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El Cristo del Amor y de la Paz cruza el Puente Romano hacía la Catedral.
El Arrabal despliega su seriedad cofrade en la tarde mágica del Jueves Santo

El Arrabal despliega su seriedad cofrade en la tarde mágica del Jueves Santo

Cecilia Hernández

Viernes, 14 de abril 2017, 12:27

Nubes de incienso en el interior de la iglesia nueva del Arrabal presagiaban lo que estaba a punto de suceder. Un año más, la cofradía del otro lado del río, la blanca estampa de cientos de cofrades que hacen profesión pública de fe, emocionó a las miles de personas que se agolpaban en su recorrido para ser testigos de imágenes que son, de hecho y por derecho, carteles vivientes de la Semana Santa de Salamanca.

Todo comenzó a las 20:30 horas, cuando algunos niños de la hermandad golpearon la puerta cerrada de la iglesia. Tres golpes y dio inicio la procesión, con dos largas filas de hermanos portando faroles, otros cruces, y los más pequeños con las tradicionales carracas. Un solemne cortejo que precedió a la salida del Cristo del Amor y de la Paz, entre cuatro hachones, y portado por un centenar de hermanos de carga que levantaron con orgullo a su imagen cuando solventaron la puerta del templo, entre los aplausos del numeroso público que se había congregado en las inmediaciones. Tras el Cristo, la banda de cornetas y tambores de la hermandad, y algo más allá, la imagen de María Nuestra Madre, llevada con fiereza y valentía por también un centenar de hermanas de carga y luciendo un hermoso manto blanco. Acompañaba su caminar la banda de música Ciudad de Plasencia. Ambos pasos iban escoltados por soldados del cuartel General Arroquia.

Y así llegó el momento del Puente Romano, ya sin la amenaza de lluvia que había levantado algo de miedo una hora antes de que comenzara la procesión. Solventado el tramo más mágico de esta procesión, el desfile tuvo que esperar unos diez minutos en el entorno de la Catedral a que terminar de pasar la procesión de la Seráfica Hermandad del Cristo de la Agonía que transitaba en esos momentos por Calderón de la Barca y Benedicto XVI, calles aledañas al templo catedralicio.

Una vez que los cuatro pasos de la hermandad de las Úrsulas pasaron, pudo Amor y Paz entrar en Catedral y realizar su acto penitencial en el atrio. De ahí se reanudó la procesión por Rúa Mayor, plaza de San Isidro y Libreros, para volver a bajar a la ribera del Tormes y cruzar por el Puente Romano camino de la iglesia nueva del Arrabal cuando la madrugada salmantina estaba más que avanzada.

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