El verano lleva al límite los servicios de los pueblos al multiplicarse sus vecinos

El personal municipal en calle de Riaza se duplica en verano hasta las 20 personas y ya ha empezado con la siega en sus pueblos rojos y negros. Porque hay más de seis millones de personas encerradas en Madrid que anhelan su aire libre. Pero la factura municipal sube y no es tan fácil pagarla. Cerezo plantea un dilema que afecta cada vez a más lugares: «Intentamos encarecer lo menos posible los impuestos. Si puedo cobrar 55 euros, no voy a cobrar 80. Pero al final voy a tener que hacerlo, todo se está encareciendo y con los ingresos del padrón es muy difícil pelear».

El alcalde del Real Sitio de San Ildefonso, Samuel Alonso, calcula que su municipio llega a multiplicar por tres, «o incluso por algo más», la población que allí se establece durante julio y, sobre todo, agosto en La Granja y Valsaín. Habla del reto que supone para los servicios públicos en todos los sentidos: agua, recogida de residuos urbanos, limpieza viaria y otros servicios que no son municipales como la atención médica, «sobresaturada» en verano. «Tiene su incidencia positiva en la economía y en la movilidad social, pero la reivindicación desde hace años en el mundo rural, y tendremos que seguir haciéndola hasta que se nos haga caso, es un doble empadronamiento o algo parecido, porque ya no solo estamos hablando del verano, sino de muchos meses al año. Tenemos a multitud de municipios en nuestro entorno con el mismo problema».

Una figura que palíe las deficiencias que Alonso señala en los servicios públicos. «Normalmente están dimensionados para 5.000 habitantes y, de repente, tienes que dimensionarlos para 20.000, de manera estable. Más todo lo que hay que sumar en momentos puntuales de gran afluencia turística». Cualquier fin de semana o las fiestas patronales de agosto. «Porque, por suerte, el Real Sitio tiene cualquier día de verano a miles de personas en sus calles». El regidor habla de redoblar esfuerzos en todos los servicios, algo que va más allá del gasto. «No es que el Ayuntamiento tenga que pagar más porque la gente consuma más agua, pero eso luego repercute en los meses siguientes por las restricciones». No solo es lo económico». Esa sobredimensión demográfica afecta a los servicios sanitarios, que no triplican precisamente sus profesionales en verano.

El primer visitante del Real Sitio es el de las segundas residencias, que ya está desembarcando y se va cuando empieza el curso escolar, un perfil que aprovecha fines de semana o vacaciones como la Semana Santa. A ello se añade el turista vacacional, con temporadas más cortas –semanas o quincenas– y el turismo ocasional, en su caso de ámbito global, por la riqueza patrimonial del municipio y la cercanía a Segovia. «Con lo que tenemos en los últimos veranos, seguramente estemos en un número muy próximo a lo que en cuanto a servicios públicos se puede asumir».

El alcalde de Torrecaballeros, Rubén García, sitúa el principal indicador del aumento de la población en el consumo de agua. «Se multiplica por dos o tres durante estos meses», resume. El Ayuntamiento añade un día extra a la recogida de basuras y en momentos puntuales se lleva a cabo los siete días de la semana. Los restos de poda se retiran durante los 12 meses a demanda –cuando los contenedores están llenos– y cada 15 días en verano. «Echamos de menos que haya una mayor frecuencia de recogida de vidrio, plástico o papel y cartón». El consorcio regional de Medio Ambiente marca unos estándares por población. «Hemos pedido, sin éxito, que se tengan en cuenta otras variables». La hostelería, su gran motor económico, genera residuos muy por encima de su población.

Los 1.500 habitantes habituales de Torrecaballeros llegan a ser hasta 6.000 en momentos señalados del verano. «Esa es la población real que tenemos durante muchas semanas. Es un reto», subraya su alcalde. Un desafío que llega, por ejemplo, al mantenimiento de parques y jardines. El dato de empadronados se traduce en más de 2.000 –contando los que no lo están–, más otro millar regularmente en verano y los picos cuando hay eventos. «Que coincida un fin de semana en el que hay seis bodas, que es fácil porque hay establecimientos que pueden dar tres bodas al día».

Por eso pide unos cálculos más precisos. «La población real tiene que estar lo más aproximada posible a la población que está empadronada». García apoya la figura del doble empadronamiento siempre y cuando no esté vacía de contenido. «Que se vea reflejado en las transferencias que vayamos a recibir por parte del Estado y la Junta de Castilla y León. Puede parecer egoísta que estemos hablando en términos de dinero, pero es la realidad. La financiación de los municipios depende de otras administraciones, depende de su población».

Es otro pueblo que está rozando el límite. «Nosotros ahora mismo no tenemos demasiadas viviendas vacías. No podemos crecer mucho más, el chicle no da mucho de sí». El perfil va desde las casas rurales –sin ninguna relación directa con el municipio– a las segundas residencias –fundamentalmente con vecinos de Madrid–, que pasan cada vez más tiempo en el pueblo según se acerca su edad de jubilación. «No solo es verano y fines de semana, sino que alargan muchísimo su estancia». Gente que vive en Segovia y pasa los veranos en Torrecaballeros. Vecinos con dos localidades en el armario.