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Cofrades del Santo Sepulcro portan a hombros la Quinta Angustia.
La Quinta Angustia recorre la noche palentina

La Quinta Angustia recorre la noche palentina

La talla de Antonio de Amusco representa el dolor de la madre ante la pérdida de su hijo

fernando caballero

Jueves, 13 de abril 2017, 10:11

Con la procesión nocturna de la Quinta Angustia, la cofradía del Santo Sepulcro busca encontrar momentos de intimidad en la noche palentino para celebrar la despedida de la Virgen a su hijo. Esa intimidad se lograr con el silencio y el recogimiento que se observa a lo largo del recorrido, con decenas de espectadores siguiendo el acto por las primeras calles del recorrido, Lope de Vega, Valentín Calderón y Mayor, y luego por los actos programados: el encuentro con la cruz en las Claras y con su hijo muerto en la iglesia de San Francisco, acto este que comparten con la Hermandad Franciscana de la Virgen de la Piedad.

La procesión salió en el inicio de este Jueves Santo con puntualidad de la capilla del Santo Sepulcro. A unas palabras de bienvenida invitando a participar en el dolor de la Virgen, le siguieron los toques del tararú, momento en que la puerta se abrió para dar paso a los cuadros de las diferentes cofradías, que no estaban muy nutridos: Jesús de Medinaceli, Jesús de la Sentencia, Virgen de la Soledad, Jesús Crucificado, Jesús Nazareno, Santa Vera Cruz y Santo Sepulcro, que era el más numeroso con dos tandas para cargar a la Quinta Angustia, en las que estaba integradas muchas mujeres.

Este paso fue esculpido por el palentino Antonio de Amusco en 1607 y que representa el dolor de la Virgen por la pérdida de su hijo en los momentos en que ya está en la Cruz y aún no ha muerto. Esta talla fue la imagen titular mariana del Santo Sepulcro hasta la llegada de la Virgen de los Dolores de Vicente Espinet en 1906, pero la devoción que se mantenía en la cofradía por la de Antonio de Amusco aconsejó crear esta procesión en 1999 para recuperar esta importante imagen inspirada en la imaginería de Juan de Juni, aunque en los años anteriores había procesionado en el Santo Vía Crucis.

La Quinta Angustia desfila en unas andas de 36 cargadores y detrás de ella desfila el tambor, que con sus golpes secos que se potencian en la noche por las angostas calles marca el ritmo de la procesión. Solo la música sacra

El desfile tiene dos momentos destacados. El primero es el encuentro de la Virgen con la Cruz, una cruz desnuda que se levanta delante de la hermosa puerta de las Claras y que recogen hermanos del Santo Sepulcro entre las sencillas pero cada vez más sólidas voces del coro del Santo Sepulcro. En una ceremonia que siguió numeroso público en silencio. En la procesión, la cruz se sitúa delante de la Quinta Angustia, que enfiló hacia la plaza de San Francisco, donde perfectamente cronometradas se junta con la procesión de Luz y Tinieblas, que organiza la Hermandad Franciscana Virgen de la Piedad y que había salido a las once de la noche de San Agustín.

Este acto significa el encuentro de la Virgen con su hijo ya en la cruz, representado por el paso Cristo Señor de la Vida y de la Muerte, una talla muy del estilo castellano de creación reciente, en 2003 por los Hermanos Martínez. Este es un cargo cargado de sentido y significado. Además del encuentro entre la madre y su hijo, es también el hermanamiento entre dos cofradías palentina, el Santo Sepulcro y la Virgen de la Piedad, que mantienen vivo el carisma franciscano, en el lugar más idóneo donde podían tener este encuentro, junto a la iglesia del antiguo convento franciscano, ahora regentada por jesuitas y donde se gestó el origen de la Semana Santa palentina. En la oración hubo un recuerdo para las víctimas de los conflictos no resueltos y se citó expresamente a las del terrorismo y a todos los que sufren, todo ello ante los movimientos suaves del Crucificado delante de la madre.

Este acto terminó con la renovación de las promesas de los cofrades de mantener el espíritu penitencial y con la despedida del crucificado a la Quinta Angustia mediante tres acercamientos al ritmo del tararú.

Finalizado este momento, que fue seguido con absoluto respeto y silencio por decenas de personas pese a lo avanzado de la noche, ambas procesiones desfilaron hacia las respectivas sedes de las cofradías organizadoras, la capilla del Santo Sepulcro y la iglesia de San Agustín.

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