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La grandiosidad de La Soledad, durante su peregrinaje nocturno por las calles del centro de la ciudad.
La Soledad duplica su luto

La Soledad duplica su luto

Cecilia Hernández

Domingo, 16 de abril 2017, 12:47

El luto de la Soledad en la medianoche del Sábado Santo de Salamanca fue más luto que nunca. Lució la Virgen su terno más negro, sin concesión al blanco, tal y como había hecho en los últimos días en su capilla de la Catedral Nueva a causa del fallecimiento del canónigo Victoriano García Pilo, presidente de la hermandad.

La hondura del negro quedaba en parte compensada por la corona que sí lucía la talla de Mariano Benlliure y por los adornos del palio que la acogía. La marcha La muerte no es el final acompañó a la Virgen en su salida de la Catedral por la puerta del Obispo, bajo una gran petalada y entre el fervor de las miles de personas congregadas desde horas antes en las inmediaciones de la calle Benedicto XVI.

Aplausos y vivas a la Soledad rompieron el silencio de la noche salmantina y recibieron a la Virgen más venerada en la ciudad, que emprendió su tradicional recorrido por Anaya y la Rúa Mayor, descendiendo por Palominos para entrar en territorio de la otra señora de Salamanca, Nuestra Señora de la Esperanza. Aquí llegó otra novedad de la noche, ya que la Hermandad Dominicana, de acuerdo con la cofradía de la Soledad, decidió prescindir del encuentro y saludo entre las dos imágenes, al considerar que no tenía mucho sentido que dos Vírgenes, de dos advocaciones tan diferentes, protagonizaran un acto así en una noche de luto como es la del Viernes al Sábado Santo.

Integrantes de la junta de gobierno de la Hermandad Dominicana salieron a las puertas de San Esteban para recibir a Nuestra Señora de la Soledad, pero el esperado encuentro no se produjo. Horas antes, durante la procesión de la Dominicana, ambas tallas habían coincidido bajo un mismo techo, el de la Catedral, donde la Esperanza, acompañada del Jesús de la Pasión y del Cristo de la Buena Muerte, se encontró con la Piedad.

Devoción popular

Del convento de San Esteban la imagen de Benlliure siguió su camino de soledad y dolor por las calles del centro de la ciudad, entre la devoción popular, que se desplegó aún más en la Plaza Mayor, con nuevas petaladas y cantos. La precedió, como es habitual, el paso alegórico de La Soledad de la Cruz, que cumplía 20 años participando en esta procesión, en la que se pudo ver de nuevo a cientos de hermanos de cirio, junto a mujeres vestidas de charras y otras portando velas para alumbrar el camino de la Virgen.

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