
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No eran pocos los que afirmaban que la de este Lunes Santo sería la última procesión de la Pasión palentina. Y quizá por ello, el ... desfile de las Cinco Llagas parecía ayer haber despertado una atracción mucho más elevada que la de años anteriores. No solo en número de participantes, que fueron muchos, como importante presencia de cofrades en prácticamente todos los cuadros, sino también de público. Muchos en la plaza de San Francisco, en donde se vive quizá uno de los momentos más hermosos de la procesión, con la salida en andas de la Virgen de la Soledad, que recibe a su hijo, y no precisamente cualquiera, sino al Crucificado de Alejo de Vahía, una talla fechada en torno al año 1500 y que está considerada como la de mayor valor de la Semana Santa de Palencia.
Pero también la presencia del público era masiva en la Calle Mayor, especialmente a la altura de San Agustín, donde se rezó la Segunda Llaga, y especialmente en San Pablo, una plaza totalmente abarrotada, como si se tratase de los mejores momentos de la despedida de un Viernes Santo por la mañana. Mucha expectación y también mucho 'terraceo' en San Pablo, a pesar de que la temperatura ya no era tan agradable como la de días anteriores.
Y no faltaban tampoco, las fuerzas de seguridad. Con reforzada presencia en la calle tras los atentados de Moscú. Cortes policiales en calles próximas al desfile, agentes patrullando y también vehículos de la Policía Nacional cerrando el cortejo, algo inusitado hasta el momento. Aunque también destacaban los agentes de la Policía Local, hermanos honorarios, escoltando el paso de Jesús Crucificado.
Pero ya se ha dicho, este Lunes Santo era para estar en la calle, disfrutar de la Semana Santa, admirar el Cristo y contemplar el estoicismo de los cofrades, parados en las calles mientras se iban desgranando las Cinco Llagas.
Y al paso del Jesús Crucificado de Alejo de Vahía volvía a sonar la Banda de la Santísima Trinidad, la de mayor empaque de la ciudad y que permite la plasticidad de la procesión adquiera mayores matices de belleza. Y tras el Cristo, decenas de cargadores, penitentes voluntarios, llegados desde las diferentes hermandades para ofrecer sus hombros a los hermanos de Jesús Crucificado, los 'kostkas'.
Y a partir de hoy, a mirar al cielo, o más bien a las aplicaciones de telefonía móvil para conocer el parte meteorológico.
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