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Alfredo Fernández, en la iglesia de La Alberca el pasado Domingo de Ramos. WORD
«Hay que ser creativos y buscar nuevas fórmulas de vivir la Semana Santa»

«Hay que ser creativos y buscar nuevas fórmulas de vivir la Semana Santa»

Alfredo Fernández Giménez / Sacerdote en la Sierra de Francia ·

El párroco de La Alberca describe lo difícil y duro que están siendo los momentos de duelo por la muerte de seres queridos en la situación actual de confinamiento

María Jesús Gutiérrez / WORD

SALAMANCA

Jueves, 9 de abril 2020, 14:26

Alfredo Fernández, párroco de La Alberca, cuenta cómo vive estos días de Semana Santa y la situación de confinamiento por la pandemia.

–Hoy, Jueves Santo, comienzan los días grandes de una Semana Santa completamente atípica y con los vecinos de los pueblos confinados en sus casas. En estas circunstancias, ¿tiene sentido celebrar la Semana Santa?, ¿cómo se ha planteado vivir estos días con sus parroquias?

-Claro que tiene sentido. Más allá de las circunstancias concretas de cada año, incluso en éstas tan difíciles de este año, la Semana Santa es el centro de todo el año cristiano y las celebraciones de estos días dan sentido a todas las demás. Es cierto que lo que estamos viviendo nos desconcierta a todos, pero creo que es una ocasión para ser creativos y buscar formas nuevas de vivir estos días y de ayudar a los demás a vivirlos también. Yo haré todas las celebraciones y aunque físicamente tenga que estar solo en el templo, buscaré la forma de hacer llegar a todos los feligreses cada uno de los momentos centrales de estos días.

-Desde que comenzó el confinamiento por la pandemia del coronavirus y se prohibieron los actos multitudinarios, usted ha continuado celebrando las eucaristías en la iglesia de La Alberca completamente sólo...

-Sí, los primeros días, la primera semana, en nuestra diócesis aún no se había decretado el cierre de los templos para el culto público y celebré con un pequeño grupo, 4 ó 5 personas, que siguieron viviendo fielmente, observando todas las medidas de distancia y prudencia aconsejadas. Después he tenido que cerrar la iglesia a la hora de la misa, pero yo he seguido celebrándola por todo el pueblo cada día, haciendo sonar las campanas para que todos supieran que estaba celebrando y se pudieran unir espiritualmente desde sus casas.

-Además, el Domingo de Ramos decidió subir a la torre de la iglesia...

-Sí, en ese deseo de buscar formas de contacto más directo o 'visible' con los fieles y con todo el pueblo, en general, ya el domingo anterior decidí subir a la torre para bendecir desde allí a todo el pueblo con el Santísimo en la Custodia. Y la experiencia fue impresionante, profundamente emocionante para mí y con una repercusión inmediata en la gente. Yo lo anuncié poquito tiempo antes y se corrió la voz por las redes sociales. Muchos vecinos salieron a los balcones para recibir la bendición. Vista la repercusión, decidí subir de nuevo el Domingo de Ramos y bendecir desde allí los ramos. Además, lanzamos una iniciativa para que los niños dibujaran en papel y pintaran sus propios ramos. Ha sido una manera más de sentirnos cerca y que, aunque de otra manera, sintamos que seguimos siendo una comunidad viva que celebra los días más grandes de su calendario.

-Durante todo este tiempo, ¿mantiene de alguna forma el contacto con los fieles de los distintos pueblos de los que usted es párroco? ¿y con sus alumnos?

-Sí, claro. Ahora dedico mucho tiempo a hablar por teléfono y como la gente no tiene prisa, cada conversación es más larga de lo habitual. Además, me estoy haciendo un pequeño experto en redes sociales, jeje, y cada domingo y todos estos días grandes, estoy colgando o emitiendo en directo pequeños vídeos y reflexiones para ayudarnos a vivir estos días. Con mis alumnos me he mantenido más en contacto los días previos, como mis compañeros profesores, por medio de las plataformas digitales, ahora están oficialmente de vacaciones.

