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Cofrades de los Maristas abren paso a la Borriquilla a la salida de la Catedra.

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Cofrades de los Maristas abren paso a la Borriquilla a la salida de la Catedra. Óscar Costa

La Borriquilla ilumina el Domingo de Ramos en Segovia bajo un cielo caprichoso

Solo al final unas tímidas gotas de lluvia hicieron su aparición, pero no lograron empañar una jornada cargada de emoción

Carlos Álvaro

Segovia

Domingo, 13 de abril 2025, 14:51

La ciudad amaneció con el corazón expectante, lista para recibir el Domingo de Ramos, pórtico de entrada de una Semana Santa que, hasta ahora, ha sabido esquivar las amenazas de un cielo caprichoso. La procesión de la Borriquilla llenó las calles de fervor, color y devoción, con un público numeroso que abarrotó las aceras, aunque la tribuna frente a la Casa Consistorial, en la Plaza Mayor, estuvo muy poco concurrida. El sol, generoso durante buena parte del recorrido, acompañó a los cofrades y al gentío. Solo al final unas tímidas gotas de lluvia hicieron su aparición, pero no lograron empañar una jornada cargada de emoción.

Todo comenzó en la iglesia de San Miguel, donde el obispo de Segovia, Jesús Vidal Chamorro, ofició la tradicional bendición de palmas y ramos. Con solemnidad, el prelado encabezó el traslado procesional hacia la Catedral para presidir la misa mayor. La liturgia, concelebrada con el cabildo catedralicio, marcó el tono espiritual de una jornada en la que siempre se invita a los fieles a revivir la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

Cerca de la una de la tarde, con el sol en lo alto, la procesión litúrgica de las Palmas salió de la Catedral. Abría el cortejo la banda de cornetas y tambores de la Hermandad de Nuestra Señora la Soledad Dolorosa y Cofradía del Recogimiento, del barrio de Santa Eulalia, cuyos redobles resonaban con fuerza en la Plaza Mayor. Tras ellos, representantes de las cofradías, hermandades y feligresías de la Semana Santa desfilaban con orgullo exhibiendo la riqueza de la celebración segoviana, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.

La presencia de niños y jóvenes fue numerosa. Cada agrupación aportó su identidad y colorido, empezando por una pequeña pero significativa representación de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío. Le seguían los cofrades de la Oración en el Huerto, del barrio de San Lorenzo, con sus hábitos blancos y capas verdes; los de la Cofradía de la Flagelación del Señor, de Nueva Segovia, con túnicas moradas y blancas; los del Santo Cristo de la Cruz, del Cristo del Mercado, de morado y oro; los del Santo Cristo de San Marcos, y una numerosísima representación de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad al Pie de la Cruz y el Santísimo Cristo en su Última Palabra, de San Millán. Los exalumnos maristas (Ademar) escoltaban el paso central de la procesión, Jesús entrando en Jerusalén, conocido como la Borriquilla, obra del escultor José María García Moro. Niños y niñas vestidos de cruzados flanqueaban la imagen.

Pequeños cofrades de San Millán. Óscar Costa

En la procesión también marchaban los cofrades de Nuestra Señora de la Piedad, de San José, con los guiones de sus tres pasos —La Piedad, La Magdalena al Pie de la Cruz y El Calvario—; los de la Real Cofradía de la Santa y Venerable Esclavitud y Santo Entierro del Cristo de los Gascones, del barrio de El Salvador, y los feligreses de San Andrés. Cerraban el bloque cofrade los miembros de la Hermandad de Nuestra Señora la Soledad Dolorosa, de Santa Eulalia, con su sobriedad característica.

El paso de La Borriquilla avanzó entre aplausos y miradas de admiración. El recorrido, que partió de la Catedral, transitó por la Plaza Mayor y las calles Cronista Lecea, Colón, Arias Dávila, Don José Canalejas, Herrería, Juan Bravo e Isabel la Católica, antes de regresar al punto de partida. Las calles, abarrotadas, vibraron con el fervor de vecinos y visitantes, que agitaban palmas y ramos al paso de la imagen.

Tras las cofradías, desfilaron las autoridades religiosas y civiles. El obispo Jesús Vidal, caminó delante de los presidentes de la Junta de Cofradías y de las distintas agrupaciones. El alcalde, José Mazarías, encabezó la representación municipal, acompañado por concejales, diputados y representantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. El cierre lo puso la música de la Unión Musical Segoviana, dirigida por Fran Cabanillas, que interpretó numerosas marchas procesionales.

El cielo, que fue cerrándose a medida que avanzaba el desfile, decidió soltar unas gotas de lluvia justo cuando la Borriquilla entraba de nuevo en la Catedral, al filo de las dos de la tarde. Los cofrades, que llevaban días pendientes de los pronósticos, respiraron aliviados: la procesión había terminado sin contratiempos. Hasta ahora, la Semana Santa de Segovia está sorteando con éxito la constante amenaza de lluvia.

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