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EVA CAÑAS / WORD
SALAMANCA
Lunes, 2 de abril 2018, 11:51
Las lágrimas caían ayer sobre las mejillas de varios integrantes de la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Cristo de la Agonía durante la misa que se celebró en la iglesia del Convento de Las Úrsulas, su sede canónica. Esa misa emoción la sentían las cinco ... hermanas Clarisas que dentro de escasos días abandonarán la que ha sido su casa.
De nuevo, en Salamanca se cierra un convento ante la falta de vocaciones. No muy lejos, justo en la acerca de enfrente, lo hicieron las Esclavas del Santísimo a primeros de años, y ahora, les toca a ellas. La madre superiora, Sor María Teresa de Jesús, no dejaba de recibir abrazos y el calor de decenas de personas que se sumaron a este emotivo homenaje de la ciudad a su inmensa labor durante siglos de historia.
De las cinco, dos se trasladarán a un convento en Santillana del Mar (Cantabria), y las otras tres, al del Cantalapiedra, en la provincia salmantina. La madre superiora está a punto de cumplir 78 años de vida dentro del convento, donde llegó con 15 y ahora tiene 94.
Como reconocía minutos antes de iniciarse la eucaristía, «tenemos mucha pena por marcharnos de aquí, he sido muy feliz toda mi vida, desde que entré hasta este momento».
Y en relación a la causa de su marcha, Sor María Teresa de Jesús, reconoce que aunque es algo angustioso, «tenemos que marchar porque no tenemos vocaciones, hay falta de ellas para que se pueda sostener el convento, y por lo menos tendríamos que ser 15 o 20 hermanas.
Los orígenes del Convento de Santa Úrsula datan de 1480, cuando se destinó a las Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco. En la actualidad, junto a la madre superiora vivían otras cuatro hermanas más: Sor Lourdes del Espíritu Santo, de 78 años; Sor Ana María del Corazón de Jesús, la más joven, con 38 años y de Kenia; Sor Visitación de la Santísima Trinidad, de 90, y Sor Dulce Nombre de María, de 87. Todas ellas muy emocionadas durante la misa-homenaje que comenzó a las once del mañana y a la que estaba invitada toda la ciudad.
A su conclusión, la Seráfica Hermandad hizo entrega de un ramo de flores a la madre superiora, que quiso dedicar unas palabras a los allí presentes:«A todos los que han acudido a la misa les mando un abrazo muy muy fuerte, porque llevo aquí 78 años, en este convento, y he sido muy feliz durante toda mi vida y lo seguiré siendo hasta la hora de la muerte». Y añadió, que seguirá siendo así, «a donde quiera que vaya». Sor María Teresa de Jesús concluía sus palabras con su infinito agradecimiento.
Por su parte, el hermano mayor de la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Cristo de la Agonía, Julián Pérez-Moneo, reconocía ayer que su marcha supone «una grave y triste pérdida». Porque como recordaba, «ellas conservaban, cuidaban, protegían y custodiaban todas nuestras pertenencias». Entre ellas, los estandartes, las banderas, «las faldillas en constante revisión de plancha y costura», enumeraba.
Y para este responsable de la hermandad, las religiosas del convento de Las Úrsulas, «eran nuestro refugio, en definitiva, nuestras Madres». En cuanto a los planes de futuro una vez que el convento quede vacío en los próximos días, pasa por la decisión que tome la Diócesis de Salamanca.
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