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La Misericordia y la Piedad se cobijan para celebrar el Vía CrucisEl único paso que finalmente salió a la calle este Miércoles Santo fue el de Nuestra Señora de la Soledad, que debía participar en la ... procesión del Santo Vía Crucis, organizada por la Hermandad del Cristo de la Misericordia. Y fue tan solo durante unos pocos minutos, en la propia plaza de San Francisco a escasos metros de su capilla. La procesión se había suspendido por la intensidad del viento y la amenaza de lluvia, con lo que la imagen de la Soledad ya no tenía que desplazarse hasta la iglesia de la Compañía para unirse al Cristo de la Misericordia y la Virgen del Perdón, pero aún así salió a la calle. Quisieron los cofrades de la Soledad dar la oportunidad de cargar a su talla a las tandas de hermanos de otras cofradías que habían prestado sus hombros. Con lo que la Virgen desfiló en andas por San Francisco, arropada por la música de la Banda de la Preciosísima Sangre de Valladolid.
Mientras, en el interior de Nuestra Señora de la Calle (la Compañía) los cofrades de la Misericordia sustituían su procesión y Vía Crucis de la Plaza Mayor por un acto dentro de la iglesia, totalmente abarrotada, que sirvió de escenario para la lectura de las catorce estaciones.
Y tras el Vía Crucis comenzó el verdadero calvario para los hermanos de la Misericordia, no por el peso de las andas sobre los hombros, sino por las dudas y cavilaciones con respecto a la decisión de acudir a San Francisco para venerar a la Virgen de la Angustias de al Orden Seglar Franciscana, a la que se había montado un altar en el atrio del antiguo convento. Era un compromiso adquirido por la Hermandad de la Misericordia en el vigésimo quinto aniversario de las cruces de madera que se utilizan para marcar las estaciones del Vía Crucis. Se valoró la posibilidad de salir solo con el Cristo y finalmente, tras despedir a gran parte de los cofrades propios, incluida su banda, y los cuadros de otras hermandades, se optó por la visita de una pequeña representación de hermanos, que recorrieron el camino bajo una fina llovizna, acompañados por el cuadro de Jesús Crucificado, cuya sede está precisamente en San Francisco, así como por algunos hermanos de Medinaceli.
Y a esa misma hora, con la procesión de Luz y Tinieblas también suspendida, comenzaba otro Vía Crucis, en esta ocasión en la sede de la Hermandad Franciscana de la Virgen de la Piedad, la iglesia de San Agustín. Arropados por un coro gregoriano los cofrades pudieron cargar al Santo Cristo de la Vida y de la Muerte por el interior del templo, junto a Nuestra Señora de los Ángeles que estrenaba un nuevo manto pintado a mano con motivos de inspiración románica.
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