«Es insostenible», lamentan los familiares de Francisca Redondo. Esta vecina de Villacastín, de 81 años, lleva camino de un año en que salir a la calle resulta una odisea. En febrero de 2022, el firme se levantó para su renovación. El alcalde, Julio César ... Sánchez, señala que iban a aprovechar los cambios en los desagües para poner aglomerado. No ha sido posible. «No es culpa del Ayuntamiento, tenemos las manos atadas», se queja el regidor, que entiende el malestar de los afectados.
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A un mes de cumplirse un año, la grava y la tierra siguen ahí, con todos los problemas que conllevan para la movilidad a pie y en coche. Miriam, hija de Francisca, advierte de que «cuando llueve o nieva está intransitable» con los charcos y el barro que se forman sobre el camino que ha quedado.
Su madre, con mucha dificultad y alguna ayuda, aún puede manejarse; pero otra vecina «va en silla de ruedas y menos mal que tiene una puerta trasera porque sino no podría salir de casa», critica. Además, «entra toda la suciedad y el polvo que se levanta». Hija y madre ser quejan de la falta de salubridad derivada del mal estado de la calle porque «estos meses han entrado cucarachas en casa».
Al desmontar la capa de pavimento, las arquetas sobresalen del suelo, lo que también representa una amenaza para viandantes y los vehículos que transitan por travesía de Cantarranas y Santiago. Son unas cinco viviendas las que sufren el problema, apunta el alcalde. Sánchez reconoce que ha recibido las reclamaciones, y subraya que «llevamos detrás de las máquinas para el aglomerado desde agosto, pero no entran».
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Los medios necesarios no llegan, insiste el responsable municipal, que también se siente víctima de que la empresa no haya intervenido en los últimos cinco meses. Incluso, en verano se recogieron firmas para urgir a reparar las calles por el peligro de caídas que entraña para la gente mayor.
El regidor, consciente de los meses de retraso y molestias, planteará un último plazo a la empresa. Le dará este mes de enero para que entren y ejecuten los trabajos. De no cumplirlo, sopesa la alternativa más cara de suplir la capa de aglomerado por hormigón para cubrir la grava. Sus cálculos apuntan que la segunda opción saldría por unos 60.000 euros, el doble que la original que se viene demorando varios meses.
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