Vivir las vacaciones entre los que roban lo 'cavao'
Fuenterrebollo ·
Daniel Sacristán, edil y presidente de la asociación de curioso nombre de la localidad segoviana, sueña con que «algún veraneante se establezca aquí a teletrabajar»Fuenterrebollo ·
Daniel Sacristán, edil y presidente de la asociación de curioso nombre de la localidad segoviana, sueña con que «algún veraneante se establezca aquí a teletrabajar»Un padre de Cantalejo mandó a su hijo a labrar una tierra en la vecina localidad, también segoviana, de Fuenterrebollo. Como no regresaba a dormir, después de varios días fue en su búsqueda y comprobó que nada había labrado. Le preguntó y el joven respondió ... que los de Fuenterrebollo le habían robado lo 'cavao'. La anécdota popular ha pasado de generación en generación y apoda a todo un pueblo que constituyó hace una docena de años una asociación con ese curioso nombre: Los que roban lo cavao.
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Su presidente, Daniel Sacristán, cuenta la historia entre divertido y orgulloso porque forma parte de la memoria del municipio. También concejal de fiestas, cultura, deporte y juventud, de 32 años, asegura que «me caen todos los eventos y la asociación y el Ayuntamiento organizan muchas actividades».
La crisis del coronavirus ha tocado de perfil Fuenterrebollo, donde no ha habido casos y los que se han podido comprobar son de personas de Madrid; «aquí somos 340 personas censadas, aunque vivimos menos en invierno y durante estos meses hubo gente con residencia en Madrid que se quedó aquí y lo contrario, vecinos a quienes la pandemia les sorprendió en la capital madrileña», cuenta Daniel.
Con el lamento de no poder organizar las numerosas iniciativas que jalonan la vida de Fuenterrebollo durante el verano, afirma que «todo va a ser muy diferente y ya suspendimos las fiestas de San Antonio en junio y así también las de San Cristóbal y San Roque», al tiempo que no desiste «en intentar todo, porque va a haber más gente en el pueblo que en otros veranos».
No hay mal que por bien no venga y la crisis sanitaria puede ser una oportunidad para la España vacía. «Yo trabajo en Segovia en una asesoría y creo que esto ha provocado ya que haya personas que se queden aquí a teletrabajar», señala. «Será una oportunidad, que falta nos hace; y que los políticos no hablen tanto y tomen medidas para ayudarnos y apuesten por los pueblos con colaboración económica para vivienda», añade reivindicativo, «porque hemos de concienciarnos que en los pueblos se puede vivir como en las ciudades». «Yo lo he hecho –agrega–, lo de estar aquí y teletrabajar».
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Daniel echa de menos a las personas que procedían del pueblo y que se ha llevado esta crisis sanitaria, en Madrid sobre todo. «El verano es un lugar de reencuentro y ahora con esta situación y la falta de actividades podemos extraer como positivo que todos salimos más de paseo y a tomar la fresca», cuenta para resaltar que la piscina es un punto de encuentro importante «porque qué sería del verano en Fuenterrebollo sin la vida social en ese lugar».
Uno de los acontecimientos estivales en el municipio, apenas a unos kilómetros de la cabecera de comarca Cantalejo, es la semana cultural, que organiza la asociación Los que roban lo cavao, a la que pertenecen 700 socios, un cifra que duplica el número de habitantes empadronados. «Es un éxito de gente, pero intentaremos divertirnos con otras cosas, en un pueblo donde en este principio de verano la gente se ha comportado muy bien, superconcienciada con el cumplimiento de las normas de seguridad, tanto en distancia como en la utilización de mascarillas; así lo vemos en los bares o las tiendas», afirma Daniel que presume de vecindario.
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«Habrá un volumen diferente de actividades, menos, claro, y eso es lo que echaré más de menos: no estar pringado todo el día con los eventos», bromea para vaticinar a continuación que las tres casas rurales ubicadas en Fuenterrebollo «van a estar llenas durante toda la temporada de verano porque muchos tratan de buscar la tranquilidad de un lugar, que cuenta con un entorno maravilloso, con la Hoces del río Duratón muy cerca».
Daniel disfruta de un verano particular sin tanta actividad que organizar y en la que participar pero con la esperanza de que «algún veraneante se establezca aquí a teletrabajar», de esos que hunden sus raíces en Fuenterrebollo y que ahora tomen la decisión de volver su mirada a uno de tantos pueblos, el suyo, que necesitan vida.
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