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Las diferentes cofradías acompañan el vía crucis. Rodrigo Jiménez

Medina sortea el mal tiempo con dos procesiones multitudinarias

Las Llagas y el vía crucis volvieron a lucir su mejor cara a pesar de una jornada muy desapacible

Patricia González

Medina del Campo

Jueves, 18 de abril 2019, 00:30

Fue una tarde complicada. El viento y la lluvia hicieron acto de presencia de manera constante durante las horas previas a la celebración de la que es la procesión más querida de los vecinos del Barrio Santo Tomás, el distrito más poblado de todo Medina del Campo. Pero a pesar de las nubes grises y de la aspereza del tiempo el Santísimo Cristo Crucificado (Francisco del Rincón, siglo XVI) volvió a recorrer las calles próximas a la parroquia para formar el desfile de Las Llagas de Cristo de la Cofradía El Calvario. «Estamos contentos porque después de esperar, de estar mirando al cielo, la procesión se podrá celebrar», aseguraba con rotundidad el presidente de esta hermandad, Santiago Salgado, que una vez más agradeció la «constancia y el trabajo que durante todo el año realizan todos y cada uno de los cofrades para poder desarrollar esta procesión que para los vecinos del barrio de toda la vida es la más bonita de todas las que se celebran en Medina del Campo».

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Al igual que en ocasiones anteriores, pasadas las ocho menos cuarto de la tarde la banda de cornetas de El Calvario entonó los primeros acordes de las dos marchas procesionales, Mater Stabat y Réquiem, que dieron la orden de salida al desfile, que en esta ocasión contó con la participación de un numeroso grupo de miembros de La Oración del Huerto de Nava del Rey, cofradía con la que El Calvario se hermanó hace varios días. La talla, de elevado valor, (procesiona desde el año 1993) que de manera habitual está situada en el retablo mayor de la parroquia, realizó cinco paradas en las que se entonaron las cinco llagas (peticiones). En esta ocasión, una de las novedades, según explicó Salgado, fue la incorporación a los enseres procesionales de una carroza pequeña de madera que emulaba un calvario y que fue portada por algunos de los niños de la sección infantil de la Hermandad.

Una de las peculiaridades del crucificado que recorrió la calle Alegría, la Avenida de la Constitución y la calle Valladolid es que conserva la policromía original. El conjunto escultórico que acompaña a esta talla en el interior del templo son las imágenes de San Juan y de la Virgen (los tres conforman el calvario original pero ayer no procesionaron). Estas dos esculturas, según explican desde la Junta de Semana Santa de la localidad, fueron repolicromadas a imitación de alabastro, perdiendo los dorados y estofados de sus mantos, que no han podido ser recuperados en las últimas restauraciones y que se han repintado en colores planos. Para poder desarrollar el desfile, los cofrades de la banda ensayan desde el mes de septiembre y los portadores (en esta ocasión fueron ocho los que llevaron en volandas al Cristo) desde hace más de 60 días recorren las calles próximas al templo emulando el peso del paso que asciende, entre la carroza y las andas de forja, a más de 300 kilos.

Recorrido de Las Llagas de Cristo. Rodrigo Jiménez.

Vía crucis

Además de la procesión de El Calvario, durante la jornada de ayer también se celebró el tradicional Vía Crucis que cada año organiza la Cofradía del Descendimiento. En esta ocasión el Cristo (anónimo, siglo XVI) y a pesar de las gotas que empañaron la salida, las puertas de la iglesia parroquial de San Miguel volvieron abrirse de par en par para celebrar uno de los desfiles más populosos de la Semana Santa medinense.

La particularidad de este desfile que rememora los pasos de la pasión de Cristo son los cánticos penitenciales que se desarrollan a lo largo de todas y cada una de las estaciones. En esta procesión participan un elevado número de cofrades de todas las hermandades del municipio y durante los últimos años se ha convertido en una cita obligatoria dentro de los ocho días de Pasión de la localidad. Tal es así que a pesar de desarrollarse a altas horas de la noche los feligreses acuden en masa a contemplar el recorrido de la procesión.

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Una cofrade del Desamparado, ante la salida del Cristo. Rodrigo Jiménez

Según explican desde la Junta de Semana Santa, la talla ha sido hasta hace varios años una de las grandes olvidadas del patrimonio religioso del municipio. Sin embargo, son muchos los historiadores que han decidido estudiar las características de esta escultura de madera policromada de dos metros de altura. Entre los rasgos más peculiares de la talla destaca que el paño de pureza está tratado de forma naturalista y que el pelo original fue sustituido por una peluca de pelo natural que cambió de manera leve su apariencia inicial. La expresión del rostro de la talla es contenida por lo que no refleja demasiado dolor ni dramatismo, algo habitual en muchos de los crucificados que procesionan en la localidad. La imagen se muestra ante sus devotos con la boca entreabierta y los dientes y labios tallados. La obra se ha vinculado con la estela de Juan de Valmadesa, pero no se puede hacer una atribución real.

La cofradía del Descendimiento volverá a desfilar el Viernes Santo a las siete de la mañana con el Cristo de Santa Clara (anónimo, siglo XIV). Este desfile destaca por las paradas que se realizan para meditar y por la implicación de los vecinos del barrio de La Mota que son los encargados de porta la imagen por sus angostas calles. La imagen de la talla a su paso por el Castillo de la Mota es uno de los momentos más especiales de este desfile que finaliza en el Convento de las Madres Clarisas.

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