Acaba de terminar la presentación del cartel de Semana Santa en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Valladolid y responde las preguntas para la entrevista sentada en uno de los bancos de piedra de la propia Plaza Mayor, al sol de mediodía, feliz porque ... este año sí podrá escucharse su pregón de Semana Santa en la Catedral Metropolitana, escrito el año pasado y que quedó en un cajón por el confinamiento decretado. María Antonia Fernández del Hoyo es historiadora y profesora titular universitaria de Historia del Arte jubilada, además de académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción. Natural de Valladolid, su pasión ha sido siempre investigar sobre conventos desaparecidos, el Campo Grande, edificios militares y arte de Juan de Juni, especialmente, siglos XVI y XVII.
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Semana Santa en Valladolid
–¿Se imaginaba el año pasado, cuando recibió el encargo de escribir el pregón todo lo que llegaría después?
–Increíble. Tengo la sensación de que me han robado un año de vida, pero pienso que puede ser el principio de una nueva vida.
–¿Ha modificado el pregón escrito hace ahora un año y que quedó en el cajón de su escritorio?
–No. Va a ser exactamente el mismo por dos motivos. El primero, porque hasta hace muy pocos días no se sabía si habría pregón y no he escrito otro. Y en segundo lugar porque lo he escrito yo. He llegado a pensar que a la gente igual ahora no la importa nada lo que diga porque hay problemas mucho más importantes, o esperan otro tipo de pregón, pero no estoy capacitada para hacerlo. He añadido un preámbulo que alude a lo vivido, pero nada más.
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–¿Qué cuenta en esencia en su pregón?
–Tiene varias partes. Una de vocación personal de la Semana Santa, casi obligada desde mi punto de vista, una referencia a los pregoneros que me han precedido, porque para eso me he leído todos los pregones anteriores, y luego algunas reflexiones de tipo histórico artístico. El grueso es una remembranza de 400 años atrás, entre 1620 hasta la actualidad. La parte final es una reflexión de lo que la historia del arte debe a la religión y lo que significa el hecho religioso.
–¿Pensó que había perdido la oportunidad de ser pregonera?
–No, porque el año pasado, nada más comunicarme en el ayuntamiento la suspensión del pregón me citaron para este año. Sabía que lo haría y pasaré a la historia de los pregones como la única persona designada dos veces.
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–¿Cómo ha vivido este año?
–Personalmente no lo he vivido mal. No he tenido malas noticias familiares, ni tampoco una pesadumbre excesiva. Sin embargo sí he visto muy cerca de mí defunciones y a personas pasarlo muy mal. El primer confinamiento lo pasé bien porque yo no soy una persona de salir mucho y siempre tengo mucho que leer. Me hizo mucha ilusión cuando pudimos salir porque la ciudad estaba preciosa. Después reconozco que los siguientes confinamientos los ha pasado peor. Ves gente que se va desanimando y eso te afecta. Hay personas que se han vuelto muy activas y otras que nos hemos vuelto más perezosas. He leído mucho, he trabajado un poco y he visto muchas películas en la televisión.
–¿Qué piensa de que el pregón sea una de las pocas actividades de los amantes de la Semana Santa en un año sin procesiones en la calle?
–Pues me agrada. Me lo han dicho ya muchas personas, fíjate. Yo tenía miedo de que no pegara el pregón, pero cada persona lo vivirá a su modo. Lo que yo he escrito sirve para este año tan raro, pero también para cuando volvamos a la normalidad. Que a las personas las sirva de aliciente me agrada.
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–¿Qué le ha parecido el cartel de Semana Santa que se acaba de dar a conocer?
–Estupendo, pero sobre todo me han gustado las fotos. Son muy buenas, muy representativas porque se ve lo mejor de la ciudad.
–¿Cuál es su primer recuerdo de la Semana Santa de Valladolid?
–Vivíamos en Vitoria y cada año venía a Valladolid, donde nací. Mi padre era médico y le destinaron a Vitoria. Allí estuve mis primeros 25 años. Con 9 años vine sola en tren. Recuerdo la ilusión que me hacía venir a casa de mis abuelos en la Casa Mantilla, que es donde yo vivo ahora. Mis tíos varones eran cofrades de las Angustias y de las Siete Palabras. Ir con ellos a sus cofradías es mi primer recuerdo. Yo llevaba un velo pequeño redondito, visitar los monumentos, el paso al velo 'pollita', que era el que nos ponían después. La Oración del Huerto me encantaba por el árbol tan grande que llevaba.
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–¿Esperaba ser la pregonera?
–No. Me asustó mucho. Y me parece muy injusto que me lo ofrecieran a mí antes que a Jesús Urrea, que es la persona que más sabe de la Semana Santa y del arte en Valladolid. Jesús es una persona estricta y de carácter y no saber valorar su valía por parte de las cofradías es una injusticia. Ha habido 72 pregoneros y solo seis mujeres, y dos de ellas políticas. Yo sabía que era parte de la cuota y que tenía opciones, pero podría haber sido otra. Lo agradezco y es un honor para mí.
–¿Qué no le gusta de la Semana Santa de Valladolid?
–No me gusta que algunas cosas de nuestra Semana Santa se haya 'andaluzado'. Me gustan los pasos bien adornados con flores. Y no me gustan algunos pasos e imágenes indignas de la Semana Santa de aquí, sin querer delatar a ninguna, pero basta con verlas para saber de cuáles hablo. No puede salir cualquier talla, y varias de las últimas que se han incorporado no están a la altura. Habría que velar y cuidar este aspecto. El mundo de los cofrades y las cofradías es complicado, porque cada uno mira solo por lo suyo, y no debería ser así.
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