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El dolor y la tristeza de la Virgen María por la pérdida de su hijo se ha reencarnado este sábado en el rostro de las siete vírgenes de la capital palentina que han procesionado. Solemnidad, pasión y sufrimiento que expresaban a través de sus lágrimas ... y mantos de luto, siempre espectaculares y ante la atenta mirada de miles de palentinos y visitantes. Las imágenes lucieron por las calles de la ciudad al atardecer y anochecer de un espléndido día que evidenciaba las ganas de las cofradías de revitalizar también esta procesión después de dos años más que atípicos. La Virgen de la Soledad, que luce su tradicional manto negro de terciopelo en señal de duelo y sufrimiento, sigue siendo una de las que más devoción despiertan entre los palentinos, y así se pudo de nuevo constatar este sábado durante el desfile.
Otro motivo más de revitalización de la procesión es que se enmarcaba en el décimo aniversario de la declaración de la Semana Santa de Palencia como fiesta de interés turístico internacional. Así, la procesión de la Soledad de la Virgen, que se ha constituido como un homenaje de la ciudad de Palencia a la figura de la Madre de Dios, quiso presentarse el Sábado Santo como uno de los grandes referentes del panorama penitencial de toda España. Organizada por la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, la procesión del Sábado Santo, una de las pocas que se celebran en la jornada previa al Domingo de Resurrección, contó con la participación de todas las hermandades de la capital palentina, que se sumaron con sus cuadros de penitentes y sus principales imágenes marianas.
La devoción por la Virgen se extiende como un homenaje a la figura de la mujer, que también se refleja en el desfile de las manolas, que lucían con la banda dorada, la distinción que ganaron las mujeres en 1387 –que proviene del honor que recibieron las mujeres cuando ganaron la batalla al duque de Lancaster en este mismo año–.
Además, el recorrido tuvo una una impronta especial, ya que se convirtió en un hermanamiento con el resto de la provincia de Palencia. La Soledad invitó a sumarse al desfile al resto de cofradías palentinas que tienen su advocación en la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. El hermanamiento con las cofradías de Astudillo, Paredes de Nava y Baltanás se escenificó delante del Palacio Provincial de la Diputación, donde los cofrades de la provincia fueron recogidos por los hermanos de la Soledad.
La procesión adelantó su salida para que la carroza de la Virgen se sacara hasta el edificio de la Diputación para celebrar la unión de los hermanos de la Soledad. Después, continuó hasta la Plaza Mayor, donde la esperaban el resto de las cofradías de la capital, con las otras seis imágenes marianas. Allí se retomó la procesión, que finalizó en la plaza de San Francisco con el canto popular de la Salve.
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