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Este martes, en el patio del colegio Lourdes se percibía un fuerte olor a incienso y se vivía un ambiente cargado de emoción, tradición y ... fervor cofrade. Se celebraba la IV Procesión Educativa de Semana Santa, una de las citas más señaladas en el calendario escolar de este centro educativo. Una cita que los profesores, alumnos y familias esperan y preparan con gran ilusión.
A primera hora de la mañana se comenzaron a escuchar las marchas procesionales y las palmas que agitaban los alumnos de primaria. Desde los balcones del colegio, presididos por autoridades y representantes de las principales cofradías de la ciudad, también se vivía con gran expectación el desfile procesional. El balcón central lo ocupaba, el Vicario General de la Diócesis, Jesús Fernández Lubiano, el pregonero de este año y cofrade de la Ilustre Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias, Juan García Tejedor, la concejala de Participación Ciudadana y Deportes del Ayuntamiento de Valladolid, Mayte Martínez, la directora del centro educativo, Ángela Mozo y el Hermano Toli, como representante de la comunidad de hermanos de La Salle que viven en el colegio.
La procesión la abrían tres pequeños de cinco años que portaban 'La Pendoneta', el símbolo del colegio. Tras ellos, comenzaron a salir los distintos grupos de Infantil. Cada uno de ellos encarnaba una cofradía de la ciudad, con sus estandartes, medallas y pasos elaborados con muñecos y materiales reciclados, fruto de semanas de preparación en las aulas. Así, los bebés formaron parte de la Tribuna de Autoridades. Los de un año, algunos de ellos dando sus primeros pasos, representaron a la cofradía de La Oración del Huerto, los de dos años a Nuestro Padre Jesús Nazareno, los de tres años a Nuestra Señora de la Piedad, cuatro años la Cruz Desnuda y los de cinco años representaron a María Santísima de la Alegría. Las manolas de riguroso negro y con sus mantillas. Los costaleros y los nazarenos con sus cruces y hasta pequeñísimos policías municipales que vigilaban el recorrido y participaban en la comitiva. No faltaba ni un detalle. «La Semana Santa es algo tan especial. Algo tan trascendental para todos los cristianos. Algo tan emocionante y tan emocional para las diferentes etapas de nuestras vidas y que hoy nos une en este patio. ¿Y para vosotros, niños? ¿Qué supone la Semana Santa en vuestras vidas? ¡Qué pasión y qué ganas ponen vuestros profesores en llevaros y enseñaros algo tan nuestro y mañana vuestro, como es la Semana Santa!», expresó el pregonero desde el balcón principal. «Os animo a que esto sea el prólogo de vivir la fe en vuestro colegio y en las diferentes cofradías de Valladolid, que esta semana echan el resto», añadió.
Durante los días previos, el colegio se transformó en un gran espacio cofrade. Los pasillos y clases se llenaron de carteles, capuchones de todos los colores, juegos de animación lectora con el 'ABC de la Semana Santa« y ensayos de marchas que resonaban desde el aula de música. Han sido muchos días de aprendizaje semanasantero. La implicación de las familias ha sido total. Durante semanas han estado cosiendo trajes, han colaborado con los elementos decorativos y han vivido la experiencia con la misma emoción que sus hijos. Mientras, los docentes, el personal del centro y alumnos mayores estuvieron pendientes en todo momento, de la organización de la procesión, garantizando que todo se celebrara con el respeto y solemnidad que exige esta tradición. Vanesa Sigüenza, mamá de Maitane de cinco años vivió con gran ilusión este momento de verla vestida de diminuta manola, con el rosario y la mantilla de su abuela. «Ella llevaba días nerviosa, preguntando que cuándo tenía que salir en la 'profesión'. Hay niños que apenas saben hablar y me parece fenomenal que desde pequeños aprendan esta parte de nuestra cultura. Mi hijo mayor, que en años anteriores ha participado en esta procesión educativa, este año ha querido entrar a formar parte de una cofradía, como su padre y su abuelo y salir con ellos en la de verdad. De aquí salen futuros cofrades», comenta esta madre. Otros que lo vivieron con gran emoción fueron Laura Pérez-Minayo y su marido Pablo. Sus dos hijos, Lucas de cuatro años y Daniel de un año, participaban también en el cortejo procesional. El mayor hizo de costalero de la Cruz Desnuda y se tomó muy en serio lo de llevar el paso sobre sus hombros. «Al principio estaba muy nervioso, pero luego se le pasó y estaba tan contento. El pequeño estaba en la tribuna de presidencia. Es una actividad cultural que está muy bien y con la que los niños aprenden. Es muy bonito de ver», concluye Laura.
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