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Semana Santa de Valladolid
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Las palmas: menos ventas por «falta de tradición» pese a que se mantienen los preciosEn Valladolid ya huele a Semana Santa. El olor a incienso, procedente de las celebraciones previas al Domingo de Ramos, se mezcla con el frescor de las palmeras que ondearán por las principales arterias de la ciudad al paso de la procesión de La ... Borriquilla el próximo domingo. Los puestos que venden esos productos confiesan que «las ventas han disminuido porque la tradición años tras año se va perdiendo. Cada vez hay menos niños y eso se nota», confiesa Isabel Galicia, que lleva vendiendo palmas desde los 13 años en su puesto ubicado en calle Constitución. Por su parte Teresa Redondo, ubicada en Plaza de España, afirma que la reducción en el número de ventas se relaciona con «las dificultades económicas de la mayoría de gente».
Es tradición. Lucir la palma el Domingo de Ramos y ondearla con fuerza al paso de La Borriquilla. Un negocio artesanal que se remonta varias generaciones atrás. «En mi familia es la cuarta generación, con mi hija que vende en la puerta de las Angustias. Es un negocio complicado porque la gente no entiende qué es artesanía, aquí las únicas máquinas que hay son las manos», puntualiza Teresa Redondo. El proceso de elaboración de las mismas es complejo y comienza un año antes de la venta: «Primeramente hay que subir a la palmera y cortarla. Después tiene un proceso de espera para que coja tonalidad amarillenta porque normalmente es verde. Por ultimo, las tejen para hacer formas y tamaños. Tenemos incluso miniaturas de palmera a modo de broche», apunta Isabel Galicia.
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Por su parte, Teresa Redondo desde el puesto de Plaza España explica dónde compran las palmas: «Nosotros las compramos en Elche en el Palmar, donde está el Huerto del Cura. Desde ahí se distribuyen a toda España prácticamente. Las guardan en cámaras y el proceso comienza dos meses después de que finalice Semana Santa de cara al próximo año. Es mucho tiempo el que requiere y una elaboración artesanal».
«Las ventas cada vez van a menos y con ellas las tradiciones, que se van perdiendo poco a poco. Llegará un momento que esto desaparecerá, el día en que los que actualmente vendemos en Valladolid dejemos de hacerlo no habrá nadie que continue con este negocio de Domingo de Ramos», confiesa Isabel Galicia, que comenzó a vender palmas desde los 13 años por una tradición familiar que aún se mantiene en otros puestos de la ciudad en los que trabaja su familia. «Es un producto perecedero. Si no lo vendes lo tienes que tirar. Salimos un poco a jugárnosla», esboza Galicia.
El precio de las palmeras se mantiene desde hace varios años. «Al ser un producto que es para un rato a la gente le cuesta pagarlo. No se dan cuentan que es algo artesano que lleva mucho trabajo. Ir a tomar un refresco en un bar también es algo para un rato», defiende la vendedora del puesto situado en la calle Constitución. «Nosotros obtenemos el permiso del Ayuntamiento. Hay que presentar la documentación pertinente en el Palacio Santa Ana para contar con la autorización para poner el puesto», finaliza Teresa Redondo, quien añade: «Este año Semana Santa ha caído muy mal porque estamos a finales de mes y la gente mira el bolsillo y su economía personal».
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