El padre Isaac Benito habla con unas mujeres en la misión que realizó en Zimbabue. El Norte

La vocación frente al calor, los mosquitos y el polvo

Diócesis de Segovia ·

Más de un centenar de misioneros segovianos evangelizan y mejoran las condiciones sociales de miles de personas en diferentes partes del mundo

Laura Lopez

Segovia

Domingo, 7 de noviembre 2021, 20:21

El impacto que tienen las misiones de la Iglesia en la vida de las personas es difícil de calcular, ya que se trata de pequeñas semillas de solidaridad y evangelización que crecen en diferentes lugares del mundo para hacer de este un lugar ... un poco mejor. Así es como lo ven los misioneros de la Diócesis de Segovia, aquellos que un día sintieron «la llamada» para dejarlo todo y entregarse en una experiencia que, aunque sacrificada, deja en ellos una satisfacción también incalculable.

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El pasado 24 de octubre se celebró la jornada mundial del Domund, que busca poner en valor la labor pastoral y social de las misiones y recaudar dinero para mantenerlas. Lo que consigue en esta jornada la Diócesis de Segovia (58.544,08 euros el año pasado) se une a todo lo procedente de la Iglesia católica en el mundo y desde Roma se distribuyen entre las misiones del mundo, en función de la necesidad.

En la actualidad hay 103 misioneros segovianos repartidos por el mundo: 82 en América, ocho en África, otros tantos en Europa y cinco en Asia. Se trata en su mayoría de religiosos y religiosas, pero también hay algunos laicos, según ha explicado el delegado diocesano del Secretariado de Misiones, Isaac Benito. «No hace falta que te metas a monja, todo el mundo que sienta esa vocación que te pone ahí Dios en tu corazón puede irse. Hay familias enteras que dejan el trabajo y todo y se van allí con los hijos», ha explicado el sacerdote, quien ha precisado que actualmente no hay ningún caso de este tipo en la Diócesis de Segovia.

En Zimbabue

«Mataron a 32 compañeros míos, pero bueno, vas allí como el buen pastor, a lo que sea»

Isaac Benito

Delegado del Secretariado de Misiones

Dirigir proyectos sociales para mejorar la vida de las personas en el territorio y «anunciar la buena nueva» son los objetivos principales e inseparables de estas misiones: «Hay que evangelizar espíritu y cuerpo», comenta el sacerdote, quien fue misionero durante 23 años en Zimbabue. Su labor consistía en dar misa, enseñar la catequesis o practicar los sacramentos; pero también ayudar a conseguir agua para las personas que allí vivían o construir escuelas y hospitales.

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Sobre la evolución que ha habido en el número de misioneros de la Diócesis, Isaac Benito señala que ha habido un descenso: «Hoy en día, las familias tienen menos hijos, no es como antes, que había más hijos y más vocaciones», comenta. Sin embargo, el exmisionero se muestra satisfecho porque gracias a las labores realizadas hasta ahora, se ha dado el impulso necesario para que haya clero local en muchos lugares, que es el objetivo fundamental. «La misión del misionero es fundar una iglesia local para que sea autónoma, que no dependa de fuera», explica el párroco.

No había agua

Isaac Benito, actual párroco de San Miguel, estuvo desde 1968 hasta 1991 en Zimbabue. Se fue «recién salido del seminario» y tuvo que aprender tres lenguas antes de ir, dos de las tribus autóctonas e inglés. «Yo siempre tuve ganas de ir con los pobres de África a la selva. Si llegas allí y no tienes vocación, cuando lo único que tienes es polvo, mosquitos y calor, te coges la maleta y te vuelves a casa», opina.

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Cuando él llegó a «la selva», no había ni siquiera agua ylas comunidades que allí vivían tenían que caminar entre dos y tres kilómetros todos los días para conseguirla. «Para hacer la misión, lo primero que tienes que hacer es buscar agua, hacer un pozo, porque luego tienes que dar agua a la escuela, al hospital, y sin agua no puedes construir nada», explica.

Reciprocidad

«Yo en mi vida siempre digo 'esto lo aprendí allí, a coger a la gente, recibirla, ser paciente, tolerante y no enfadarte»

Isaac Benito

Delegado del Secretariado de Misiones

Las misiones tienen un impacto grandísimo en la vida de las personas autóctonas, ya que a menudo las únicas escuelas u hospitales de los que disponen son los que estos devotos construyen para ellos. Aun con todo, el padre Isaac Benito asegura que «recibes mucho más de lo que das. Aprendes muchas más cosas buenas que ellos tienen, que lo que tú les das», asegura. «Yo en mi vida siempre digo 'esto lo aprendí de allí', a coger a la gente, recibirla, ser paciente, no enfadarte, ser tolerante, todas esas cosas las aprendes allí, y se te queda. Las aprendes allí, las practicas allí, y luego las practicas aquí también», relata.

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Vivió en aquel lugar muchas dificultades y penurias, incluida una guerra entre los años 1976 y 1980, hasta que Zimbabue alcanzó la independencia: «Mataron a 32 compañeros míos, pero bueno, vas allí como buen pastor, a lo que sea. No huyes ni nada, sino que te quedas», relata el sacerdote. Sin embargo, a pesar todo, este cura no tiene duda: «Lo mejor de mi vida han sido los 23 años en África, es lo que recuerdo con más cariño y con más amor», asegura.

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