión que vive bajo el Cristo Olvidado y ... el Cristo de la Preciosísima Sangre, pasos de los que es hermano portador, Kevin ha unido la del dibujo. El resultado es una verdadera procesión, con todo lujo de detalle, en miniatura.
Declarada de Interés Turístico Internacional por la calidad y el valor histórico de sus imponentes tallas, algunas realizadas por los grandes maestros imagineros de los siglos XV y XVI, como Gregorio Fernández o Juan de Juni, la Semana Santa de Valladolid convierte las calles en un museo al aire libre, algo que desde niño llamó la atención de Kevin, fascinado «por el aura que transmite cada talla». Aunque su referente es Gregorio Fernández, confiesa que fue el escultor imaginero vallisoletano Miguel Ángel Tapia el que le impulsó a intentar cumplir su sueño.
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Lo que comenzó como una afición se transformó rápidamente en una cita ineludible. Cuarenta días antes del Domingo de Ramos, Kevin se pone manos a la obra. Papel, rotulador y tijeras, así crea sus pasos. Su afición por realizar estas miniaturas viene dada por «la falta de estas imágenes» en las tiendas de souvenirs. «De pequeño tenía pasión por los capuchones de arcilla que venden en las tiendas, mis padres todos los años me compraban uno; me encantaba jugar con ellos. Pero la falta de pasos hacía que la procesión estuviera incompleta, por lo que creé mis propias tallas y comencé a realizar mis propias procesiones en miniatura», explica.
La pasión de Kevin Catalán por la Semana Santa viene de familia. Su abuelo, natural de Andalucía, ya procesionaba en Sevilla antes de recalar en Palencia, donde formó una familia a la que inculcó su pasión desde niños. Así, el padre de Kevin pronto le quiso inscribir en la Vera Cruz de Palencia, algo a lo que se negó porque quería formar parte de la Cofradía de la Preciosísima Sangre de Valladolid
La primera talla siempre es especial y, como no podía ser de otra forma, estaba reservada para el Cristo de la Preciosísima Sangre. Actualmente, Kevin cuenta con 41 pasos recreados, aunque en la exposición que puede verse en la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón hay cuarenta.
El proyecto más ambicioso hasta la fecha y también el más laborioso por el tamaño y la dificultad para cuadrar componentes y elaborar detalles, ha sido 'La última cena', una mesa en la que, si se observa con minuciosidad, se llega a ver a los integrantes superpuestos o 'con espacio justito'. De la recreación que guarda mejor recuerdo Kevin es el Cristo de la Sentencia de Palencia, que guarda un valor sentimental especial, ya que no solo pertenece a la cofradía de sus tíos y abuelos paternos, sino que lo realizó en presencia de estos en una tarde acogedora y familiar.
Pocos pasos le quedan por reproducir en papel. Por eso, este joven vallisoletano pone la vista en Andalucía. Aunque ya ha realizado el Cristo de Medinaceli, quiere tener el paso completo.
Su trabajo no queda en el salón de su casa, donde confiesa que ya no tiene más hueco para guardar las obras, sino que es conocido por cofradías como La Piedad, que le agradeció la reproducción realizada de 'La Quinta Angustia'. «Saber que les ha llegado y que les ha gustado me hace feliz», comenta el joven.
Valladolid, Palencia, Salamanca o Sevilla. Cuatro ciudades. Cuatro Semanas Santa en las que Kevin se ha inspirado y de las que ha recibido hasta encargos. De Salamanca ha sido el último, la talla número 41. De Sevilla también le han llegado solicitudes para tallas como la Esperanza de Triana o el Cristo de Tres Clavos.
Kevin Catalán
Aunque sus primeros pasos en el arte de llevar la semana de Pasión al papel los dio en las tardes de Cuaresma de su infancia, esta afición no ha visto la luz hasta hace cinco años, cuando hizo su primera exposición. «Jugaba en la intimidad, otros niños lo hacían con coches, yo con capuchones» comenta.
Por el momento es una pasión que vive en solitario. No conoce a nadie que también se haya lanzado a la aventura de representar la Semana Santa en miniatura, aunque sí comparte esta pasión con amigos que le ayudan a tener visibilidad en redes sociales, a donde sube sus obras. Lo hace, mano en alza, capturando la imagen de la talla en las zonas más emblemáticas por las que pasa durante la procesión. En un viaje a Sevilla, recuerda como anécdota, se llevó todos los pasos que tenía de la Semana Santa de aquella ciudad y captó la curiosidad de un hostelero de la calle Sierpes, quien mostró su admiración por las miniaturas. «Me dijo que le encantaban, que realizaba un trabajo muy más bonito».
La exposición en miniatura recientemente inaugurada en el Palacio Real de Valladolid la ha contemplado con admiración y con un deseo de futuro. «Por el momento es un 'ojalá', porque para llegar a tener una colección así no solo es necesario mucho espacio, sino una gran inversión en material», explica Kevin. Sus miniaturas se pudieron ver en 2023 en el Centro Cívico Rondilla, donde realizó una exposición tras la pandemia. Fue cuatro años después de su primera exposición, en 2019, en el Palacio de San Joaquín y Santa Ana. La buena acogida por parte del público vallisoletano ha hecho que este año repita con una muestra en la iglesia Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
'La pasión en papel' es el nombre con el que se visibiliza en redes sociales con el objetivo de mostrar su trabajo y acercar la Semana Santa a los niños.
Actualmente, y ante la falta de trabajo, Kevin Catalán ha vuelto a estudiar. Cursa Escultura en la Escuela de Arte de Valladolid, donde ha terminado de constatar su inclinación por las esculturas religiosas y donde ya ha realizado un busto inspirado en el Cristo Despojado. En este centro, además, tuvo la oportunidad de mostrar su arte durante la celebración de un mercadillo, donde sacó papeletas a euro para entrar en el sorteo de una imagen a elegir. La agraciada fue su profesora, Gema Suárez, quien además de llevarse una 'Borriquilla' en miniatura a casa le animó a exponer su obra en la Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
El futuro lo ve algo incierto, todavía no ha decidido si encamina sus pasos hacia creaciones en otro material, algo que supondría también un cambio de tamaño. Pero sí ronda por su cabeza la posibilidad de pasarse a la cerámica para realizar reproducciones de unos treinta centímetros o incluso de realizar sus propios pasos.
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