El Viernes Santo en Palencia es una jornada para vivir en la calle y difrutar intensamente de la Semana Santa. Desde bien temprano, la ciudad vibra al ritmo de las trompetas nazarenas, para en la noche, despedirse con el Santo Entierro, que protagonizan los hermanos del Sepulcro.
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Pero aunque esa procesión nocturna es una de las más espectaculares del ciclo palentino, no lo es menos el desfile matinal, en el que el color morado de los nazarenos prácticamente eclipsa al del resto de hermanos de otras cofradías que les acompañan. Una procesión en la que participa una colección de seis tallas de gran belleza y en la que destacan las dos imágenes titulares, las de los Nazarenos, el viejo y el nuevo, que se acompaña del Cirineo.
Pero en una Semana Santa sin procesiones, a los cofrades no les queda otra que intentar configurar un ciclo penitencia del puertas adentro, con intimidad, en la mayoría de los casos, pero también con puertas abiertas de su capilla, para que Palencia y también sus visitantes puedea venerar las queridas tallas religiosas, a la par que disfrutar de su grandiosidad.
Por ello, en esta mañana de Viernes Santo, en la Los Pasos tendrían que estar en la calle, los nazarenos llevaron a los palentinos hasta su capilla, para poder contemplar esas tallas que no podían desfilar, en una exposición abierta a la ciudad, que se completó con un acto de ofrenda a los difuntos.
No quisieron además los nazarenos perderse el momento más emotivo de su procesión la despedida de los nazarenos de su madre, la Virgen de la Amargura, por lo que recrearon este acto, aunque en el interior de la capilla.
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