La probadilla, el único ensayo de la Bajada del Ángel

Pocos minutos antes de las 18:00 horas, Julia, vestida de calle, ascendía a una de las dos torres que componen la estructura que hace posible el vuelo del ángel. Subió acompañada de su padre, José Arranz. Ya en lo alto y bien sujeta al arnés que se engancha al dispositivo que hace posible el ascenso y el descenso de la cría, fue introducida en el gran globo blanco del que salió poco después para descender, despacio, hasta alcanzar un velo negro que, en esta ocasión, le acercaba un miembro de la corporación municipal con una vara, haciendo así la veces de la Virgen enlutada que este domingo será llevada en andas hasta la plaza del Coso para celebrar la Bajada del Ángel y, de esta forma simbólica, escenificar la resurrección de Cristo.

Cuando Julia alcanzó el velo sujeto de la vara, lo cogió, y, con energía, mientras era ascendida, lo empezó a agitar con fuerza mientras pataleaba, movimientos que se repiten cada año como parte del rito y que aluden al júbilo por la buena nueva de la Resurrección.

En este ensayo también, en vez de palomas la niña suelta dos naranjas antes de retirar la tela negra, naranjas de las que siempre algún chiquillo de los que pululan por la plaza da buena cuenta. Es también toda una tradición el recogerlas.

Fue numeroso el público que se acercó hasta la plaza del Coso -cada año se anima más gente- para contemplar la probadilla, un ensayo que, al igual que la escenificación del Domingo de Resurrección, apenas dura un par de minutos, o ni eso, pero que se vive con mucha intensidad y emoción ya que se trata de un rito secular en Peñafiel.

Tras realizar la prueba y todavía en lo alto de la torre de la que partió dentro del globo, Julia sonrió y saludó a sus compañeros y compañeras de cofradía, que la aclamaron y corearon su nombre tras culminar la probadilla con total éxito, con completa seguridad y soltura siguiendo cada uno de los pasos de los que esta se compone.