fernando caballero
Lunes, 13 de febrero 2017, 11:02
Se la denomina cariñosamente El abuelo, pero no solo entre los hermanos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Madre la Virgen de la Amargura. La veneración que existe en la ciudad hacia este paso se evidencia todos los años desde 1996 cuando se estrenó la procesión de Silencio y Penitencia. Es la una de la madrugada. De la capilla de los nazarenos sale el cortejo de este paso en andas con los hermanos descalzos. En la plaza de San Pablo, y durante todo el recorrido, cientos de personas siguen el desfile con velas y en un respetuoso silencio.
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Es la expresión más palpable de la devoción que existe en la ciudad por esta talla que mañana cumplirá 300 años, obra del imaginero leonés afincado en Medina de Rioseco Tomás de Sierra. La misa organizada por la cofradía este martes a las 20:00 horas servirá para recordar la bendición del paso, que se celebró el 14 de febrero de 1707.
¿Quién fue Tomás de la Sierra? Luis Luna Moreno, director entre 1988 y 1996 del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y especialista en imaginería española y de la Semana Santa, destaca que nació en Santalla del Bierzo, provincia de León, hacia 1654, aunque se avecindó a fines del siglo XVII en Medina de Rioseco, que formaba parte, entonces, del obispado de Palencia. «En Rioseco se casó y estableció un importante taller de imaginería, en el que aprendieron y trabajaron varios de sus hijos. Desde Medina, se relacionó con diversos escultores y ensambladores, extendiendo su obra y la de su taller por las dos Castillas y el norte de España», explica. De sus hijos, destacó Pedro de Sierra, que fue un notable escultor del periodo rococó.
La llegada de este paso a Palencia se enmarca, según Luis Luna, dentro de los trabajos de renovación y enriquecimiento llevados a cabo por la cofradía de Jesús Nazareno en el tránsito del siglo XVII al XVIII. «Se decidió en mayo de 1716 sustituir la antigua imagen titular por otra mas acorde con las nuevas obras, encargando su ejecución a Tomás de Sierra, que ya había demostrado su maestría en algunas figuras del grupo de la Crucifixión de Rioseco», relata. En febrero de 1717, el escultor entregó el nuevo paso procesional, que se bendijo el día 14.
Para este experto en imaginería religiosa, la obra de Tomás de Sierra «reúne piadosa devoción y calidad estética». Aunque actualmente la imagen de Jesús Nazareno aparece sola, antiguamente estaba acompañada por la figura de Simón de Cirene, que le ayudaba a portar la cruz. «Ambas son figuras de vestir, siguiendo una antigua tradición de imágenes procesionales desde el siglo XVI. En las imágenes de Jesús Nazareno se mantuvo y se mantiene esta costumbre de la túnica de tela. Lleva, además, cabellera de pelo natural, que, desde la imagen medieval del Cristo de las Claras, estaba vinculada con la apariencia de las imágenes de profunda devoción. Como es habitual en las figuras del nazareno, carga la cruz sobre el hombro izquierdo, para dejar libre el brazo derecho. Esta posición procede de que, originariamente, algunas imágenes de esta advocación tenían un mecanismo para bendecir a los fieles, naturalmente con la mano derecha», explica Luis Luna.
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Tomás de Sierra realizó esta obra, continúa el especialista, en su época de madurez, «logrando aunar un profundo patetismo devocional y una alta calidad escultórica». «Todo ello se muestra perfectamente cuando recorre las calles de Palencia a hombros de los cofrades, que para ser dignos de hacerlo, portan sus andas con los pies descalzos», apostilla Luna Moreno.
Para él, el patrimonio artístico que engrandece la Semana Santa palentina es «importante y rico, en el que las imágenes antiguas se conjuntan perfectamente con las nuevas incorporaciones».
El historiador de la Semana Santa de Palencia, Rafael Martínez, destaca de este paso que en la historia reciente del siglo XX «era uno de los pocos que salía en andas en la ciudad hasta que empezaron a procesionar las cofradías más pasos a hombros». «Cuando se encarga este paso era la única talla de Jesús con la cruz a cuestas que había en la Semana Santa de Palencia. Todos los demás eran crucificados, yacentes o cualquier otra escena, hasta que la propia cofradía encargó a Víctor de los Ríos el nuevo, que se estrenó en 1955», apostilla.
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Precisamente, cuando llega este paso, la cofradía le nombra titular y relega al de Tomás de Sierra, que no vuelve a desfilar hasta que en 1996 se crea la procesión del Silencio y Penitencia.
Otras obras de Tomás de Sierra en Palencia son unas esculturas de santos dominicos que se conservan en la iglesia de San Pablo y una San Antonio que se encuentra en la parroquia de Guardo. Las esculturas del retablo de san francisco de Palencia son de José de Sierra.
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