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He aquí el ojo que todo vallisoletano quiere tener en Semana Santa para captar lo que a simple vista no se ve. Pedro J. Muñoz ... Rojo (Valladolid, 1964). Cofrade de la Vera Cruz desde 1975, de niño empezó a hacer fotos de la Semana Santa... y hasta ahora. Cualquiera que se acerque a una procesión entre el Viernes de Dolores y el Domingo de Resurrección en las calles vallisoletanas verá cofrades, verá pasos... ¡y verá a Pedro J. Muñoz Rojo! En torno a 8.000 fotografías hace en esos nueve días y el resto del año, este ingeniero informático de profesión, que empieza a tener sucesor en el mayor de sus tres hijos, procesa, selecciona y archiva las imágenes, que pasan a formar parte de su archivo personal y de la memoria sentimental de Valladolid.
–El Viernes Santo de hace dos años, desde su cofradía y su círculo de amistades se estaban pidiendo oraciones por usted.
–El 23 de marzo de 2020 ingresé a mi madre en el Hospital; por la tarde nos enteramos de que tenía covid. El 28 falleció. El 2 de abril me ingresaron a mí, con neumonía bilateral aguda. En casa de mi madre estuve 41 días, 11 en el hospital... Sin ver a mi familia.
–Eran los peores momentos de la pandemia.
–¡La primera semana de covid!
–¿Qué ha cambiado en usted de antes del covid a después?
–Siempre he tenido mucha fe en mi Virgen de la Vera Cruz y en el Nazareno, a la que considero mi segunda cofradía. Pero desde que he tenido covid, ha crecido muchísimo mi fe. De hecho, es que vi la luz blanca...
–¿Estuvo al otro lado de la vida?
–Sí, sí. Soy diabético y, según me dijo el médico, llegué a tener 690 de azúcar, cuando el máximo tolerable es 100. Digamos que conmigo experimentaron porque a los primeros ingresados nos dieron 20.000 medicinas diferentes, hasta que acertaron.
–¿Cómo se encuentra ahora?
–Fastidiado. Llevo dos años de médico en médico. Reumatólogo, traumatólogo... Me ha creado la medicación unos microtrombos y tengo dolores musculares y articulares, no duermo bien, me canso, me fatigo mucho.
–¿Y psicológicamente?
–Bien. Mi forma de ser es abierta, siempre me tomo todas las cosas con humor. Si no, habría sido para tener que haberme tirado por el balcón ya. Tuve una temporada mala, muy mala, porque mi madre falleció el 28 de marzo y hasta julio no pude ir a recoger las cenizas y enterrarla. Cuatro meses, más de la mitad aislado en su casa, y a mi hermano, que reside en Almería, no le dejaban venir. El 6 de julio de 2020 la pudimos enterrar.
–¿Durante su estancia en el hospital por la covid pasaron por su mente muchos fotogramas, negativos, fotos...?
–¡Muchísimos! Los casi dos meses que estuve recluido en casa de mi madre no me moví del salón. Mi mujer me llevaba la comida, me la dejaba en el ascensor, yo llamaba al ascensor, cogía la comida y vuelta al salón. No pisé ninguna otra habitación porque era incapaz de ver fotos, cuadros... Solo veía sombras. Fue horrible, horrible. Y en el hospital, en un habitación de 8 metros, dos personas... Te dejaban a la puerta la comida... Incomunicado... ¡Perdí 11 kilos en 11 días!
–Por cómo se le ve ahora, que ha recuperado los 11 y más, ¿hay que colegir que las oraciones...?
–...¡Hicieron efecto! Por supuesto. Ya en serio, sé que han estado pendientes de mí, aparte de mi familia y de mi cofradía, muchísima gente. En El Norte salió un artículo, que firmaba Víctor Vela, informando de lo que pasaba y los de la Sección de Andas lo movieron que se supiera y se pidiera por mí. Pero luego fue toda la cofradía, muchísimos amigos y conocidos... ¡Impresionante!
–¿Eso a qué obliga?
–Mi buen amigo Jesús Julio Carnero, el Domingo de Ramos me mandó el artículo de El Norte vía Wathsapp y pensé: «Me están haciendo un homenaje, seguro que me estoy muriendo».
–Hombre, visto así...
–¿Visto así? ¿Cuándo se hacen homenajes en España? Cuando te estás muriendo.
–Pero, ¿de verdad llegó a pensar esos días que ya no volvería a hacer fotos de Semana Santa?
