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Pedro Rivero, entrenador del Palencia, disfruta con sus jugadores tras el triunfo. Alberto Mingueza
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Así vivió Pedro Rivero el hito de llevar a Palencia a la ACB

Tras subir cuatro veces como jugador, el segoviano llega a la élite como entrenador a los 43 años: «Fue impresionante. Estas cosas no pasan»

Martes, 20 de junio 2023, 12:37

¿Cuánto ha dormido esta noche? «Poco», sonríe Pedro Rivero, que logró el domingo como entrenador del Palencia ascender a ACB, un orgullo de ciudad pequeña que traspasa los límites provinciales. Repasando el porrón de imágenes, llegan las primeras revelaciones. «¡Madre mía! ¡Si me ... he abrazado con 70 personas y a 20 no las conozco!» Habla de un viaje de vuelta «épico» en autobús desde Burgos del que «va a salir película», de una recepción de ensueño y de una cena a las 2:30 horas: calamares. «Fue impresionante. Estas cosas no pasan». A sus 43 años, este hombre tranquilo, por la actitud que transmite desde el banquillo, es uno de los técnicos con más proyección del básquet nacional.

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El Palencia dio su versión más sólida en el momento más tenso. Rivero cita los duelos ante el Andorra –ascendido como campeón de liga– y cómo curtió a su plantilla para la fase final en Burgos. O cómo han dosificado fuerzas tras alejarse del puesto de promoción directa. «Empezamos a cuidar gente, a recuperar a otra con molestias, a dar descansos». Tras diez meses de temporada, el segundo clasificado llegaba al 'play off' entero. Lo de rendir así en la hora de la verdad lo achaca a ser un equipo maduro. «Muchos jugadores habían estado ya en finales en otras ligas de mucho nivel. Así es más fácil».

«¡Madre mía! ¡Si me he abrazado con setenta personas y a veinte no las conozco!»

Pedro Rivero

Entrenador segoviano de baloncesto

Hacer pronto los deberes en semifinales ante el Valladolid dio a Rivero la opción de dosificar fuerzas en la segunda parte, un privilegio que el Burgos, obligado a remontar al Guipúzcoa, no tuvo. «Nos dio la opción de cuidar gente y poner la cabeza en la final». Chumi Ortega, el mejor jugador de la fase final, fue el que más jugó con 25 minutos. El día de la final no hay especulación. «Los que están bien, al campo. Incluso a veces durante el partido nos preguntábamos si necesitaban el minuto para no fatigarlos y llegar lo mejor posible al último cuarto, pero nadie quería sentarse. Y los que estaban sentados empujaban a sus compañeros a seguir. Fue perfecto».

El Palencia abrió gas al final del segundo cuarto y siempre tuvo el tiro para frenar la remontada de un rival acostumbrado a ellas. Esa mentalización se hizo con antelación. «Si cogíamos una renta, había que estar tranquilos cuando metieran dos canastas porque iban a parecer goles en ese pabellón. Si no, entras en un momento de pánico, te hacen un 0-10 y luego es difícil, como le pasó a San Sebastián. Supimos controlar bien esos momentos».

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El entrenador segoviano da instrucciones en un partido. A. Mingueza

La pose de Rivero durante era siempre tranquila; si acaso, se ajustaba la corbata. «Los nervios van por dentro. Yo disfruté bastante los dos partidos, me sirvió mucho la 'final four' del año pasado. Al final, cuantas más veces estás en esta situación, más fácil es controlarlo». Así llegó con el duelo aparentemente resuelto a los tres últimos minutos, un arma de doble filo. «Intentas no transmitirles ese miedo que todos sentíamos, ahora no es el momento de liarla, ese miedo a ganar. Tampoco queríamos cortar el partido con un tiempo muerto si había un pequeño parcial porque se enciende todo el pabellón».

«Los nervios van por dentro. Yo disfruté bastante los dos partidos, me sirvió mucho la 'final four' del año pasado»

Pedro Rivero

Entrenador segoviano de baloncesto

Pero fueron los palentinos quienes encendieron Burgos. «Una locura». Su pabellón, con aforo para 5.000 espectadores, se queda pequeño para ciertas citas. «El equipo ha ido transmitiendo muchísima ilusión durante el año y eso hace que los fieles empujen al resto». Su autobús, escoltado por la policía, tuvo que parar porque había más de 5.000 personas en la plaza. «Son imágenes para el recuerdo».

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Pese al aroma a cuento de hadas, Rivero habla de trabajo más que de un milagro. «La buena gestión de un club desde hace 25 años acaba en cosas como estas». Un camino con presupuestos que permiten «pensar en otras cosas» como el de este curso, ya en el millón de euros. «Es una ciudad volcada con el baloncesto. Hay fútbol, pero el deporte que arrastra a la gente es este».

Desde otro punto de vista

Cuando una ciudad apuesta por un deporte consigue cosas extraordinarias. Sin ser apasionado de dar pelotas a un balón, Rivero acepta la comparación con los tiempos dorados del Caja Segovia, campeón nacional, continental y mundial en el periodo de entresiglos. «Para una ciudad como Segovia, es una locura. Es lo que se ve reflejado en ciudades pequeñas cuando pasan estas cosas. Las típicas imágenes con invasiones de campo, grandes celebraciones; solo están acostumbrados a verlo por la tele y ahora pasa en tu ciudad. Luego no sé qué pasará porque el deporte es como es, pero me alegro de poder vivirlo, esto ya te lo llevas para siempre». El presidente, Gonzalo Ibáñez, aseguró tras el ascenso que el club cumplirá los requisitos económicos y jugará en ACB.

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Rivero, que ascendió cuatro veces como jugador a la élite, compara «la locura de la juventud» del primero con la responsabilidad de hacerlo como entrenador. «Es al revés. No lo vives tanto por ti, lo vives por todos». Por el camino, 188 entrenamientos y casi otros 50 preparatorios. «Es mucho tiempo. Te acabas alegrando por ellos; te sientes reflejado cuando jugabas y ahora lo ves desde otro punto de vista». El hombre tranquilo ya es de ACB.

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