-Por lo que hemos visto, los sacerdotes han sido un sector muy sensible al contagio por su propia actividad y el contacto con la gente, ¿ha pasado miedo ante esta situación?, ¿cómo ha vivido el fallecimiento de un compañero próximo, como Alfredo Ramajo, y el contagio del obispo y de otros sacerdotes?

-Es cierto, somos personas de riesgo, porque estamos en contacto continuo y estrecho con mucha gente. Además, muchos sacerdotes son también de edad avanzada y eso es un factor de riesgo más. Pero eso a mí no me ha asustado, tengo claro que mi vida, como la de cualquier sacerdote, es para entregarla y, desde luego desde el cuidado y la prudencia, seguiré estando cerca, también físicamente, de todo el que me lo pida y lo necesite. Lo que sí he sentido, y con mucha intensidad, es el dolor y la tristeza, como cualquier otra persona, por mis hermanos contagiados y por los que han fallecido. Algunos, como mi tocayo Alfredo Ramajo, por su cercanía, vitalidad y entrega, me ha golpeado especialmente, es verdad, pero también todos los sacerdotes mayores de nuestra residencia diocesana, donde el virus ha hecho estragos y se han vivido semanas muy muy duras. Nuestro obispo, gracias a Dios, está ya muy recuperado.

-Una de las funciones más valoradas de los sacerdotes es el acompañamiento en los momentos duros, cuando fallece un ser querido, ¿cómo está viviendo esta situación en la que los familiares y los amigos no pueden estar presentes en los entierros?

-Pues eso está siendo para mí lo más duro y lo más difícil de vivir. Si ya de por si los duelos por la muerte de un ser querido son generalmente momentos duros, en estas circunstancias se convierten en momentos absolutamente desoladores. Yo he estado presente en todos los responsos de los difuntos que han muerto estas semanas y trataré de seguir estando. Es muy duro, pero a la vez he percibido con emoción cómo las familias te agradecen y valoran la presencia y la oración en esos momentos. En general, he de decir que la gente está valorando mucho más cada pequeño detalle de cercanía, cada gesto, y eso a mí me conmueve y me ayuda, porque también me vienen momentos de debilidad y de bajón al ver y ser testigo de tanto dolor.

-¿Cómo se lleva el tener a la familia lejos en estos momentos?

-Pues sinceramente mal. Gracias a Dios mi familia está bien, pero estar separado físicamente de ellos en estos momentos es duro. Aún así siento su calor, hablamos todos los días. Y también es cierto que en las parroquias se están volcando en ese aspecto conmigo. Ellos valoran que esté aquí solo, con ellos. Y casi ningún día me ha faltado algún detalle en forma de algo de comida ya preparada o dulces que han dejado en mi puerta. Mis feligreses son también mi familia y así lo estoy sintiendo.

-¿Considera que la fe es un buen pilar de apoyo y sosiego en estos momentos?

-Sin duda. La fe siempre es un pilar, un sostén que en momentos como éstos se valora y aprecia mucho más. Pero también es cierto que la fe no nos ahorra el sufrimiento y el dolor, aunque sí le da un sentido. Yo te diría que estoy sufriendo, y mucho, toda esta situación con mis pueblos, mi familia y mis hermanos sacerdotes, pero a la vez la estoy descubriendo y tratando de vivir como una oportunidad para vivir más intensamente que nunca la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Estamos padeciendo con Él y Él con nosotros, muchos están muriendo, pero todos resucitaremos con Él, los difuntos a la Vida Eterna y todos los que quedemos aquí a una vida nueva, porque todo eso nos va a renovar a todos y nos va a hacer volver la mirada a lo verdaderamente esencial e importante que es cuidarnos y querernos por encima de todas las cosas e intereses que tantas veces nos habíamos creado. Ojalá sepa trasmitirlo estos días con mi oración y con mi vida a todos mis feligreses. ¡Feliz y Santa Pascua a todos, a pesar de las circunstancias o precisamente en medio de ellas!.

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