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Ruta teatralizada por Torquemada con parada en el Museo Bustos. L. A. C.
Un viaje en el tiempo y la vida cotidiana en el Museo Bustos de Torquemada
Conocer Palencia en Semana Santa

Un viaje en el tiempo y la vida cotidiana en el Museo Bustos de Torquemada

Cada detalle en el recorrido por las diferentes estancias está pensado para que el visitante no solo observe, sino que participe

Lara Arias

Sábado, 12 de abril 2025, 23:03

Esta Semana Santa, la villa palentina de Torquemada se convierte en un rincón imprescindible para quienes buscan un plan diferente, evocador y lleno de historia. El Museo Bustos, propiedad de la Fundación Torquemada Museo Bustos, abre sus puertas con una propuesta que va mucho más allá de una simple visita: es una inmersión sensorial a la vida de los años 60 y 70, a través de una cuidada recreación en una casa solariega que guarda sorpresas en cada rincón.

Nada más cruzar el zaguán, el visitante empieza un recorrido en el que los sentidos cobran protagonismo. A través de 13 salas temáticas, el museo propone un viaje inmersivo por la vida cotidiana de los años 60 y 70. La visita comienza en el Corral, donde se muestra la base de la economía agrícola del Cerrato, y continúa por estancias como la cocina —que «huele» a Potax—, el comedor con el sonido de El Cimbalillo, o una habitación dedicada a Gaudí. Los más pequeños podrán incluso montar en Marcelo, el burro del museo.

Historia local

Pero el museo no se queda solo en la nostalgia. También dedica un espacio a la historia del propio municipio, con relatos sorprendentes sobre personajes ligados a la villa de Torquemada, como Catalina, la hija de Juana I de Castilla, o el poeta José Zorrilla. La exposición se completa con una cuidada colección de más de 250 piezas, muchas de ellas únicas, que ayudan a reconstruir la vida cotidiana de una época clave en la historia reciente de España.

La experiencia culmina con el ascenso a una gran torre medieval, desde la que se pueden contemplar las espectaculares vistas del río Pisuerga y el famoso puente de 25 ojos. Un final perfecto para una visita que combina patrimonio, emoción y memoria y que sorprende a todos los que recorren las diferentes estancias.

Una visita no obligada, pero necesaria estas jornadas festivas de Semana Santa, considerada para muchos una oportunidad para viajar en el tiempo a la década de los 60 en la comarca del Cerrato.

Cada detalle está pensado para que el visitante no solo observe, sino que participe. La planta baja recrea con minuciosidad el hogar de una familia española de mediados del siglo XX, con sus utensilios, sus muebles y su atmósfera intacta. En la primera planta, el relato se abre hacia lo colectivo: una mirada a los cambios sociales de la época y a los vínculos históricos de Torquemada, en una narración amena y cercana.

De manera general, el recorrido es fluido, accesible y sorprendente, ideal tanto para quienes vivieron aquellos años como para las nuevas generaciones que los descubren por primera vez a través de todas las estancias.

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