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La Federación Empresarial Segoviana (Fes) entregará este jueves a Luis Ruano (27 de diciembre de 1943) el premio al empresario del año. Este segoviano de Gomezserracín es un pionero de los prefabricados de hormigón, trajes a medida para las fachadas que lleva 32 años haciendo ... con Prehorquisa, una de las primeras empresas del Polígono de Hontoria. Esas creaciones que visten Madrid, Bilbao, Barcelona, Rabat o Toulouse son tan sólidas como su espíritu. El de un jubilado que volvió a la compañía para sustituir a su hijo, que falleció durante la pandemia de la covid-19. Una forma de honrarle que, reconoce, le ha salvado.
-¿Qué premia la Fes con su elección?
-Premian algo que ven en ti que tú mismo no ves. Cuando me llamaron para decírmelo, le dije al presidente: «Pero con la cantidad de empresarios que hay en Segovia ¿cómo os habéis fijado en mí?» Yo no veo en mí más que las ganas de trabajar que he tenido toda la vida. Y de divertirme. Las dos cosas se deben de complementar.
-¿Cuál fue la respuesta?
-Puede haber sido la constancia. Me jubilé a los 72 años y entró mi hijo Luis a dirigir la empresa, ya llevaba conmigo unos cuantos años. Era un fenómeno, un hombre muy trabajador y muy agradable. Pero la pandemia me le llevó. En esos momentos, tuve que volver a la empresa. El hecho de haber vuelto con ganas de hacer cosas quizás haya hecho que el empresariado haya visto en mí algo distinto.
Luis Ruano
Fundador de Prehorquisa
-¿Volver a la empresa le sirvió de terapia?
-Los hijos deben enterrar a sus padres, nunca al revés. Fue un golpe tan tremendo que no lo sabría explicar. Ahora, yo volví con todo el ímpetu a mi empresa y con toda la rabia del mundo, revolviéndome contra la propia vida; porque entendía que no había derecho de que se fuera con 45 años y dejara a su padre al frente.
-¿De dónde saca la fuerza?
-No lo sé. De ver a mi mujer, a mis dos hijas –una está trabajando conmigo–, a la mujer de mi hijo, que es como una hija más y también está trabajando conmigo. Mis cuatro nietas. Tengo fuerzas y todavía soy el que abre la fábrica muchos días del año. A mí me ha gustado madrugar siempre.
-¿Por qué admiraba a aquel aparejador cuando era niño?
-De pequeño quería ser piloto de aviación, pero mi madre me dijo: «a esas alturas, ni lo sueñes; se cae el avión y te matas». De aquellas, estaban haciendo las obras de La Albuera y yo veía un señor que iba en un Mercedes y todo el mundo le respetaba mucho. Un día me entero que era el aparejador. Yo me propuse que un día tendría un Mercedes como ese señor. Y lo he conseguido sesenta o setenta años después; ahora lo tengo.
Luis Ruano
Fundador de Prehorquisa
-¿Por qué emprendió?
-En aquella época había empresas esperando a que acabáramos la carrera. Te proponían oficina técnica, jefe de obra, misiones de un aparejador. Yo siempre pensé que quería hacer algo para mí, pero no sabía el qué hasta que conocí al arquitecto Juan Bautista Martínez Gemar [Premio de la Bienal de Venecia] y nos hicimos muy amigos. Me dijo: «¿por qué no montas una empresa de prefabricados?» Y le contesté: «porque no tengo un puñetero duro». Llamé a mi padre, un simple funcionario de prisiones. Le debieron conceder un crédito de 100.000 pesetas que me cedió a mí y que yo le pagué con posterioridad. Con eso empecé esta empresa en Asturias.
-¿Por qué el hormigón prefabricado?
-Hacía aplacados de fachadas con piedra artificial, no podía pesar más que un saco de cemento, unos 50 kilos, para que lo pudiera manejar un albañil en un andamio. Las grúas nos fueron aguantando y en estos momentos yo estoy haciendo en Segovia prefabricados de 14.000 kilos. En las revistas que llegaban de fuera de España ya se empezaba a ver mucho prefabricado que aquí no había llegado. Y Gemar fue el primero que empezó a colocar piezas grandes mías. Con una particularidad: no son las que yo me invento, sino las que el arquitecto ha dibujado para cada edificio. Trajes a medida. Es muy difícil que la competencia dé la batalla. Es mucho más bonito hacer bordillos de hormigón, todos igual, que piezas de fachada, todas distintas.
Luis Ruano
Fundador de Prehorquisa
-¿Por qué es mejor que el ladrillo?
-Los árabes tuvieron una idea fantástica con el ladrillo de cerámica: cerramiento, aislamiento e insonorización. Cumplía todos los requisitos de mi prefabricado, solo que yo lo que hago es colocar mil ladrillos de un golpe de grúa. Permite suplir la carencia de mano de obra en la construcción, por razones que a veces no entiendes. Depende de las zonas, yo nunca dejaría meter un prefabricado en el casco antiguo de Segovia, pero sí sería capaz de hacer uno de los adornos de la Catedral si lo rompiera un rayo y sustituirlo por un prefabricado de hormigón sin que la gente lo notara. Está pensando para que una fachada de 3.000 metros cuadrados se tarde en montar, sin andamios y accidentes, como mucho tres meses. El edificio de la UVA es un edificio que yo oferté y no lo llegué a hacer porque probablemente iba más caro que la competencia. Si no hubiera sido por el prefabricado, todavía estarían colocando ladrillos.
-¿Le ve futuro al CIDE?
-Hay que sacarle utilidad al CIDE porque los segovianos nos hemos gastado un dinero. El edificio te puede gustar más o menos, es muy modernista. Para mí el hormigón es uno de los materiales más nobles, he vivido de él toda mi vida, pero necesitamos que la política haga su función. Al principio pensaba que iban a hacer un nido de empresas, no lo veía con mucha claridad. El Ayuntamiento me llamó para ver qué opinaba y dije que tenía mucha superficie, que es un gran edificio, pero el problema es sacarle rentabilidad.
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-¿Por qué se sigue divirtiendo?
-Todavía me divierte ponerme encima de los planos de una fachada, a veces estoy más a gusto que en mi propio hogar, donde me echan la bronca [ríe]. Pero es que cada vez que estoy allí tengo la posibilidad de hablar con mi hijo. ¿Qué me pasa cuando hablo ahora de él? Que mis 80 años se convierten en los 18. Me dan ganas de salir a bailar esta noche por ahí de fiesta. Recordándole creo que estoy haciendo algo positivo. Si no hubiera sido por la fábrica, si hubiera sido un empleado de un estudio de arquitectura y estuviera ya jubilado, desde luego no sería premio de nada y no sé si estaría aquí hablando.
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