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La Pasión en San Quirce: una cofradía con su historia recuperada
Por los rincones de la semana santa ·
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Por los rincones de la semana santa ·
Se juntaron en octubre de 1531 en la parroquia de Santiago para compadecer a Cristo en su Pasión y salvar las almas de los condenadosJavier Burrieza
Valladolid
Miércoles, 31 de marzo 2021, 07:35
La historia de la asistencia social de la Pasión puede resultar uno de los capítulos más bellos de nuestra forma de celebrar la Semana Santa. ... Ni siquiera los ilustrados, tan críticos con las formas de religiosidad popular –¿todavía existen ilustrados y regalistas en las decisiones políticas?– pudieron rebatirles su utilidad. Además de portar sus pasos en su procesión del Jueves Santo, atendían cotidianamente a los pobres, marginados, a los niños abandonados por las calles pero, sobre todo, a los condenados a muerte y a sus familias. Y para eso buscaron indulgencias «de marca», las concedidas por los papas a la archicofradía de San Juan Bautista Degollado, llamada de la Misericordia de nación florentina en la ciudad de Roma. En Valladolid, pronto edificaron, ampliaron y reformaron su penitencial –hoy convertida en una sala de exposiciones– y firmaron contratos con los más importantes escultores para conformar sus pasos –algunos de estos escultores cofrades–.
Después vinieron los tiempos de decadencia y de expulsión de su espacio, de la dispersión de su patrimonio, escondido y descontextualizado y de su peregrinación por el Santuario, San Felipe Neri, la Magdalena y el convento de San Quirce. Ellos son la solución para la conservación de esta iglesia monástica sin monjas. Allí, en la Plaza de la Trinidad es donde tenemos que acudir para contemplar todo lo que han recuperado, depositado antes en el Museo, en distintos templos muy diversos donde se echó en el olvido su origen, incluso algunas parroquias como la de San Juan Bautista, donde se encuentra depositado lo que ellos no tienen espacio para custodiar. Si su procesión de Regla del Jueves Santo estuviera en la calle, la sucesión de cofrades sería el monumento a la memoria, al presente y futuro, incluso con esos sonidos de las campanas limosneras. La visita a este antiguo monasterio nos permite conocer las grandes imágenes titulares, culminadas de alguna manera por el Cristo del Perdón. Pero además, entramos dentro de un conjunto barroco único, desde aquel retablo en el que San Bernardo contempla la vida penitencial de unos cofrades que se han sucedido desde el siglo XVI. Esperemos que, en un futuro, puedan recuperar la vista del gran coro barroco del antiguo monasterio de San Quirce, quizás el mejor de la ciudad, y que debe incluirse siempre en el ámbito sacro de un templo.
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