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El tema de la alcoba tiene mucho más que ver con lo que se hace por el día que con lo que se hace por ... la noche. Una frase que resume las terapias sexuales de pareja, un fenómeno en auge en el que cada vez más segovianos buscan fórmulas para recuperar su salud conyugal. Un tabú, considerado algo exótico hace no tanto, que se abre paso. En realidad, es psicología del día a día, pues el sexo no es más que el reflejo de los demás. «Si hay un apoyo, un guiño, un contacto físico en medio del pasillo, tenemos las tareas de la casa hechas, nos hemos duchado, en la alcoba no va a haber lío. La gente se cree que es al revés; que tienes una relación de mierda durante el día y por la noche todo va a estar chuli piruli», resume el sexólogo Carlos Hernández.
«Las personas tienen más valentía a afrontar los problemas que tienen en pareja», subraya Hernández, que habla de un problema intrínseco a la propia humanidad. «Comunicarnos entre hombres y mujeres siempre ha sido un lío. Y convivir en pareja es otro». Su consulta cada vez recibe más parejas que quieren enfrentar estos problemas –fueron decenas a lo largo del año pasado– como remedio previo a separar los caminos. «Cosas que tienes tú, cosas que tiene el otro y cosas que podemos solucionar en pareja». Es una terapia en equipo con Paula Arribas, psicóloga en Segovia. «Hacemos un tándem que nos permite verlo desde diferentes perspectivas».
El principal aspecto que erosiona una relación es la repartición de las tareas del hogar, muy vinculado a los roles dentro de las parejas. «Yo llego de trabajar con el descanso del guerrero, a que me cuiden. Esto está cambiando mucho por todas las corrientes feministas, pero también por la conciencia social. Si todos trabajamos fuera, todos trabajamos dentro». Otro punto común es la erótica en la cotidianeidad: se da por hecho a la otra parte de la pareja. «Los cuerpos van envejeciendo y no se atiende al deseo. El encuentro erótico pasa a un tercer o cuarto puesto. Las personas que no quieren asumir eso vienen a consulta. A mí esto me gusta mucho, siento mucho deseo por mi pareja, pero estamos bloqueados».
No hay relaciones tóxicas de por sí, sino que se hacen tóxicas. «Porque uno permite, el otro no dispone, no se ponen límites». Eso desemboca en la frase típica: «Es que yo soy así». Un argumento que tiene vuelta de hoja. «Necesitas ser de otra manera o investigar otros posibles yos para poder convivir». Hernández habla de roles como el de Peter Pan. «Los niños que dejan de salir con la mamá y se van con la pareja. Y ya está, que me hagan las cosas». La salud de una pareja va vinculada al proceso de madurez de sus miembros, desde las tareas domésticas a la crianza.
Todo esto condiciona el papel del sexo, algo denostado a lo largo de la humanidad. «Todo lo que no era sexo generativo, es decir, producir niños, era degenerado. El placer no está permitido. Pero ahora, ponte que el 95% de los encuentros eróticos son por placer». El sexo, subraya Hernández, no solo genera oxitocina, sino complicidad y capacidad de cooperación, un elemento a la vez químico y social. «Si eso no se produce, las parejas suelen tender a buscar otros amantes o sumar una tercera persona». Fórmulas cada vez más exploradas como el poliamor –el acuerdo para mantener relaciones con otras personas– o el intercambio de parejas.
La respuesta tradicional estaba más en reprimir ese sentimiento: vivir sin oxitocina. «O la encuentro en otro lado; en el deporte o en el arte. Pero hay gente que se niega a perderla». En el otro extremo, hay personas que conviven muy bien sin la parte erótica, sin haberse acostado siquiera. Por eso el inicio de la terapia parte de la opción personal. «Ser sexólogo no es ser 'follólogo'. No es decirle a la gente lo que tiene que hacer, cada uno es experto en lo que sabe. Mucha gente viene a consulta pidiendo herramientas y nosotros no somos una ferretería. Para eso le preguntas a Chat GTP. Ayudamos a la gente a desenredarse en las marañas, en los líos».
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Sobre todo, a efectos comunicativos. «Qué necesito decir y no sé decirlo porque lo voy a decir con mucho dolor o hiriendo». Son procesos generalmente a largo plazo –más meses que semanas– en función del compromiso de cada uno, de la implicación en las tareas, pues suelen apuntar sus sentimientos en un diario. Y de cuánta frecuencia de consultas permita el bolsillo. Como los resultados no son tangibles, es habitual dudar en el proceso. «A veces se frustran porque no consiguen las cosas de golpe». Unos temas que no solo exponen en terapia, sino en eventos más abiertos, como una cena gourmet, con los juegos eróticos que permite una cena pública en un restaurante. «Un noche chula para parejas», resume. El sexo, como todo, hay que hablarlo.
Las aplicaciones de citas como Tinder entran estos días en la recta final de su 'temporada alta, un periodo que se extiende del 1 de enero al 14 de febrero, San Valentín, donde se producen cifras récord a nivel mundial: se escriben 486 bios por minuto, se envían 2,1 millones de mensajes más de lo habitual y se intercambian más de 298 millones de 'Likes' más al día, datos globales que comparan estos registros con los promedios anuales.
Según un estudio reciente internacional de la principal aplicación móvil para ligar, el 69% de los solteros está buscando algo serio, mientras que un 14% se inclina por formas de relación consensuada más flexibles, como la no monogamia o las relaciones abiertas, según internos globales de Tinder procedentes de un descriptor de tipos de relación en el que los usuarios deben elegir una de cinco opciones. La aplicación se ha descargado más de 630 millones de veces, lo que ha dado lugar a más de 100.000 millones de coincidencias, y presta servicio a aproximadamente 50 millones de usuarios al mes en 190 países y más de 45 idiomas.
La app ofrece una pequeña guía de consejos para una primera cita como evitar soltar traumas: «No estás en terapia». O tratar «con calma» temas como la monogamia, tener hijo o el estilo de vida. Aconseja tener 'red flags' –banderas rojas– ante groserías o falta de respeto por las ideas: «No tienes por qué soportar faltas de consideración ni un minuto más». Aconseja asumir el rechazo con madurez. «No se trata de gustar a todos, sino de conectar con quien realmente te valore por lo que eres».
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