Semana Santa
Red Madre confía a la Vera Cruz que acoja los dolores de Valladolid «debajo de su manto»Semana Santa
Red Madre confía a la Vera Cruz que acoja los dolores de Valladolid «debajo de su manto»La capital vallisoletana ofreció sus dolores a la Virgen de la Santa Vera Cruz que presidió otro de los actos emotivos de la Semana Santa donde, en esta ocasión, el dolor estuvo muy unido al otro con el apoyo, asesoramiento y acompañamiento al dolor. ... Y es que fue la presidenta de Red Madre la que en esta edición hizo la proclama de los dolores a la también conocida como Reina de la Platería haciendo alusión a los siete dolores de la Virgen María que en el caso de esta imagen de Gregorio Fernández de 1623 están simbolizados en la espada que atraviesa su pecho.
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Un acto especialmente sentido, de recuerdos y de homenajes ciudadanos y de ciudad, pero que la adversa climatología de esta semana también obligó a modificarlo anunciando ya desde por la mañana la suspensión tanto del traslado como de la procesión de la imagen mariana así como el cambio de ubicación del propio acto que se quedó en casa, en su propia iglesia, para no tener que mover la talla que presidía desde el presbiterio, en vez de en la Catedral como estaba previsto en el programa oficial. Es por esto que la Penitencial de la Vera Cruz y la propia calle de la Platería volvió esta tarde a acoger a decenas de personas que querían ofrecer los dolores ataviados de nosotros mismos, de la vida diaria de la capital con sus trajes y corbatas, uniformes y representantes de servicios públicos de los áreas municipales y nacionales de Policía, Bomberos, Guardia Civil… Pero también los sanitarios, los políticos, el sector de la cultura y el patrimonio, las propias tradiciones con asistencia de las casas regionales y, por supuesto, las cofradías de gloria y penitenciales de la capital, una representación de la provincia y la propia Diócesis de Valladolid, cuyo arzobispo, Luis Argüello, presidió la convocatoria. «Fue un ofrecimiento de todos los colectivos humanos», anunciaban por megafonía los propios de la cofradía ante el numeroso público que se congregaba en los accesos al templo.
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Luis Amo
La Virgen de la Vera Cruz, modelo iconográfico del dolor vallisoletano del siglo XVII, presidió la celebración donde la directiva de Red Madre, Mar Sabadell, hizo su proclamación alrededor del símbolo de los siete puñales en el corazón de la Virgen que representan los siete dolores de María referidos a los sucesos de la vida, pasión y muerte de Cristo en pleno Sábado Santo y en constantes referentes a la vida. Fue una convocatoria de reflexiones por las palabras de los intervinientes al tiempo que por las miradas del Cristo de la Oración del Huerto, del Ecce-Homo, del Señor atado a la Columna o de los crucificados del Descendimiento o del Humilladero. Un templo donde la piedad sobrepasa a lo museístico con palabras como de esperanza en torno a la defensa de la maternidad y también acordándose de los enfermos, de los ancianos, de los oprimidos, de los no nacidos… Así se refirió la oferente mostrándose confiada en que la Dolorosa de Valladolid «acoja nuestros dolores debajo de su manto».
Precisamente Mar Sabadell habló de sufrimientos, de padecimientos, de penas y angustias atendiendo a los siete dolores de la Virgen, pero actualizándolo porque son dolores «que sigue sufriendo hoy este pueblo de Dios». El ofrecimiento fue algo así como una proclama o conversación en torno a la Sagrada Familia de Nazaret, postrándose ante la Virgen de la Vera Cruz, «Virgen de la confianza»: «Hoy en día nuestras vidas están rodeadas por las dudas del entorno a la fe, in certidumbres y apostasías», implorando de este modo: «Madre no nos abandones». La presidenta de Red Madre incidió mucho en los episodios más infantiles de la vida de Jesús, citando desde el propio nacimiento como la propia travesía por el desierto por la matanza de niños ordenada por Herodes hasta la vuelta a la tierra de Israel o la búsqueda de Jesús en el templo o más propiamente los episodios de la pasión, muerte y resurrección.
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Fue una conversación entre Mar y María, de dolor esperanzado y ante la atención de los hijos vallisoletanos, cargada de esperanza, de reflexiones sobre el dolor físico o moral de la cruz de Cristo o de los sentimientos de la soledad del dolor «desgarrador y profundo». Una invitación a ayudar a los demás con a mirada puesta en la Dolorosa de la Vera Cruz y a la que pidió su intercesión «porque Jesús va con todos» en una sociedad del siglo XXI que carga con el peso de la cruz de los dolores «Hoy muchas madres ven a sus hijos cargados con la cruz de la enfermedad, de las injusticias, del rechazo o atrapados en la trampa del vicio a las adiciones». Un dolor, sinónimo de fe, y ofrendado por flores que se iban insertando en una cruz. La parte musical corrió a cargo del coro de la Escuela Municipal de Música Mariano de las Heras.
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