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BERTA JIMÉNEZ
Segovia
Sábado, 16 de enero 2021, 16:33
La festividad de Santa Águeda que todos los inviernos tiene lugar en Zamarramala no se celebrará este año debido a la situación epidemiológica actual. Las siete mujeres que forman el Concejo de Aguederas planean reunirse mañana para valorar qué alternativas quedan y comunicar formalmente la ... suspensión de estas fiestas. Mari José Pascual, una de las aguederas, admite: «Según está la situación hoy, creo que no se va a hacer nada». Piensa que, como mucho, algunas mujeres del pueblo pondrán unas flores a la Virgen, pero descarta la celebración de misas u otros actos. «En la iglesia no nos podemos juntar mucha gente», afirma.
El origen de esta festividad se remonta al año 1227, cuando los cristianos recuperaron el Alcázar de Segovia de las manos de los árabes gracias a que las mujeres de Zamarramala les distrajeron con sus bailes y sus mejores galas. Desde entonces se conmemora aquella hazaña concediéndoles a las mujeres zamarriegas unos días de protagonismo en los que son ellas quienes mandan. Se rinde también homenaje a Santa Águeda, protectora de las mujeres.
La tradición marca que estas fiestas deben celebrarse el domingo siguiente al día 5 de febrero, por lo que este año sería el 7 de febrero el día principal de la festividad. Según Pascual, la celebración de Santa Águeda solo se ha dejado de festejar durante los años de la Guerra Civil: «Desde entonces nunca se ha suspendido, ni aunque nevara o lloviera». Aunque reconoce que es «triste» y «duele» no poder conmemorar esta fecha como otros años, entiende que es lógico aplazar los festejos «con lo mal que lo está pasando la gente y el sufrimiento que hay».
En una situación normal, los preparativos para las fiestas de Zamarramala ya estarían en marcha. «Ahora estaríamos preparando la presentación de los que van a ser nombrados», explica. Más allá de misas, pregones, chocolates y vermús, la celebración de Santa Águeda se caracteriza por el protagonismo de las mujeres. Ellas son las que el sábado anterior al día de Santa Águeda cantan las vísperas en la iglesia después de que las Alcaldesas, la figura más importante de estas fiestas, nombren a las llamadas «alcaldesinas» (niñas de la familia o allegadas) y recorran el pueblo invitando a las mujeres al festejo.
Ellas son también las que otorgan los nombramientos a distintas personalidades, algo que se empezó a hacer desde que la fiesta se declaró de Interés Turístico Nacional en 1976. El conocido como Matahombres de Oro, por ejemplo, es un galardón que se entrega a personas que han realizado actividades en favor de la mujer ese año. El nombre hace referencia al alfiler que se utiliza para sujetar parte del traje típico de zamarriega. Ana Belén, Luis del Olmo o Rosa María Calaf son algunos de los galardonados de años anteriores. Otro de los nombramientos es el de Ome Bueno e Leal, que está mucho más ligado a Zamarramala ya que distingue a personas u organismos cuyo interés por el pueblo haya sido destacable.
Pero la fiesta de las Águedas no termina ahí. El domingo se quema el famoso pelele con el fin de que «se vayan las maldades» y se celebra la tajada, un aperitivo de chorizo y vino, todo ello mientras se bailan las danzas tradicionales segovianas. Pascual explica que para comer la tajada se colocan «los hombres a un lado y los mujeres a otro», pero aclara que «no es por discriminar a nadie» sino que la traición así lo indica. «Aunque nosotras somos las que estamos de gala, tenemos mucho apoyo de los hombres. Ellos son los que ponen las banderas, micrófonos, abanderan la procesión… Los maridos de las alcaldesas además van con ellas todo el tiempo», subraya Pascual.
Este año Laura Gil y Patricia Merino iban a ser las alcaldesas, pero tendrán que esperar al año que viene para enfundarse los trajes tradicionales. A Pascual le hubiera tocado de cerca: son su hija y su sobrina las que el año pasado recibieron la 'montera' que designa a las futuras alcaldesas de las fiestas. «Este año lo viviría con más trabajo porque tendría que ayudar a organizar todo, pero me hubiera hecho especial ilusión», cuenta. Las mujeres que quieran ser alcaldesas deben apuntarse en una lista y normalmente pueden elegir la compañera con la que desean compartir la ocasión. Pascual recuerda que ella tuvo que esperar 11 años hasta ser alcaldesa y, cuando por fin le correspondía, se quedó embarazada pero aun así se salió y se volcó en las fiestas. Este año confirma que solo tiene un deseo: «Espero que el año que viene se pueda retomar la marcha».
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