Vejo es el último pueblo de la vertiente cántabra del puerto de San Glorio, una subida eterna de 26 kilómetros desde Potes, un punto de culto turístico por su belleza inaccesible, un lugar de cuento a los pies de un desfiladero, el de la Hermida, ... rodeado de montaña. Hubo días en la infancia de Quique Zanella en los que tardó cinco horas para llegar desde Santander a esa casa de piedra que hoy en día está en ruinas. Si Fargo, ese enclave gélido de Minnesota convertido por su aislamiento en un paraíso de homicidas, es la cuna de la ficción criminal, este policía local de Segovia ha creado en 'El crimen de Vejo' un terrorífico paraíso verde.
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Tras opositar a policía nacional y guardia civil, quería ser agente municipal y Cantabria, uniprovincial, no daba demasiadas oportunidades. Tras ser varias veces reserva en Santander, exploró Castilla y León. Conoció a su actual pareja, de Ávila, y lo intentó en las dos convocatorias del cuerpo municipal segoviano de 2019. A la segunda, hizo el examen perfecto. «Conseguí plaza por delante de mucha gente de Segovia, algo impensable». Frente a otras regiones como País Vasco, que hacen un examen separado de callejero, fue el noveno en un formato unificado con, por ejemplo, las ordenanzas. «No sabía ni ubicar el Acueducto, pero si te salía un examen perfecto en lo otro tenías opciones a una buena nota. Yo he ido a exámenes en Euskadi que te preguntaban qué calle había al salir del metro». Así fue como el nieto del jefe de noche de la Policía Local de Santander cumplió con la tradición familiar.
La policía viene por rama paterna; por la materna, Liébana. Así que la novela mezcla las dos. Alguien que había escrito relatos cortos, guiones y ganó el año pasado un segundo premio en un certamen de poesía. «Tenía esa idea de contar historias desde bastante joven; pero dices ¿cómo voy a escribir yo un libro? No sabía ni por dónde empezar». Un crimen en un entorno rural en «esa España de antes», lejos de las nuevas tecnologías. El pueblo donde nació su madre, aunque no lo cita, habla de «un pueblo del norte de España» y llama Vejo a la comarca en sí.
Zanella replica el concepto de 'Fargo', 'Twin Peaks' o 'Mystic River'. «Quería que el personaje principal de la novela fuese la ambientación del pueblo antes que los propios protagonistas», revela. Se tomó algunas licencias, como que llega el tren o hay hospital. «Cosas impensables, aunque pasen cien años», bromea. Ese desfiladero inabarcable que no se llama La Hermida, igual que Picos de Europa es solo los Picos; el teleférico de Fuente Dé es un elevador, y San Glorio es Santa Gloria. «Es un pueblo aislado del mundo, los personajes son muy marcados, esa España de los nombres compuestos, de los motes, de las familias enemistadas». Y pone el ejemplo de los linajes enemigos a partir de un suceso real, la muerte de siete personas a manos de la Guardia Civil en 1907 para sofocar una revuelta campesina por los impuestos. Una de ellas fue su bisabuelo, Ciriaco.
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Hace poco visitó las dos casas que le quedan a la familia, ya inhabitables. «No creo que llegue a veinte personas lo que hay ya de gente habitual. Cuando era pequeño, paseaban el ganado por delante de casa y tenían huertas; pero la gente se ha ido a la ciudad, como mi madre y mi tío en los 70. De aquí a unos años va a terminar desapareciendo, va a ser un pueblo fantasma», augura. Mientras, la comarca de Liébana prospera con turismo. Presentó el libro en Potes y lo hará en la Casa de la Lectura de Segovia el 19 de diciembre, con sus compañeros.
El fruto a diez años de trabajo en secreto. «No sabía muy bien el fin, si se iba a publicar, si se lo iba a dar a mis amigos…» Empezó a hablar con editoriales, sin respuesta. Encontró salida en Círculo Rojo, una mezcla entre la autoedición y difusión en grandes superficies. «Tienes que poner tú también dinero de tu bolsillo, no arriesgan por un desconocido. Eso me convenció. Con la vida laboral solucionada, no me importa apostar por este sueño», afirma el policía local. Tras varios parones entre la oposición y la pandemia, ha dado el empujón final en el último año y medio. Se dijo: «Tengo la mitad del libro; o lo dejo en el olvido o vamos con todo. Siempre es más fácil ver una serie que ponerte delante de una hoja en blanco a escribir». Porque una cosa es la estructura global y otra llenar 432 páginas: describir a una persona concreta, un paisaje o una habitación. «A veces estás una hora y pico y no has escrito ni un folio; en otras ocasiones, te haces doce».
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Es un noctámbulo, pues eligió el turno fijo de noche. «Los de Segovia no lo quieren y los de fuera libramos más días y cobramos más», apunta el agente y escritor. Más de 200 días al año para terminar el libro. Ha perdido la cuenta de cuántas veces lo ha leído, pero sigue encontrando errores. Tras colocar los 500 ejemplares de la primera edición, hay una segunda ya en imprenta con unos 200 cambios, entre redundancias o comas, que identificó mientras grababa el audiolibro.
«Mi libro no ha tenido una corrección profesional como tienen las grandes editoriales», admite. Y él lo mantenía en secreto. Nadie lo leyó antes de la publicación. Hay guiños a Segovia –el sargento Fuentetaja o los viajes a la ciudad del protagonista– y su idea es ambientar una segunda novela, también negra, en la provincia. Quique Zanella vive en Labajos, pero tiene otras opciones. «Me gustaría hacer varios sitios simultáneamente». Ahora será más difícil guardar el secreto.
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