Las bandas de música no han tenido un especial protagoniso en esta Semana Santa tan particular a la que han obligado las restricciones provocadas por la covid-19. Sin embargo, los cofrades de la Soledad han querido ofrecerles un guiño a los integrantes de la Banda de la Santísima Trinidad, que el pasado año 2020 les había reservado la tarde del Sábado Santo, sin que finalmente pudiesen salir a acompañar a la Virgen.
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Así que en esta ocasión, en el momento de plantearse un acto alternativo a la tradicional procesión mariana que vive Palencia en la jornada del Sábado Santo, los hermanos de la Soledad no dudaron en invitar a sus amigos de la Santísima Trinidad, que pusieron música al homenaje que ofrecieron a la Virgen en la plaza de San Francisco, a las mismas puertas de la capilla en la que se la venera diariamente, ya que esta sede penitencial es la única de Palencia que mantiene culto diario.
La procesión de la Soledad de Palencia es también un caso prácticamente único en España, puesto que se ha transformado en los últimos años en todo un acontecimiento de fervor mariano, puesto que son siete tallas de la Virgen las que desfilan. Este singular hecho deviene de la tradición palentina de que los cofrades de todas las hermandades de la ciudad participen todos los días en todas y cada una de las procesiones que se organizan, con lo que la cofradía titular nunca se encuentra sola. Y en el caso del Sábado Santo, esta invitación se acompaña además del ofrecimiento a que sus imágenes marianas pueda desfilar junto a Nuestra Señora de la Soledad.
Pero en esta ocasión el desfile con las Vírgenes no ha podido realizarse, con lo que la procesión se ha convertido en un acto de homenaje a la Virgen que se ha vivido en la plaza de San Francisco. Y al igual que ya ocurrió el Viernes Santo con la Función de Descendimiento, este acto tuvo que realizarse con la plaza totalmente vedada al público. Las grandes vallas cubiertas de negro volvieron a colocarse en todos los accesos para permitir únicamente la entrada a los cofrades de la Soledad y unos escasos invitados, siempre con el número máximo de cincuenta personas.
El acto engrandecido por la música de la Banda de la Santísima Trinidad se ha cerrado con el canto de la Salve y la despedida de la Virgen al compás de la Marcha Real.
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