Los franciscanos estrenarán esta Semana Santa un crucificado del siglo XVI

Los franciscanos presentarán esta Cuaresma su nuevo paso que conformará el cuarto que configurará su planta procesional de Humildad y Penitencia, desfile durante el cual realizan Estación de Penitencia en la Catedral. Una salida, precisamente, que llega tras su aprobación en el capítulo ordinario de la cofradía en julio del pasado año para, en enero de éste, recibir el visto bueno de la sesión plenaria extraordinaria de la Junta de Cofradías así como la ratificación del arzobispo, Luis Argüello, quien ha emitido recientemente el consiguiente certificado para su salida.

Se trata de unas aprobaciones, como manifiesta el hermano ministro de la penitencial, Miguel Romón, «que significan la culminación de un proyecto a largo plazo con el conseguimos dotar de una uniformidad artística completa a nuestra procesión del Jueves Santo».

El Santo Cristo de la Esperanza, que también recibe el sobrenombre del Cristo de la Orden Tercera, adquiere su misma denominación desde su propia hechura dado que está documentado que de este modo ya recibía culto en la antigua Capilla de San Diego, la antigua Capilla Real, en la plaza de San Pablo, perteneciente a la Orden Tercera.

Es un crucificado sobre el que profesores y restauradores coinciden en señalarlo entre 1510 y 1520, un gótico tardío, que sigue los modelos de Juan de Valmaseda y con rasgos de Diego Gil de Siloé, «un descubrimiento para los vallisoletanos dado que en las últimas seis décadas ha estado en las estancias conventuales de la Parroquia de La Inmaculada, en el paseo de Zorrilla, que despertará la atención y curiosidad, porque es un crucificado que invita a rezar por su expresión de dolor aún con los cánones escultóricos de su época».

Quienes le contemplen durante la próxima Semana Santa podrán admirar singularidades de su anatomía, de tamaño algo menor al natural, así como aspectos de la cabeza, paño de pureza o extremidades con gran calidad de tallado. Y para que desde su primera salida procesional sea todo un acontecimiento a la contemplación, el responsable de la cofradía revela que, aún estando en buen estado de conservación, han encargado su limpieza, restauración y consolidación al restaurador Pedro Escudero, quien reconoce que ha sido «una sorpresa y un orgullo» poder encontrase cara a cara con una escultura de madera policromada de estas características y en tan buen estado.

Incluir este crucificado, estilo poco habitual entre los pasos de la capital, «significa aportar un valor histórico y artístico» tanto a esta hermandad de la Orden Franciscana Seglar así como a la Semana Santa de Valladolid porque, en palabras del propio Miguel Romón, «además de enriquecer nuestra procesión es un aporte singular y de especial relevancia a nuestra Semana de Pasión, que favorece a todos, y que supone preservar nuestro patrimonio histórico púbicamente».

Y tras exponerse la imagen públicamente, que será tras el Miércoles de Ceniza en la Iglesia del Monasterio de Santa Isabel de Hungría, este responsable quiere trasladar que «este proyecto es la culminación de dónde venimos, lo que somos y dónde vamos» en referencia a esta Cofradía de la Santa Cruz Desnuda fundada a finales del siglo XV en pleno epicentro, en el antiguo Convento de San Francisco de la Plaza del Mercado -hoy Plaza Mayor- que destaca por haber recuperado en los últimos años un importante patrimonio escultórico y que también se caracteriza por sus solemnes y cuidadas salidas procesiones con un alto porcentaje de hermanos que participan tanto en las propias como los que portan a hombros los cuatro pasos, por ejemplo, con los que procesionan en la tarde del jueves.

«Es un reto importante para nuestra humilde cofradía, que nos supone un revulsivo y dinamización», declara el hermano ministro al incidir en su pilar y valor más importante, los cofrades, «porque con este proyecto queremos crear ilusión e incluso altas nuevas».

El Cristo de la Esperanza destacará en Humildad y Penitencia porque presidirá su relato procesional, será la primera de las cuatro imágenes que alumbren en un desfile donde cabe destacar que este crucificado reforzará la herencia del siglo XVI que ya alumbran reforzando su particular secuencia de la Pasión de Cristo.

Así, seguidamente a esta talla, en la misma procesión también se alumbra un Cristo Yacente de la Escuela de Alonso Berruguete (anterior a 1550); Nuestra Señora de la Soledad de la Escuela Castellana (anónimo del primer tercio XVII) y cerrando La Santa Cruz Desnuda (anónimo del XIX). Todos portados a hombros por más de un centenar de hermanos de la Comisaría de San Diego.

En este sentido cabe destacar también su llegada a la Seo Metropolitana, pero también su discurrir por las calles del casco histórico, que se ha convertido en uno de los grandes momentos estéticos y espirituales en un marco que también evoca echar la mirada atrás, por ejemplo, como consecuencia de la selección musical elegida para esa tarde-noche o el mismo atuendo de los cofrades, los hábitos confeccionados al más puro estilo franciscano compuesto por túnica realizada en estameña.

Todo elegido, posicionado y dirigido tras años de investigación y planificación de acuerdo a la propia orden, como matiza Romón al animar de este modo a todos «a participar de su Semana Santa, a hacerse cofrade y a sentir esta tradición para mantenerla viva en Cuaresma y en Semana Santa pero también el resto del año».