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Si alguien puede decir que se encarga de poner las calles en Segovia, ese es Juan Carlos Casado. Hace 38 que trabaja en el servicio de limpieza de la ciudad y desde primerísima hora de la mañana se encarga, junto al resto de sus compañeros, de intentar que la belleza de la ciudad vaya acompañada de la limpieza de sus calles. Es, por lo tanto, uno de los segovianos que más conoce el ambiente que se respira en la ciudad, desde que comienza su actividad cuando la noche todavía es cerrada, pasando por el intenso movimiento de primera hora de la mañana con los primeros rayos del sol. Un ambiente que el coronavirus ha cambiado por completo durante los últimos dos meses, aunque poco a poco Juan Carlos observa que se recupera parte de una normalidad todavía lejana.
«El ambiente todavía no es ni mucho menos normal», afirma. Acostumbrado a comprobar en la calle como la ciudad despierta y va cogiendo ritmo según pasan las horas, la crisis sanitaria ha provocado una sensación extraña. «Nosotros vemos cómo amanece Segovia y cómo va cogiendo vida. Estos días no la termina de coger», explica. «A las doce del mediodía muchas veces parece que son las siete o las ocho del poco ritmo y ambiente que se ve en las calles», añade.
Una situación que asegura no haber vivido nunca en sus casi 40 años en el oficio y que le genera «tristeza y lástima». Aunque reconoce que «poco a poco te vas acostumbrando», insiste en que ver la ciudad sin gente y sin ambiente, con los bares y muchos comercios cerrados, en ocasiones le provoca estar al borde de soltar alguna lágrima.
Pero como todo, la excepcional situación que sufre Segovia también tiene un lado positivo. Sin tanta gente en las calles, sin la multitud de turistas que llenan el casco histórico de la ciudad, trabajar en la limpieza de las calles «es mucho más cómodo», en parte también porque ha disminuido la suciedad. «Pero es algo que no compensa», resalta Juan Carlos, quien también ha notado como la duración de los desplazamientos entre los distintos puntos de la ciudad se han reducido durante estas semanas. «Ahora tardamos la mitad que antes en movernos de un lugar a otro», asevera.
Carlos Casado también ha observado cómo el confinamiento ha afectado a los hábitos de los segovianos en lo que a residuos se refiere. Además de comprobar como han disminuido los de vidrios y cartones –por el cierre durante muchas semanas de comercios y bares y restaurantes– y han aumentado ligeramente los de envases, también se ha percatado de un aumento de los residuos voluminosos procedentes de viviendas en los que se ha hecho limpieza. «Se nota que la gente ha aprovechado estas semanas para limpiar sus casas», afirma Juan Carlos junto al vehículo que sirve como punto limpio móvil y que desde su puesta en marcha –estuvo sin actividad más de un mes y medio– ha contado con bastantes usuarios. «Y todavía hay mucha gente que no sabe que ya vuelve a estar disponible», comenta.
Otro de los aspectos que ha percibido durante las semanas del estado de alarma es el cambio de actitud de la gente. Aunque considera que por lo general en Segovia «somos gente muy abierta», indica que durante estas semanas los vecinos de la ciudad «son mucho más amables y simpáticos, sobre todo las personas mayores». Una circunstancia que observa en las ganas que tiene gente de conversar en la calle tras semanas encerrados en sus domicilios.
Juan Carlos cree que tanto la empresa concesionaria del servicio de limpieza (FCC) como la Concejalía de Ambiente del Ayuntamiento de Segovia han actuado bien a la hora de establecer un protocolo de prevención para intentar evitar contagios. Explica que los distintos sectores de los que compone el servicio entran de manera escalonada al trabajo para evitar aglomeraciones. «Nos han dividido en tres turnos de 15 minutos», comenta. En su caso, ha optado por seguir cambiándose de ropa en los vestuarios habilitados, aunque hay compañeros que han preferido llegar al trabajo con la ropa ya puesta. «Yo, los 38 años que llevo en este trabajo, me cambio allí. Ahora me pongo la mascarilla, los guantes, otros guantes de goma por encima...». Pero las medidas de precaución no acaban ahí. El lavado de manos con gel desinfectante es continúo, al igual que el de los vehículos con los que trabajan. «En mi caso me lavo las manos más de 50 veces al día con gel desinfectante».
Toda precaución es poca para combatir un virus que genera «incertidumbre y respeto» mientras se trabaja, «ya que no sabes si estás tocando algo que pueda tener el bicho», y también cuando se regresa a casa: «Lo primero que hago es quitarme el calzado, limpiarlo con agua y lejía, meter la ropa en la lavadora y darme una ducha», concluye.
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