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Un escenario idílico y sobrecogedor recogía ayer la pasión y el dolor de los hermanos de la Vera Cruz, que procesionó su Cristo y la Virgen del Dolor a los pies de la obra de Victorio Macho. La procesión, que arrancó desde la iglesia de San Pablo Apostol, tuvo como protagonista al frío, aunque también a un cielo cubierto que amenazaba en algunos momentos con dejar caer algunas gotas. Además, el viento que ya se predecía, obligó a sustituir a las velas tradicionales por unas artificiales, que no consiguieron una atmósfera tan extraordinaria como otros años, aunque sí aseguraron a todos los paletinos seguir los pasos de los cofrades a través de las pequeñas luces.
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El peculiar itinerario de esta procesión es su principal atractivo. La plaza de San Pablo es el punto de arranque para llegar, tras un largo recorrido, hasta los pies del Cristo del Otero. Los dos pasos que procesionan tienen que atravesar el túnel de Jardinillos, cargados a pulso por los cofrades, para conseguir que el Cristo no llegue al techo del subterráneo. La subida al cerro del Otero, mientras baja el sol hasta hacerse de noche, es también una dificultad para los cargadores que llevan al encuentro de la Virgen a su hijo, Jesús. Este año, los cofrades de la Vera Cruz de Baltanás quisieron acompañar a sus hermanos de la capital y juntos, recrearon la imagen de la pasión y el dolor, bajo la imagen de la ciudad de Palencia.
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