Secciones
Servicios
Destacamos
Para Azucena Manso, miembro de la Asociación Turismo Rural y Activo de Segovia y propietaria de una casa rural con 21 plazas, el verano pasado, después de meses totalmente cerrada, ya fue complicado. En este caso, no fue tanto por las restricciones de las autoridades ... como por el propio miedo de las personas a juntarse. Lo fue salvando con grupos más reducidos de lo normal, de 14 o 15 personas y «cogiendo todo lo que iba cayendo». Desde septiembre, permanece cerrada.
Y es que ahora la situación es muy distinta, debido a la restricción de aforo para casas rurales. Esta semana, con el avance al nivel dos de alerta, este ha quedado en 12 personas, pero se mantiene el requisito de solo dos grupos de convivencia. «Yo no puedo abrir si no es rentable, la capacidad está condicionando mi rentabilidad», comenta, en referencia a lo que cuesta mantener un alojamiento como el suyo, la Casa Rural Alquería en la localidad de Tizneros, y lo que puede percibir de grupos pequeños.
Para ella, uno de los mayores problemas es que, a su juicio, las autoridades no han tenido en cuenta a los grandes alojamientos como «actividad económica principal», como es su caso porque vive de ello. También el «agravio comparativo inmenso» que sufren con otros sectores y otras comunidades.
De cara a este verano, ha empezado a hacer reservas para julio y agosto, con la esperanza de que para entonces no haya restricciones de aforo como las de ahora. «Si no es así, les devolveremos la cantidad de la reserva», asegura. Manso también se queja de que las ayudas del Gobierno estén sujetas a haber contraído una deuda: «¿Y los que hemos usado nuestros ahorros para sobrevivir, no tenemos derecho a ayuda?», se pregunta.
«Ya que las ayudas que necesitamos no vienen, lo que queremos es que nos dejen trabajar, y para eso nos tienen que quitar las unidades de convivencia», demanda Manso, para quien «el daño ya está hecho». «La pregunta es: ¿Volveríamos a pasar por lo que hemos pasado? Si nos volvieran a hacer lo que nos han estado haciendo hasta ahora, yo, en mi caso, cierro».
Y va más allá: «Si volviera a suceder lo mismo y volvieran a poner las mismas limitaciones, el sector se hunde, y no sólo económicamente, sino moralmente». De su experiencia, lo peor ha sido «la sensación de impotencia y frustración al ver el agravio comparativo de otros sectores y otras comunidades autónomas»: «De eso no se han dado cuenta las autoridades sanitarias», afirma. Azucena Manso se muestra muy crítica con unas decisiones que considera «aleatorias» porque «no se avalan con estudios científicos», ni se han «aclarado» lo suficiente, en su opinión.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.