–Pensé que no volvía a casa. Es que no se puede nadie hacer idea de lo que eran los médicos y las enfermeras con el 'epi' puesto, cómo impresionaba todo aquello. Hay que ponerse en aquel momento, cuando no se sabía nada de cómo enfrentar esta enfermedad.
–El covid le pilló ultimando detalles de la Semana Santa de hace dos años. ¿Cuál es el último recuerdo que conserva antes de caer enfermo?
–Todos los años en las redes sociales durante los 40 días de Cuaresma pongo una foto en blanco y negro vinculada a la Semana Santa. Llevo ya cuatro años con ello y es un éxito. Hablamos del orden de 6.000 visitas diarias.
–¡Seis mil visitas! Fotografiar en blanco y negro es muy difícil.
–Vamos a ver, las fotografías se hacen en color y a mí, de hecho, no me gusta sacarlas de la cámara en blanco y negro. Luego, a través de photoshop trato las fotos, las convierto a monocromo y juego con el raw de la cámara.
–En esto de los tecnicismos ustedes, los fotógrafos, son un poquito especiales...
–Hombre, los tecnicismos que utilizamos los sabe todo el mundo: lo que es un raw, lo que es un jpg o lo que es el photoshop.
–Todo el mundo que sepa lo que es un raw. Un servidor, no.
–El raw de la fotografía hoy es lo que antiguamente era el negativo o la diapositiva. Para ser un buen fotógrafo no hay que tirar buenas fotos.
–¡Ahora sí que me deja roto!
–No, no hay que tirar buenas fotos: hay que saber luego tratar esas fotos informáticamente. Puedes haber sacado una foto muy buena pero como esté muy oscura o muy clara... Si sabes utilizar photoshop esa foto la salvas.
–¿De dónde le viene a usted esa afición fotográfica?
–En un viaje de mi padre a Vigo, me trajo una cámara de fotos. Una Zenith, de esas rusas. Tendría yo 12 años. Lo empecé a coger gustillo y ese gustillo me ha salido carísimo. Los fotógrafos nos gastamos una pasta en fotos.
–¿Y por qué se especializó en fotografía de Semana Santa?
–Como era cofrade, qué mejor que empezar a hacer fotos en Semana Santa. Siempre he sido cofrade.
–Ya, pero si incluimos la Cuaresma, la fotografía de Semana Santa aquí en Valladolid da para 50 días al año...
–Yo empecé a hacer fotos de procesiones en Semana Santa cuando no desfilaba con mi cofradía y luego me iba a ver recortadores, deportes... A todos los sitios, con la cámara de fotos.
–Cuando uno tiene la fotografía de Semana Santa por vocación, ¿cómo controla el resto del año el ojo fotográfico?
–Evidentemente, yo no me dedico a la fotografía; vivo de mi trabajo, que no es ser fotógrafo. Tengo que viajar mucho y, cuando tengo un rato libre por las noches o los fines de semana, me dedico a seleccionar las fotos que hago en Semana Santa, las retoco, las preparo, las archivo y quedan ya listas para boletines de cofradías, para la Junta de Semana Santa, para carteles... Todo el año así.
–Cada año los pasos, los escenarios urbanos y las cofradías son los mismos. ¿Dónde se inspira un fotógrafo de Semana Santa para innovar?
–Los espacios urbanos cambian. Un año ves una perspectiva que no viste el anterior y el siguiente la buscas y ya no está. Cambia para mi ojo. Y, además, es dificilísimo ahora moverse en el espacio urbano. ¡Hay obras por todos los sitios! ¿No se ha fijado?
–¿Qué fue antes en usted, el cofrade o el fotógrafo?
–El cofrade.
–¿Fue lo máximo llegar a fotógrafo de la Junta de Cofradías?
–No, no. La gente se cree que nos debemos de forrar o algo así... Desde el punto de vista artístico sí es importante, pero nada más.
–Dinero no consiguen y me temo que indulgencias, tampoco.
–Indulgencias tampoco. Lo único que conseguimos es vaciar el bolso y perder peso: fácil dejar de 4 a 5 kilos en esta semana.
–¿En qué procesión tiene el dedo más activo en el disparador?
–Hay varias.
–Mójese con una.
–Por el escenario, por la imagen, por el hábito y por la cofradía, la del Cristo de la Luz el Jueves Santo. Además, de día. Es impresionante. Sale del Palacio de Santa Cruz, vas a la fachada de la Universidad y llegas a la catedral. Tres escenarios de primera.
