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«Es un mal necesario para un bien común», comentaba Fernando Marín. La entrada a la panadería que regenta, situada en la calle Tomasa de la Iglesia, está poco menos que sitiada por varios pisos de andamios que se alzan por el bloque ... de viviendas, velado ahora por una malla verde de obras para prevenir la caída de cascotes a la vía pública. Lo mismo le ocurre a la carnicería Llorente, colindante al negocio de Marín. Es una de las siete obras que se reparten a la vez por varios puntos de San José.
Vecinos y comerciantes entienden y asumen que estos trabajos mejorarán la imagen, la habitabilidad y la movilidad en el barrio obrero de la capital segoviana; pero también creen que las intervenciones se tendrían que haber escalonado para evitar la concentración de ruidos, polvo, zanjas, calles levantadas, cortes y desvíos de tráfico y otras molestias que irremediablemente van a asociadas a las obras.
La presidenta de la Asociación de Vecinos de San José, Teresa Ruano, pide paciencia. «Comprendo que pueda haber gente molesta, pero hay que pensar en cómo va a quedar el barrio después». Sobre todo, la representante vecinal cita la sustitución del adoquinado en varias arterias del arrabal que tantos problemas y riesgos acarrea para un censo envejecido que se mueve con dificultad en el empedrado, que se suplirá con cemento, añade Ruano.
Resignados, recurren al refranero: «para hacer una tortilla hay que romper los huevos», coinciden los afectados que se ven cercados por las vallas y el firme levantado. Es el caso de Miguel Herranz, quien hace unos días «tuve que cerrar el quiosco porque me temblaba todo del ruido de las máquinas picando» a pocos metros en el pistoletazo de salida a las obras de renovación de firme en Tomasa de la Iglesia, que mantienen cortado el acceso a Londres a la altura de la plaza de San José, donde la farmacia también se encuentra rodeada de andamios y de material de construcción por los trabajos incluidos en la fase del Área de Regeneración Urbana (ARU) que se desarrolla de manera simultánea en seis comunidades de vecinos del barrio. En total, un centenar de viviendas situadas en las calles Francisco Giner de los Ríos, Atenas, Viena y Londres.
Para Miguel Herranz, que se muestra al mismo tiempo comprensivo y molesto por la coincidencia de tanta obra, la mayor problemática es la disminución de plazas de aparcamiento en el barrio, ya que si no son los andamios son las máquinas excavadoras o los contenedores de escombros, los sacos de adoquines, las casetas de obra o la acumulación de material y suministros en la vía pública. Entre las siete obras, incluida la que está pendiente de terminar de los ascensores que conectan con Valdevilla, el quiosquero calcula entre ochenta y cien los estacionamientos inutilizados.
«Claro que lo noto –exclama– porque hay clientes que no son del barrio y que suelen venir con su coche y ahora por no dar tanta vuelta y por no tener donde dejarlo no vienen», se lamenta. Una queja que comparte Marín.
Por su parte, el concejal de Obras, Servicios e Infraestructuras, Miguel Merino, entiende el malestar de parte del vecindario y de comerciantes; pero también subraya que este tipo de intervenciones son necesarias para mejorar la calidad de vida en el barrio. Además, en la convocatoria del ARU fueron las propias comunidades las que solicitaron ser incluidas en el programa de subvenciones para mejorar la eficiencia energética de los bloques.
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