Un nazareno porta la corona de espinas ante Jesús de Medinaceli. Marta Moras
Semana Santa

San Miguel enmarca la traición de Judas a Jesús de Medinaceli en Palencia

La tormenta de primeras horas de la tarde despertó el temor de una posible suspensión, pero la lluvia cesó para permitir el desfile

Martes, 12 de abril 2022

No se suspendió la procesión del Martes Santo, como sí ocurrió en la jornada anterior, pero el desfile quedó un tanto deslucido. Alguno de los pendones desfilaba cubierto con plásticos y el número de cofrades participantes era sensiblemente inferior al de años precedentes.

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La noche ... además era húmeda, aunque hacía horas que había dejado de llover, pero el intenso aguacero previo había calado en los ánimos y tampoco era mucho el público que desde la calle contemplaba el cortejo penitencial.

Pero aun con todo, los palentinos pudieron disfrutar de una de las procesiones más particulares de su Semana Santa. Organizada 'ex aequo' por dos cofradías diferentes, la de Jesús Nazareno y de la Jesús de Medinaceli, ofrece una de las imágenes más icónicas de la Pasión palentina, la del nazareno que golpea con su vara las puertas de San Miguel para exigir la entrega de Jesús de Medinaceli.

En esta ocasión, también a diferencia de años anteriores, el texto de la Pasión se leyó antes de la llegada al templo del paso de La Traición de Judas, que parte de San Pablo, escoltado por los nazarenos, para ser devuelto posteriormente a sus propietarios, los cofrades de Medinaceli.

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Ya en San Miguel, tras los golpes de la vara, las puertas de torre gótica se abren para dejar paso a la talla de Jesús, momento en el que se reinicia la procesión, esta vez con la participación de todas las cofradías palentinas, cerrando las dos organizadoras.

Y junto a los cofrades de la capital, una pequeña representación de los nazarenos de Baltanás, habituales también en el Martes Santo, y todavía se sumaba a ellos un hermano de la Cofradía de las Siete Palabras de Valladolid, en la presidencia.

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El cortejo discurrió hacia la Calle Mayor, en donde casi en solitario siguió avanzando hasta San Pablo, aunque antes se detuvo para saludar en San Agustín a la talla de la Virgen de la Piedad.

Una vez alcanzado San Pablo, se produjo la despedida, con el regreso de cada una de las hermandades a su sede, lo que se convierte en una nueva procesión, esta vez ya en solitario para los cofrades de Medinaceli, que regresaron a San Miguel.

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