–¿El espacio urbano en el que más fotos hace esta semana?
–Posiblemente, la calle Platerías.
–¿En cualquier procesión?
–El Lunes Santo salen de la Vera Cruz cinco imágenes, ¡y qué cinco imágenes! Gregorio Fernández en estado puro. Ahí se te va mucho el dedo en la cámara. Están también las procesiones de Regla de la Vera Cruz y de las Angustias. Teniendo la calle Platerías, ¿para qué te vas a mover de ahí? Tienes tallas inigualables, la propia calle, el fondo de la Iglesia...
PEDRO J. MUÑOZ ROJO
Fotógrafo de Semana Santa
–¿Se está andalucizando la Semana Santa de Valladolid?
–¡Sí!
–¿Y eso es bueno malo?
–A mí me parecen muy bien todas las innovaciones que se introduzcan. Lo que ocurre es que estamos perdiendo una calidad impresionante en el patrimonio.
–Que se mete en aguas turbias...
–Sí. ¿Y? Es que es así. Está reconocido mundialmente. Hay imágenes que son muy bonitas, muy llamativas... Lo que usted quiera. Pero que no pegan en la Semana Santa de Valladolid. Es así. ¡Lo ve cualquiera! Ya he tenido alguna polémica en las redes sociales con esto que pienso, pero es que es así: estamos perdiendo calidad en el patrimonio.
–¿Con qué paso o talla se recrea más, con cuáles se encuentra más a gusto fotografiando?
–Tengo dos: Una, mi Virgen, la Vera Cruz; y otra, el Nazareno. ¡Soy la única persona que no saca brillos en la cara al Nazareno!
–Ante alguna foto suya hay gente que se pone a rezar.
–Seguro. Muchas de las estampas del Nazareno, la Vera Cruz o la Cruz Desnuda proceden de fotos que yo he hecho. Cuando se dan esas estampas en las mesas petitorias la gente las coge para rezar.
–¿Dónde ha visto fotos suyas que le haya permitido sentir un punto mayor de orgullo?
–En varios sitios. Por ejemplo, la que hay ahora mismo de la Coronación Canónica en la Vera Cruz. Y la de este año del 'rolap' enorme a la puerta de San Miguel con el Yacente del Descendimiento. También en San Nicolás han puesto otra los de la Oración del Huerto. He de admitir que eso, como fotógrafo, me gusta. Veo que el trabajo que hago, de forma totalmente altruista, sirve para algo importante.
–¿Dónde aspira a que pueda haber una fotografía suya de Semana Santa?
–¿La verdad? En Valladolid es donde más. He expuesto en Roma, París, ¡Nueva York!, México... Y como en Valladolid, para mí no lo hay.
–Muy pucelano le veo.
–No, no es eso. Es que en Nueva York o en México no me conocen. En Valladolid, sí. Y me han ofrecido hacer Semanas Santas como fotógrafo en Málaga y en alguna otra ciudad y, qué quiere que le diga, que no. Aquí conozco todo de arriba a abajo, sé cuándo y cómo va a pasar una procesión por determinado lugar y puedo ir hacia aquí o hacia allí. Sé dónde moverme, como lo saben todos mis compañeros. Pero si vas a un sitio donde no sabes ni por dónde pisar, puedes preparar una que para qué.
–El próximo año se cumplirán 400 de la talla de la Vera Cruz. ¿Va a echar el resto, fotográficamente hablando?
–Quiero echar el resto en la coronación canónica, que será coincidiendo con ese aniversario. Espero. Hice la coronación canónica de las Angustias, con Chema Concellón. Y nos han llamado ya para que en 2027 hagamos la coronación canónica de la Quinta Angustia, coincidiendo con sus 400 años; ya está todo firmado. De mi cofradía, la Vera Cruz, todavía no nos han dicho nada y eso que queda menos de un año. Pero vamos, fijo que, aunque solo sea de fila, estaré y lo haré.
–¿Tendrá sucesor en su familia?
–Mi hijo mayor, Ismael, lleva haciendo fotos con nosotros ya cinco años.
–Después de más de 40 años haciendo fotos de Semana Santa, ¿se ha parado a pensar qué quiere ser usted de mayor?
–No tengo aspiraciones fotográficas. Solo tengo aspiraciones en mi empresa y como ya no puedo ascender más... Eso sí, tengo aspiraciones familiares: que me vaya bien en la familia, ser feliz con mi mujer y mis hijos y que estos lleguen un día a más de lo que he llegado yo.
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