Asun García
Domingo, 20 de marzo 2016, 20:49
El sol deslumbraba a los numerosos fieles que se habían congregado ante la iglesia de San Pablo para presenciar la salida de la procesión de Santo Rosario del Dolor. Los asistentes se mostraban satisfechos de poder disfrutar del buen tiempo en este desfile después de dos días de lluvia y de procesiones canceladas, y formaron pasillo a lo largo de la calle y hasta la plaza de León con el fin de apreciar de cerca los pasos.
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Pasaban veinte minutos de la hora prevista de salida cuando se abrieron las puertas del templo. Un grupo de cofrades de la Muy Antigua, Venerable y Dominicana Cofradía Penitencial y Sacramental de la Vera Cruz, de Nuestra Señora Madre de la Iglesia, del Niño Jesús y de la Resurrección de Cristo esperaba ante el templo. La cofradía titular encabezó la procesión tras el sonido del Tararú. Tras ella desfilaron hermanos del Santísimo Cristo de la Misericordia, de Jesús de Medinaceli, de La Soledad, de los Nazarenos y de otras hermandades que acompañaron la procesión. La Cofradía de la Santa Vera Cruz de Osorno precedía el paso del Santísimo Cristo, una talla anónima del siglo XV. Poco después sonó el Himno Nacional, que anunció la salida de Nuestra Señora del Dolor, también de autor anónimo, del siglo XIX.
Traslado desde las Dominicas
La imagen mariana, con manto negro bordado en oro y que porta en la mano la corona de espinas, había sido recogida con anterioridad del convento de las Madres Dominicas con motivo del Año Jubilar Dominicano, para incorporarla a la procesión desde la iglesia de San Pablo.
El desfile, en el que algunos cofrades caminaron descalzos, avanzó lento al son de himnos como 'Cerca de ti, Señor' y en medio de la multitud de fieles, que se adelantaban para ver el paso de las imágenes bajo el subterráneo desde la zona superior tras las barandillas.
El solo de trompeta marcó el momento de bajar el paso del Cristo, que continuó luego a hombros de los costaleros hacia la avenida de Santander.
Poco después llegó el paso de la Virgen, a hombros de cofrades de la Vera Cruz y alguno del Nazareno y de las Cinco Llagas. El paso hizo una parada al sonar el Tararú y en un momento, doce cargadores de la Vera Cruz sustituyeron a lo que lo llevaban hasta entonces, para pasar a la imagen al otro lado, donde los pasos fueron recibidos por otro numeroso grupo de fieles.
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La procesión continuó hacia la iglesia de María Estela, para el rezo de los dos primeros misterios dolorosos, y luego hacia de la San Ignacio y Santa Inés para una nuevo rezo antes de ascender al cerro, cuando ya empezaba a caer la tarde.
En la ermita del Cristo se terminó el rosario, en el momento del encuentro de Cristo y la Virgen, antes de emprender el descenso.
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